— ¿Estás nervioso? —me pregunta Ariel cuando ya vamos en el autobús. Directo al colegio.
—No. —respondo sereno. — ¿Por qué habría de estarlo?
—No lo sé. —mueve sus hombros. —Quizás porque vas a dar paso a un enamoramiento —añade con un semblante muy risueño
—Por favor Ariel deja de mencionarlo o te juro que puedo arrepentirme —le espeto con solidez
—No te arrepentirías. —asegura ella. —Solo lo aplazarías. Pero de que va a pasar, va a pasar hermano
—Deja de estármelo recordando. Quiero tomar mis clases de forma tranquila
— ¿De cuándo acá? —me giro a mirarla de forma incrédula. —Ya, ya, está bien. —añade en rendición. —Ya veo que este tema es delicado en estos momentos
—Por favor, solo hablemos de otra cosa —le pido de manera serena
—Bien. —me observa. Risueña. — ¿Qué te pareció lo de ayer? —mi sonrisa se hace presente
—Fue increíble. —respondo al instante. Con emoción. —Fue una idea estupenda Ariel. —la miro. —Muchas gracias. —ella asiente
— ¿Puedo ver la carta? —suelta de golpe y toda mi expresión vuelve a alterarse
—Y solo pudiste hacer una pregunta totalmente fuera de este tema —alardeo con sarcasmo
—Por favor Uriel. —me pide ella. —Solo quiero ver hasta donde llegó tu imaginación
—Y conociéndote no vas a desistir de la idea— le tuerzo los ojos, pero la miro y mi sonrisa aparece. Abro un bolsillo de mi mochila y se la dejo ver
—Dios. —exclama apacible mientras la toma. —Tus ojos arcanos
—Silencio —le digo rápidamente
—Lo siento. —se disculpa con voz más sutil. Sigue analizando el sobre. —Le pusiste empeño he. —su sonrisa plácida vuelve a aparecer
—Fue algo simple no exageres
—Sí como no. —me pasa la carta de nuevo. — ¿Se las mostrarías algún día?
—Saldría corriendo Ariel. —respondo enseguida mientras termino de guardar de nueva cuenta la carta
—Eso no lo sabes —niega ella
— ¿Por qué de repente preguntas eso? —entrecierro la mirada
—Porque presiento que esto va a crecer y no puedo evitar pensar a futuro —el camión arriba en estos momentos
—Por favor Ariel trata de no especular sobre esto ¿sí? —me pongo de pie y le ofrezco mi mano para ayudarla a hacer lo mismo
—No prometo nada. —giro mi cabeza y reímos levemente.
Descendemos de la segunda planta en completo orden para prontamente abandonar el autobús. Los demás camiones también llegan justo en estos momentos, la entrada se atiborra de alumnos, por suerte hay múltiples escáner de acceso que acelera el ingreso de los alumnos.
Sin detenernos en ningún lugar, caminamos directo a nuestra aula, aunque para ser honesto, mis ojos intentaron buscarlo, al menos por un momento antes de yo obligarlos a desistir de la tarea. Ingresamos y ahí ya se encuentra Noelia y Liz. Nuestras miradas se cruzan por un segundo, antes de yo romper el contacto visual.
—Bienvenido Ariel y Uriel, que su día esté lleno de aprendizaje —escuchamos la voz computadora cuando el escáner lee nuestras muñecas
—Ustedes no van a saludar ¿o qué? —nos pregunta Liz desde el asiento de atrás
—Buenos días —me giro tan solo para decirle eso
—No voy a preguntarte sobre lo del viernes si es lo que te preocupa —me dice apacible
—No estoy preocupado —le contesto al girarme de nuevo
—Ayer no pareció lo mismo —argumenta Noelia. Me giro a ella
—Mis padres no lo sabían. —le digo de frente. —Me molestó el hecho de que tú y los demás chicos me arrebataran el derecho a decírselos yo mismo. —sostengo su mirar. —Eso me molestó. Y aun más la altivez que mostraron en ello
—Tan solo quisimos traer un tema de conversación a la mesa —dice ella en defensa
—Y agradezco enormemente el haberme usado como catapulta para eso. —expreso sereno, pero irónico. Ella baja la mirada un segundo. —Eres una chica hermosa Noelia. Una chica muy, muy inteligente y capaz, de eso no hay duda. —le digo con toda la sinceridad del mundo. —Pero te sigue faltando empatía. Ojalá te des cuenta pronto. —es lo último que le digo antes de volverme a girar al frente.
<<Estuvo bien>>, la escucho decirme.
— ¿A qué hora lo harás? —me cuestiona con gran discreción
—A la hora del descanso —respondo sin más
—Él va a estar encantado. —me dice sonriendo de nuevo. —Y cambiando el tema antes de que te harte de nuevo. —sonrío jovialmente. — ¿Qué nueva locura tienes preparada para el día de hoy?
—Dices que mis locuras te ponen los pelos de punta, pero lo que veo y siento es que realmente las disfrutas —le digo con orgullo. Sonriendo
—La verdad es que me dan en qué ocupar mi tiempo —acepta ella, mostrando un aura amena
—Pues creo que hoy te voy a fallar. —rio leve. —No tengo nada en mente —su expresión se altera de nuevo