El día de ayer fue una bomba de emociones. En un solo día, nuestras vidas se pusieron de cabeza; me enfrenté por primera vez a un par de demonios y salí herido, Dylan se enteró de la peor manera quién soy, y se enteró de la peor manera el quién es él. Descubrimos que formamos parte de todo un conglomerado de seres extraordinarios. Descubrimos que estamos en guerra sin saberlo, que Dylan tiene parte arcángel también, además de parte agua. Las aguas sagradas de este lugar nos comunicaron que hay una especie de conexión entre los hijos de arcángeles, y que para que se nos fuese comunicado el qué debemos hacer tenemos que encontrar primero al hijo del profesor; Dariel. No estoy seguro de si el profesor deseaba que eso se supiera; después de que saliéramos del agua, él desapareció del lugar y no ha querido hablar con nadie. Justo ahora hasta yo tengo duda de quién soy, aunque bueno, siempre he tenido ese sentimiento de incertidumbre, toda mi vida he sentido que soy una incógnita respondida a medias, y después de ayer, hoy ya ni siquiera sé si lo que sabía es cierto.
Siento que todos esperan que hagamos algo, pero yo no tengo ni la más mínima idea de qué es lo que esperan exactamente; y se siente como una enorme carga sobre mis hombros, una carga de la cuál no sé y creo que tampoco puedo deshacerme, a pesar de que lo quiera más que nada.
Mi mente se encuentra hecha un fiasco, fueron demasiados datos en un solo rato, ni siquiera he tenido la oportunidad de hablar con Dylan sobre lo que pasó, su madre lo ha mantenido ocupado todo el tiempo. Trato de entender que tienen mucho de que hablar, pero yo también necesito un poco de su tiempo. Justo ahora tengo que conformarme con solo mirarlo de lejos y escuchar un poco de lo que hablan, aunque sé que no debería.
—Sé que debe estar siendo muy pesado para ti —escucho que le dice su madre mientras caminan por la nieve blanca
—Ni siquiera he tenido el tiempo de procesarlo —responde Dylan con una mueca de lado
—Y yo lo sé. —se apresura a decir ella; se coloca a su frente y detiene su avance. —Pero ahora estamos contra reloj, y creo que no hay de otra. —observo que coloca una mano en su mejilla. —Tienes los ojos de tu padre —expresa entre alegre y nostálgica
— ¿Cuál es mi historia? —inquiere Dylan enseguida. — ¿Cómo terminé en las manos de mamá?
—Te lo voy contar. —responde su madre con total disposición.
Su mano derecha asciende de una manera sutil en el aire, y del suelo, asciende una corriente de agua que pronto se desliza en línea recta hasta formar una base en la que ambos pueden tomar asiento sin ningún problema.
—Más que procesar —escupe Dylan con humor haciéndola reír, mientras toman asiento
—Cuando desperté y no vi a uno de mis bebés, sentí que el mundo se me venía encima, y casi a la par, pude sentir el inmenso dolor de mi nación. —cuenta con tristeza. —La mitad de mi pueblo había sido asesinada, y yo no pude hacer nada. —percibo que su voz se comienza a quebrar. —No podía sentir a tu padre, sabes que con nosotros las emociones son más fuertes
—Uriel me ha hablado algo sobre eso —responde él y yo gesticulo una mueca risueña
—Pues no lo sentía hijo. Y no sabía qué había pasado contigo. —comienza a llorar. —Reuní toda mi fuerza y me puse de pie. Tomé a tu hermano y nadé a esta superficie. Y para cuando llegué, vi la escena más hostil que me ha tocado ver en toda mi existencia. —se toma un segundo para tomar aire. —Encontré a tu padre desfallecido. Intenté volver a despertar su corazón, pero llegué demasiado tarde. —su llanto se crece. —Había hombre muerto por doquier, y tenía a dos de los tres amores de vida, inertes en mis brazos. Aún podía sentir a algunos intrusos en mi nación. —lo mira fijamente a los ojos. —Y me llené de una furia enorme hijo. Y los golpeé con ella. —revela con coraje. —Usé todo mi poder y mi furia en contra de ellos. Esa noche el mar rugió y acabó inundando a varias ciudades cercanas
—El tsunami del 23 —escupe Dylan con asombro
—Sí. —corrobora ella sin orgullo en su voz. —Siempre hay daños colaterales. Es algo que no se puede evitar
—Se podría si las naciones hicieran las pases —sugiere este con anhelo en su voz
—Y esa es justo la parte difícil de hacer. —denota su madre. —Desde ese entonces, el aire y el agua no nos llevamos bien. Y el fuego hizo lo suyo con la nación Gavin
— ¿Sabes quién me sacó de aquí? —regresa Dylan al punto
—No. —niega ella con sutileza. —Hay cosas que las aguas sagradas se niegan a revelar, por más que se los pidas. Y hay otras que la misma agua no me deja alcanzar. Ese día solo me dejó ver el cómo tu madre te tomaba en sus brazos y te llevaba a casa. Tuve que reunir toda la fuerza que había en mí para no ir por ti —solloza
— ¿Mamá sabía que no era su hijo? —pregunta este con algo de temor
—Sí hijo. —le responde a los ojos. —Siempre lo supo. Ella te encontró a las orillas de la playa en donde tu cuerpo diminuto y vulnerable reposaba. En ese momento susurré para que te llamara Dylan
—Ósea que siempre supo que era adoptado —habla Dylan, bajando un poco la cabeza
—Hijo. —su madre le toma el mentón y levanta su vista de nuevo. —Tú mejor que nadie debes saber que para ella siempre fuiste y serás su hijo. Jamás hizo ninguna distinción entre tus hermanos y tú. ¿O me equivoco?