.A.R.M.A.

El destino que no pude evitar

El denso humo que recorría todo el lugar fue lo que probablemente me despertó. Entreabrí los ojos todo lo que pude, cuando la tos comenzó a atacar mis pulmones sin que pudiera hacer nada para detenerla. Mi siguiente acción fue tratar de girar mi cabeza, pero solo eso era suficiente para que la náusea me embargara. No podía moverme, ni a ninguna parte de mi cuerpo. Las heridas y las partes rotas eran tantas que apenas si podía sentir dolor. Mi brazo izquierdo, totalmente quemado y calcinado, se encontraba en una posición que de ninguna manera podía considerase “normal”.

Traté de enfocar mi vista que, al igual que mis pensamientos, estaba difusa y borrosa. Al principio creí que la esencia naranja que me rodeaba era producto del golpe en mi cabeza, pero pronto caí en la idea de que estaba rodeado de un intenso fuego. El sofocante calor (si era posible) mermaba aún más mis energías y me impedía visualizar mi alrededor con claridad.

Con un ligero tambaleo del cuerpo comprobé, con aspereza, que me encontraba en un nido de escombros y cables, no tenía forma de escapar. Si no me daba prisa en apartarme de aquí, las llamas me consumirían en pocos segundos.

Tuve que intentar mover mis piernas una vez más y soportar el agobio que atravesó mi cuerpo, para darme cuenta de la situación en la que estaba. Este era el final. No sabría decir si todo este tiempo estuve ignorando la obvia realidad, pero algo dentro de mí, sabía que terminaría así de alguna u otra forma, vencido y abatido. Quizás Dan lo supo ver mucho antes que yo.

Fijé mi vista hacia arriba para observar lo poco que quedaba del tubo de cristal, en efecto, había sido una caída larga, era un milagro que siguiera consciente. Mi idea para escapar del Radiante resultó ser un tanto excéntrica, tal como esperaba, generar una reacción explosiva con una potente batería no fue la mejor de mis ideas. Pero no me arrepentía, no si podía llevarme a una de esas bestias conmigo. Además, si tenía que morir, seria por mi propia mano.

Tal vez Greifer diría que todo esto no tenía ningún tipo de sentido, que había sido obstinado y un idiota, y en parte, hubiera tenido razón. Daba igual si mataba a uno o a dos de ellos, la realidad era que habían acabado con todos nosotros. Eran demasiado fuertes, demasiado poderosos, y desde el principio los humanos no teníamos oportunidad. Por eso, y pese a todo, me hallaba feliz de asesinar, aunque sea a uno. El placer era el suficiente para ignorar el hecho de que me encontraba en mis momentos finales.

Fue entonces cuando me di cuenta de que era alguien con una mente muy simple. Ya me había rendido por completo más de dos veces en el día, y todavía seguía levantándome, confiando en mis maestros y en mis subordinados, quería creer que el futuro no tenía por qué ser tan oscuro.

Pero esta vez era diferente, ya no había nadie en quien apoyarme, ni nada que me incitara a volver a alzarme. Supuse que esa era la razón por la que me contentaba con un logro tan ínfimo. Y supuse también, que eso explicaba porque me llené de una absoluta desesperación cuando vi que, a unos quince metros de mí, un grupo de restos metálicos se disparaba por los aires.

- No… no puede ser posible… pero si yo, yo... ¡No!

Confirmando mis temores más profundos, pude ver como de entre el fuego y la ceniza surgía una figura imponente. Una silueta dorada en medio del caos, que para mí significaba la derrota total. Si después de todo no había logrado vencerlo, entonces nada lo haría.

Tuve la necesidad de escapar de ahí, de correr y huir lo más lejos que me permitiera mi destrozado cuerpo. Era consciente de lo estúpido que me veía moviendo mis brazos y piernas como un muñeco roto, pero era lo poco que me quedaba por hacer cuando me quitaban lo único que me daría paz en mi lecho de muerte.

Después de unos segundos esperando lo peor. Decidí que era momento de calmarme, no podía ser tan débil, tenía que encontrar la manera de sobrellevar la situación, aunque tuviera todo en mi contra. Forzando la vista, advertí que el Radiante se encontraba arrodillado en medio de los escombros, e incluso desde aquí, la sangre que recubría su cuerpo era visible, al igual que los pedazos de carne y huesos desperdigados por su rostro. No se movía en lo absoluto, salvo por la leve respiración de su pecho que me aseguraba el espantoso hecho de que seguía con vida.

- Esta… esta… ¿Inconsciente?

Tuve que meditarlo un momento para asumir que ese era el resultado más normal. Puede que la explosión no lo haya matado, pero al menos, fue lo suficientemente potente para desfigurar su rostro por completo. Lo más factible es que la contusión lo dejara fuera de sí.

Si ese era el caso, aún tenía una oportunidad. Me revolví lo suficiente en los escombros para que el uniforme de mi cinturón se deslizara hacia mi estómago, y con el más leve y calmado de los movimientos, apreté mi único brazo bueno. El alivio me embriagó cuando el arnés metálico de mis dedos se activó, y la última pistola voló hacia mí. Tenía el temor de que la explosión los haya dejado inutilizados.



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En el texto hay: accion, poderes, fantasia y aventura

Editado: 27.05.2019

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