Ardiendo en llamas

Capítulo 02

Rose

Estacioné mi carro en el garaje de mi casa, me baje del auto y subí a mi habitación a darme un baño.

4:00 p.m.

Esa era la hora que marcaba mi celular y vaya que el día había volado.

—¡Rose!–escuche toques en mi puerta–apresúrate ya casi es hora de mi práctica

—¡Voy!–grité desde mi baño

Salí de la ducha directico a mi armario buscando que ponerme que fuera lo más deportivo posible, termine tomando unos joggers con una chaqueta deportiva con el cierre abierto, zapatos deportivos y un crop top debajo de la chaqueta así tipo Elena Gilbert.

Mientras me hacia una coleta alta en mi cabello, buscaba como loca una de las moñas elásticas para estos casos, hasta que abrí la última gaveta de mi espejo y la encontré.

Desafortunadamente eso no fue lo único que estaba hay guardado, había un dibujo que mi padre me hizo cuando yo estaba más pequeña, era un paisaje tan hermoso como un paraíso y ahí en ese paraíso estaba yo vestida de princesa subiendo unas escaleras mientras él me esperaba en la cima, era algo así como lo que hibamos hacer cuando yo cumpliera mis 15 primaveras.

"Para la princesa de mi corazón" decía la parte de atrás del dibujo en forma de dedicatoria.

Recuerdo perfectamente el abrazo y el beso que le di, en ese instante salí de mi casa corriendo a mostrárselo a Damián, el miró el dibujo con cierta extrañeza y después me miró a mi.

—¿Quien es ella?–dijo con el dibujo en sus manos

—Pues yo, solo que cuando crezca un poco más–dije sonriendo

—No creo que tu seas asi de hermosa–dijo sarcástico

—Dame mi dibujo–dije enojada

—Si puedes quitármelo te lo dare–y con eso alzó su brazo lo más que pudo

Yo desde pequeña fui alta, pero no tanto como Damián para ese entonces yo le llegaba un poco más abajo de los hombres y se me hacía difícil alcanzar mi dibujo por más que lo intentara.

—Ya dámelo Damián

—No

—Si no me lo das me enojare contigo

—Hazlo, no te daré el dibujo de igual modo

Eso creia hasta que una mano más grande que la mía y la de Damián apareció en la escena.

—Hijo–dijo la señora Renata–no molestes a la pequeña Rose–y con eso me entregó el dibujo

—Gracias señora Renata–dije sacandole la lengua a Damián

—Pero es divertido molestarla mamá–dijo Damián con el seño fruncido

—No, no es divertido y entra ya antes de que yo me divierta no dejándote jugar basquetbol.

Damián entre cerro los ojos y entró a su casa, la señora Renata deposito un beso en mi cabeza y se fue detrás de él.

Por más que intente no pude evitar soltar una lagrima inconsciente por mi mejilla mientras sostenía el dibujo en mis manos, recordar a mi padre, a ese Peter, recordar sus promesas antes de que todo cambiara, recordar lo feliz que era de niña al lado de Damián, eso me dio más impotencia llorar por su recuerdo así que sequé rápidamente la lagrima de mi rostro y termine de peinarme.

—Hermana llegaremos tarde, ya vámonos–dijo Esteban jalando mi brazo

—Si, vámonos–dije tomando las llaves y mi celular

Bajamos las escaleras de la casa, tomamos los refrigerios que había preparado Fiorella y el termo de agua de Esteban y salimos de la casa.

—¿Tenemos vecinos nuevos?–preguntó Esteban señalando a la casa que ya había terminado de ser construida

—Así parece–dije viendo el camión estacionado enfrente de la casa

—¡Si! Ojalá no sean tan aburridos como tú, nunca quieres jugar conmigo–dijo cruzando los brazos

—Ya súbete Esteban–dije riendo

Nos subimos al auto rumbo a el lugar de prácticas, Esteban practicaba en una cacha grande al aire libre, para estacionar el auto debíamos dar la vuelta en el garaje que estaba en la esquina y luego caminar hacia la cancha, luego de hacer eso le di el balón a Esteban, el se lo dio al entrenador y comenzaron a jugar.

Me límite solo a grabar a Esteban, tomarle fotos y videos y todo eso, mi hermano era para mi como una curita al corazón, lo amaba demasiado no solo porque era el único hermano que tenía si no que en el momento en que Esteban llego la situación por la que estaba pasando mi yo de 8 años nos era nada agradable y Esteban llegó a darle luz a mi vida en esos momentos.

—Señorita De Lune–dijo el entrenador de mi hermano–como siempre esta muy linda

—Si, ¿termino el entrenamiento?

—Si, ya ha pasado una hora entera, pueden irse

—Gracias

—Rose–dijo el entrenador–¿cuando va aceptar la salida que tanto le he pedido?

El entrenador de Esteban llevaba meses invitándome a salir, el me caía bien desde cierto aspecto pero no para llegar hasta ese punto.

A mi siempre me han gustado los hombres mayores que yo pero no que fueran unas antigüedades y el señor Lucas iba rodando 60 años casi.

Para una joven de 17 años como yo eso era pedofilia por el lado en que lo vieras.

(Por las únicas antigüedades que yo haría una excepción serian Damon Salvatore y Klaus Mikaelson y bueno desafortunadamente solo son personajes ficticios)

—Eso no es posible

—¿Por qué?

—Porque yo no quiero salir con usted

—Mhm, es una lástima su hermano es un muy buen jugador

—¿A que se refiere?

—Que sera una lastima sacarlo del equipo

¿Son ideas mías o esta antigüedad me estaba amenazando?

—¿Eh?

—Como escucho, si no me acepta la salida su hermano no entrena más aquí–dijo sonriendo

—¿Me esta amenazando?

—No, la estoy advirtiendo–dijo como si lo que estuviera diciendo era la idea más asombrosa del mundo–entonces, ¿que dice?

—Qué vaya buscando un nuevo trabajo

—¿Qué?

—Lo que escucho

—¿Me esta amenazando?

—No señor Lucas, lo estoy advirtiendo

Al pareces el había pasado por alto de quien era hija yo, mi mamá y mi papá tenían muchos contactos y los uniformes de los chicos los diseñaba mi madre con solo una llamada de mi padre al dueño del equipo ese señor se quedaba sin trabajo al instante.




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