Carrie no podía esperar a que la clase terminara para poder salir corriendo de aquella aula. Pero no era solo el aburrimiento que producía el tono de voz del profesor de física, mientras explicaba confusas fórmulas y repetía por tercera vez lo que nadie en el salón de clase parecía entender o no se interesaba por entender. También eran las enormes ganas que tenía de verse con Sharon, de sentarse a su lado en la cafetería y poner el tema del estudiante de intercambio, y de por fin descubrir todo lo que ella sabía acerca de él. Pensó una vez más, mientras observaba el lento avance del reloj de pared, colgado encima del tablero, que ya era hora de abandonar aquella soledad que la había acompañado por demasiado tiempo, que era hora de tener a alguien especial, de experimentar todo lo que siempre había deseado y por qué no, de hacerlo con alguien tan diferente como aquel muchacho venido de tierras lejanas.
Por fin sonó la campana, aquella encargada de indicar la salida de clase, cerró su cuaderno de apuntes, lo cogió junto con el libro y el lapicero, se puso de pie y fue la primera en salir del salón. En pocos minutos ya estaba sentada al lado de su mejor amiga.
–Sharon, ¿por qué me pones a sufrir de esa manera? –le alegó Carrie a su mejor amiga al momento de sentarse a su lado, en la mesa de la cafetería. Sharon arqueó una de sus cejas antes de contestar.
–¿De qué me hablas?
–No te dejaste ver esta mañana para terminar de contarme lo de anoche.
–¿Lo de anoche? –Sharon frunció el ceño en un claro gesto de total desconocimiento del tema.
–Del muchacho de intercambio, ¿recuerdas? –dijo Carrie antes de blanquear los ojos.
–¿Por qué no lo dijiste desde el principio? –Sharon se empezó a concentrar en su sánduche de jamón de pavo.
–¡Por Dios! ¿Estás jugando conmigo? –Carrie meneó la cabeza de lado a lado.
–Pero como que te gustó bastante… –dijo Sharon antes de darle un mordisco a su comida y tomar un sorbo de su bebida.
–Sharon, por favor… –Carrie mostró cara de cachorro regañado.
–¿Me prometes que no te vas a enfadar si te lo cuento todo?
Carrie sintió la manera cómo el estómago se le revolvía. Todo parecía indicar que su mejor amiga conocía aspectos fuera de lo común en cuanto al atractivo estudiante de intercambio.
–Prometido…
–Mira, él era de mi ruta de bus al principio de año…
–Eso ya me lo contaste, y que tu hermano Jay lo llevaba a la iglesia y a los partidos de fútbol –la interrumpió Carrie.
–Sí… creo que había olvidado que te lo conté –Sharon tomó un nuevo sorbo de su jugo.
–¿Pero qué más es lo que sabes? –a la muchacha de los ojos claros le estaba quedando imposible disimular la manera como su ansiedad iba aumentando.
–A él le gustaba Debbie De Tomasso.
–¿En serio…? ¿Pero todavía la gusta? –Carrie sintió algo interno que le subía y la aceleraba.
–Te estoy hablando de hace muchos meses, al principio de año, no creo que esa información siga vigente.
Carrie decidió darle el primer mordisco a su sánduche de mortadela. En realidad no veía la razón por la que se debería enfadar con su mejor amiga, hasta ese momento…
–El caso es que…, bueno él se lo confesó a Jay un día que regresaban de un partido de fútbol. Fue entonces cuando yo decidí alejarme…, ya sabes, no te quieres quedar ahí como una segunda opción.
–¿De qué me estás hablando? ¿A ti también te gustaba Santiago? –preguntó Carrie, sus ojos más abiertos que nunca, sus labios torcidos hacia un costado.
–Me gustó desde que lo vi subirse al bus de la escuela –Sharon trató de mostrar una leve sonrisa.
–¿Y todavía te gusta? –lo último que quería era enterarse de que tendría que competir con su mejor amiga por el mismo hombre.
–Ya te dije que te estoy hablando de hace siete meses, y sabes muy bien que después estuve con David… Santiago es cosa del pasado.
–¿Entonces no hay problema de que yo vaya por él?
–Carrie, por favor… Ahora es todo tuyo –Sharon blanqueó los ojos.
–¿Estás totalmente segura?
–Más que segura, además creo que él no está saliendo con nadie…
Carrie se marchó a su siguiente clase con la tranquilidad de encontrarse con el camino hacia Santiago supuestamente despejado. No solamente se había enterado del interés de su mejor amiga por el estudiante internacional en el pasado: también era consciente de que todo parecía indicar que él no se encontraba saliendo con absolutamente nadie. Si las cosas eran así, solo tendría que esperar al día siguiente para encontrarlo en clase y buscar la manera de entablar amistad. No debería ser difícil, y menos aún en una clase tan relajada como la de Mr. Roberts.
Al final de la jornada escolar, cuando cerraba la puerta de su casillero, se encontró con Julie. La pequeña Farrah Fawcett llevaba una minifalda de jean tan corta, que hubiese podido ser confundida por un grueso cinturón, lo que no pasó desapercibido por Carrie.