.A.R.M.A.

Interludio I

En medio de la penumbra, y siendo iluminado únicamente por el leve brillo que producía el colisionador, el Radiante observaba con vehemencia el cuerpo de Akil. El chico se encontraba dentro de lo que parecía una gigantesca crisálida blanca, algo similar a un huevo, pero llena de baba y sustancias pegajosas. Ni siquiera su silueta era visible para el ojo humano y, aun así, el Radiante sabía sin ningún tipo de duda que Akil respiraba. Era algo natural, lo necesitaba con vida, por lo que su corazón seguiría latiendo sin importar las circunstancias. Nada podía ir en contra de su voluntad, todo debía de cumplirse.

Para sorpresa del propio hombre, una minúscula sensación de empatía surgió dentro de él, cuando recordó que había decidido que el chico tendría que aguardar allí varios cientos de años, quizás miles. Pero era algo necesario para poder cumplir su plan, el chico y los otros necesitaban sacrificarse…

El hombre se giró inmediatamente, cuando previó la llegada de otros dos seres, segundos antes de que ocurriera. Sabía quiénes eran, sus hermanos, y los únicos que compartían su sangre.

Dos finos cortes atravesaron el espacio de pronto, y de ellos, emergieron dos entes completamente brillantes. El primero, una mujer, llevaba una larga túnica bronceada que cubría todo su cuerpo, y el fino velo que caía sobre su rostro, no permitía revelar más allá de su nariz. Su presencia iba y venía sin ningún tipo de control, y emitía un aura sinuosa, como si en cualquier momento fuera a desaparecer.

El segundo, en cambio, resultaba más vívido que los demás. Traía puesto lo que parecía una bata de laboratorio, junto con una ancha tela dorada que cumplía la función de camisa y pantalón a la vez. Su barba blanca alcanzaba sus hombros, lo que le brindaba un aspecto de madurez y sabiduría.

Los dos se acercaron frente al hombre, y se inclinaron ligeramente. Por mucho que fuera su hermano, aún tenían que mostrarle un profundo respeto.

- Disculpa la demora hermano mayor, tuvimos ciertos inconvenientes al eliminar a los habitantes del Norte.

La mujer se acercó con cierta cautela al pronunciar esas palabras. El hombre casi nunca perdonaba las faltas, y mucho menos los atrasos.

- Intrascendente. Lo importante es que ahora se encuentran aquí, listos para iniciar.

- Gracias por tu comprensión hermano. Por lo visto, has conseguido a otro humano.

En un primer momento, la mujer vio con extrañeza la cápsula blanca, preguntándose que podría ser. Pronto, entendió que se trataba de otra de las extravagantes acciones de su hermano mayor, sin embargo, no se atrevió a decirlo en voz alta. El hombre de la bata blanca, en cambio, no se amedrentaba con tanta facilidad.

- Hermano, con todo mi respeto, debo decir que lo que estas tramando, no funcionara. Tu fin se acerca.

El hombre, admitió eso sin ningún tipo de miedo a las represalias que sus palabras podrían provocar. Al fin y al cabo, su hermano dependía de su poder más que el de ningún otro, no podía permitirse el lujo de asesinarlo, o mucho menos, alejarlo de él.

- Silencio, Gio. Yo prevaleceré, así el propio futuro este en mi contra.

- Eso tu no lo sabes. Escucha hermano, lo más sensato es que abandones este disparatado plan que tienes, y sigas mi consejo, yo…

- He dicho que te calles.

Durante un breve instante, el aire se congeló, y todo el espacio alrededor de Gio se solidificó lo suficiente para sentir la ira del hombre. Su expresión seguía siendo impávida, pero Gio supo que no podía seguir siendo tan insolente. Con frustración, tuvo que guardarse sus comentarios en lo más profundo de su ser.

La mujer, ajena a la discusión, se acercó a la cápsula blanca y la palpó con su mano enguantada, sentía una inmensa curiosidad por el humano que había elegido su hermano. Al recordar, y reconocer la esencia del chico, supo quién era, y porque resultaba tan importante.

Su hermano no estaba equivocado, Akil era alguien particularmente especial. Al igual que los otros ocho…

Una pequeña esperanza nació dentro de ella, al imaginar que, tal vez, el plan que estaban maquinando podría funcionar. Se levantó rápidamente y se giró hacia su hermano mayor.

- Si en verdad deseas realizar lo que te propones, debemos empezar ahora. No es un trabajo sencillo, y no sé cuánto más podremos seguir manteniendo la calma en los otros Radiantes.

- Espera Fai, ¿tú estás de acuerdo con todo esto? Creí que, al menos en esta ocasión, estarías de mi lado.



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En el texto hay: accion, poderes, fantasia y aventura

Editado: 27.05.2019

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