Prólogo

Las olas del mar golpeaban fuertemente, como si su aletargada vida dependiera de silenciar algo; embravecidas, parecían el final de una historia melancólica. ¿Sería esa la mejor manera de morir para un marinero? Bien, no debería estar pensando en eso. Hoy no era un buen día para navegar, es lo que diría el capitán. Las nubes estaban de un color cenizo, y la lluvia golpeaba la zona de la popa con tal intensidad que parecía quejarse del barco.

— ¡Oh, qué gran día! — fue lo único que dije en voz alta mientras observaba a través de la pequeña ventana de mi cubículo. Ni siquiera estaba viendo cómo la naturaleza atacaba desesperadamente el día.

Estuve pensando en lo que había descubierto en este viaje. Era difícil de creer que todo hubiera ocurrido antes de que tuviéramos referencias o alguna indicación de cómo evolucionó el hombre en esta tierra. Aunque era comprensible el porqué de muchas cosas.

Sé que esto me traerá muchos problemas en el futuro, ya que no debería saberlo, ni nadie debería recordarlo. Los dioses se aseguraron de que fuera como un susurro tenue de un viento de verano.

Mientras me sentaba en el viejo sillón de roble, el cual llevaba un cojín muy desgastado que ya no cumplía su función, me pregunté:

— ¿Acaso tengo miedo o es que realmente me estaré enfermando? — Respondí rápidamente. No he comido bien en estos últimos días. En fin, no quiero pensar. Lo mejor será guardar todo lo que sé en estas hojas de papel.

Por dónde debería empezar, bueno, ¿presentándome?

— No, ¿por qué debería hacerlo? No soy nadie importante.

Mejor dejarlo como una advertencia. Creo que eso sería un buen comienzo, porque este viaje será largo...

No sé quién leerá esta historia, ni en qué año se volverá a leer, ni en qué siglo, ni cuál será su destino. No podría descifrarlo, ni aunque me dieran otra vida. Intentaré contar la verdad, una historia que se perdió mucho antes de que se escribieran las primeras epopeyas. ¿Podría haber una revolución social? No lo sé.

Esta es una lucha que continúa hasta este momento, así como los pocos que saben y sufren en silencio. La perseverancia de estos acontecimientos solo se mantiene por vía oral, y solo se le permite saber a las distinguidas familias del enigmático continente de "Arkanus". Estoy rompiendo las reglas porque espero sinceramente que esto sea de ayuda para su pueblo y que la llama de la fe no se apague desde ahora en adelante.