Ardiendo en llamas

Capítulo 01

9 años después..

Rose

Nada más abrir los ojos de inmediato ver al techo de mi habitación y recordar 12 de octubre, no era que me causaba mucha ilusión mi último año escolar ¿que diferencia había entre todos los años y el último? La teoría de no ver más a tus amigos era solo eso, una teoría y bien debatible.

Y definitivamente eso estaba matándome la mente esos años escolares todas las tareas, los preparativos de fiestas, todo era tan complicado.

Y más que yo era desde cierto punto una de las chicas más populares del colegio, la gente me admiraba, otros me odiaban y otros simplemente se acercaba a mi con todo el maldito interés del mundo.

Solía ser reconocida por mi energía Dark femenine a diferencia de algunas de mis compañeras o estudiantes de todo mi liceo, yo era simplemente muy oscura.

Mi personalidad odiosa y engreída, mi manera de vestir con colores oscuros, mi color de cabello completamente negro tan negro que daba terror, mi cuerpo ligeramente cimetrico, mucha nalga poco senos pero era suficiente, para mí era suficiente y adecuado para mi altura, yo no era muy baja podía estar midiendo alrededor de 1.74 metros y solo por esas características era conocida como:

"La modelo del colegio" "La pelinegra con glamour" "El bombón afrodisíaco" sin embargo esos solo eran algunos apodos qué me ponía la gente que me "queria", la gente que no soportaba ni mi sombra tenían otros apodos sobre mi:

"La egolatra pelinegra" " La creída del liceo" "La jirafa estirada" OK, ese me causaba gracia.

Pero si había algo que no podía faltar en mis pensamientos mañaneros antes de ir al liceo era que fueran interrupidos por mi mamá.

—Rose, levántate ya se te va a hacer tarde

—Ujum

Sin más opciones me levante para hacer mi rutina pre-liceo ya saben, bañarme, cepillarme los dientes, peinado para mi cabello a mitad de espalda, un buen oufit con colores oscuros y en ocasiones unos zapatos de tacón.

Baje a desayunar, mi madre terminaba de darle indicaciones a la empleada de las tareas domésticas, mi amada Fiorella, lo hacía como si Fiorella no lidiara con nosotros desde que yo tengo 10 años y mi hermanito 2 años.

—Bueno, me voy, Peter no tardará en venir por mi–dijo viendo su reloj–Rose tu hermano tiene practicas de baloncesto, no se a que hora salga del trabajo y necesito que lo lleves ¿puedes?

—¿Tengo opciones?

—No

—Ok, yo lo llevó.

Mi mamá era diseñora de modas, pero no cualquiera era la diseñadora de moda más famosa de la ciudad. No solo era reconocida por sus diseños, su figura resaltaba donde llegará, se conservaba bastante bien para tener casi 40 años, una figura creada a partir de gimnasio y una dieta extricta por su entrenador personal para ayudarla a ganar la masa muscular adecuada a su estatura.

Ya sabes eso que dicen de las mujeres altas que les cuesta más ganar masa muscular y mi mamá definitivamente tenía una grande obsesión por verse bien, pero no solo por eso era reconocida.

Las cosas buenas eran sus excelentes diseños tan bien elaborados, su personalidad audaz y carismática con todo el mundo, eso dicen que llamó la atención del gran Peter De Lune.

Bueno, mi padre era un empresario reconocido pero no como mi madre, ellos se conocieron en un viaje organizado por distintas empresas y en aquella cabaña de playa se juraron amor eterno con dos días de conocerse.
Si, se lo que debes pensar pero son mi padres y los quiero a pesar de su fabulosa historia de amor.

Y de ese amor tan real y hermoso nacimos mi hermano Esteban y yo.

Mi madre y yo las únicas similitudes que teniamos era nuestra altura y el color de cabello, bueno su genética me había dado un buen cuerpo.

Del resto eramos como el agua y el aceite, nos llevábamos bien pero solo lo necesario y después que pasaron ciertos problemas con mi padre todo paso a ser más distante no se si por que ella ya no nos dedicaba tanto tiempo o porque yo aún no podía creer lo rápido que ella superó ese problemita...

—Señorita Rose–dijo Fiorella–¿sigue en la tierra?

—Claro, directo al liceo–dije sonriendo–Te amo mi pequeño, espérame en la tarde para tu entreno

—Esta bien hermana

Asentí dándole un beso, tome las llaves de mi auto de la mesa, me despedí de ellos y sali de mi casa.

Mi mirada una vez más se desvío a la casa de al lado, no había nada, solo cenizas, cenizas que ardían, cenizas que nunca terminaron de arder en mi ínterior después de ese día.

Hace aproximadamente dos años habían empezado una construcción al otro lado de esa casa, una construcción de una casa grande y muy bonita ¿para que? Una familia nueva se mudaria al vecindario, no había fecha exacta de cuando eso pasaría pero se rumoroba que sería alrededor de 2 días, como sea no era mucho lo que me importaba.

Aunque debo admitir que sería raro ver nuevas personas ahí, estaba tan acostumbrada a salir y ver a Damián ya esperando para jugar, o contar chistes y comer dulces hasta tener náuseas.

Supongo que eso ya había muerto desde el momento de aquel problema, desde el momento en el que hace 8 años el se había ido con su familia quien sabe a donde y se había ido odiándome al igual que yo a él.

Decidí dejar de pensar y avanzar hacia mi coche, acomode mi bolso a un lado y tomé el volante para empezar a conducir.

Aproximadamente 15 minutos pasaron cuando llegue al liceo, ese ambiente tan cargado con todo tipo de energías simplemente era asfixiante, estacioné el auto en el espacio que siempre se me guardaba por ser la hija de la gran Romina Carper y Peter De Lune.

Bueno ya estaban las miradas en mi desde antes de bajarme del auto, actúe como siempre poniéndome mis gafas de sol y caminando hacia la entrada con mis botas negras acompañadas de un jean y una camiseta algo escotada de color morado.

—Rose–escuche la voz de Luisa

—Luisa–dije sonriendo




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