Ariana, La De Las Flores

20. ¿Puedes amar a una mujer cómo yo?

Ariana le miró, nerviosa. Con miedo de que no quisiera hablar con ella. Respiró hondo, tranquilizandose.

—¿Las dejo solas?— preguntó Angelina. Leen asintió con una dulce sonrisa. —Grita si necesitas ayuda—, le dijo y le guiñó un ojo.

—No te preocupes, las antenitas de vinil detectan la presencia de enemigos*— bromeó Leen, ambas rieron y entonces Angelina abandonó la habitación.

Belén se acomodó mejor en la cama, para quedar con su espalda recostada contra la pared y viendo de frente a Ariana, también dejando espacio en la pequeña cama para que ella pudiera sentarse.

Un silencio tenso llenó la habitación. Belén miraba a todos lados excepto a Ariana. No sabía que esperaba que pasara cuando por fin estuvieran solas, pero no era esa incomodidad que podía hasta respirarse; eso era seguro. Se mordió el labio, indecisa.

—Yo...—, comenzó vacilante, no muy segura de lo que hacía. —Cuando te dejé, lo hice con la intención de dejarte ser y pensar sobre lo que querías de tu vida. Es decir, no sabía si de verdad me querías o si no había realmente una oportunidad de poder ser una historia de verdad y no a medias como la que teníamos.

»Entonces, tú no diste nunca señales de vida y ni bien había terminado de salir de casa esa noche cuando ya Cristian había vuelto a aparecer, las chicas me lo dijeron. Y en medio de mi borracha estupidez, me fui de fiesta. Conocí a un hombre bien guapo y lo seguí cuando me invitó a su casa. Creo que me drogaron, porque no recuerdo mucho después de eso.

»Cuando desperté, parecía haber participado de una orgía. Aunque amo a mi bebé, me arrepiento de haberlo concebido así, sin planificación, sin estabilidad ni económica ni emocional y como el resultado de la consecuencia de un mal de amores. Gracias a Dios, solo fue un embarazo y no terminé enferma por estúpida.

Ariana escuchaba en silencio, considerando la historia contada, tratando de armar todo el rompecabezas en su mente para no equivocarse más o que Belén tampoco lo hiciera. Solo consiguió una estrategia: decir todo de frente.

—¿Puedo suponer que Cristian te ha contado todo?— preguntó Ariana en voz baja.

—Si— confirmó Belén. —Pero quiero escuchar tu versión de las cosas, una cosa es lo que él vivió y otra lo que tú viviste.

Ariana asintió, tenía sentido.

—Bueno, esa mañana cuando me desperté y no estabas comprendí una parte de tu dolor. Tenías razón, mi curiosidad me llevó a descubrir toda la escenografía que montaste para mí. Leerte fue maravilloso, siente que te conozco un poco más por esos escritos.

»Había terminado de leer, cuando Cristian apareció. Con un ramo de flores, creyendo que porque me llamaban la loca de las flores iba a perdonarlo. ¡Pero Leen, yo tengo corazón de pollo y tú lo sabes!— exclamó con un puchero adorable. —Me contó todo sobre mi padre ausente, mi medio hermana desconocida y el ardid que se había formado para estafarme. La fortuna no es mía, todos en la familia sabemos que Nehemia es la verdadera heredera y que yo solo suplanto a la vieja. Entonces decidí ayudarlo a deshacerse de esas pestes, porque no me parecía justo que él estuviera cargando con toda la culpa.

»Y me vengue también, Leen— añadió con una sonrisa feroz, su vista fija en la pared frente a ellas. —Vengué los años de sufrimiento de mamá, vengué los años de ausencia en los que la gente preguntaba por un hombre que ni siquiera pudo darme su apellido y vengué los años de engaño a los que fui sometida por culpa de la avaricia y la estupidez de un hombre que solo sabe menear la polla.

Respiró hondo, tranquilizandose y continuó:

—Decidimos seguir con la farsa, para hacerles creer que Cristian me hacía comer de su mano. La cosa es al revés, en realidad— bromeó. —Compré la fábrica en quiebra al banco, al igual que la mansión familiar; y enfrenté a la demente de mi hermana mayor. De verdad, parece Bellatrix ¿eh?

Belén rió, divertida por la manera en que Ariana contaba todo. Definitivamente, escuchar su versión era mejor.

—Uhm… Durante la farsa, Cristian estuvo viviendo en mi departamento— continuó Ariana con voz lenta, temiendo la reacción de Belén ante lo que estaba a punto de confesar. Aunque, bueno, quizá sería un poco hipócrita de su parte reclamarle. —y por fuerza de la costumbre, una cosa llevó a la otra y entonces tuvimos sexo. No sé sintió igual, es decir, disfruté pero no sentí nada como antes cuando sentía algo por él. Me di cuenta de que lo había superado, ya no había nada para él en mi.

—¿Sexo de despedida?— preguntó Belén en voz baja, con una sonrisa sincera.

—¡Sexo de despedida!— afirmó Ariana, devolviéndole la sonrisa. Iba por buen camino, al parecer. —Bueno, después de eso le confesé que estaba enamorada de ti y él me hizo ver qué estaba mal no contactarte ni explicarte lo que pasaba realmente, pero yo no quería involucrarte. Te conozco, sé que si te hubiese contado hubieras querido estar allí conmigo y no quería que te convirtieras en blanco de esos locos.

»Pero mi protección resultó ser un error, porque ese día nos viste y pensaste lo peor. Cibel, mi hermana, estaba oculta en el callejón cercano a la revista por lo que estábamos actuando pero tú nos viste y todo estuvo a punto de caerse. Cibel pensó que venías a ver a Cristian y no a mí— contó con el ceño fruncido. Belén levantó una ceja, esta Cibel estaba medio loca. —Luego, tampoco te busqué, y lo lamento, pero no quería que ellos supieran sobre ti por temor a que te usarán en mi contra. Y luego llegó tu ramo…

—Si, lo siento por eso—, se disculpó Belén con cara de circunstancias. Ariana rió.

—No te preocupes, me hizo despertar. Esa misma semana, mandé a mi hermana a la mierda y comencé a buscarte. Te envie flores a tu antiguo departamento, te llamé incontables veces y nada. Entonces fuí hasta allá y no estabas, te esperé y un vecino me dijo que hace un mes que te habías mudado. ¡Y yo ni enterada! Admito que te rastree, estaba preocupada, hasta el departamento de Ana pero tampoco estabas y fuí con las chicas porque ya estaba desesperada. Sarah se contactó contigo y allí supimos que habías viajado. No podía irme así como así aunque lo deseara. Debía arreglar todo mi desastre primero.




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