En la zona de control, los cuerpos de Fénix y Arol se iluminaron y desaparecieron del lugar. Para luego reaparecer a unos pasos detrás de Alex.
Llegaron hasta él y se situaron a su lado.
—Ellos han estado conmigo siempre. Desde que tengo memoria me han susurrado a los oídos. —cuenta con un gran orgullo. —No te culpo…No eres el primero que piensa que he sido un completo solitario
—No es posible que hayas recuperado tu poder tan fácilmente
—Me subestimaste y subestimas el poder de la amistad y el amor. Ese ha sido siempre el gran error de la mayoría de las personas a mi alrededor. Ahora verás lo que somos capaces de hacer. Porque uno es otro, otro es cualquiera, y cualquiera…es ambos. —su sonrisa renace, más plácida que hasta hace unos momentos.
Alex visualiza su idea en su mente y luego la transfiere a Arol para ejecutarla a través de él. Se gira y lo mira sonriente.
—Con gusto. —le responde Arol al recibir la idea de Alex y a la cual debía traer a la vida.
Alex levanta sus manos esperando a que Arol y Fénix las tomen. Arol entrelaza la suya sin pensarlo. Fenix no sabía que tenían en mente Arol y Alex, lo único que quería es que ese infeliz fuera destruido, asi que sin meditarlo ni un segundo entrelazó la suya con la de él.
Tomados de la mano, los tres se elevaron en el aire. Una chispa cobró vida y se extendió rápidamente, cubriendo todos sus cuerpos en una masa de fuego. En el interior de esa masa estaba pasando algo insólito. Max y Alfa tan solo observaban unos pocos fragmentos de la escena. Veían lo que parecían ser unas alas que crecían y se extendían con gran asombro. Max tenía la boca semiabierta. Quería conocer el final de ese proceso ya. Por en cambio Alfa estaba tranquilo y sonriente, sabía qué era lo que Alex quería hacer. ¿Estaba sorprendido?, en realidad no. Él sabía mejor que nadie que Alex era capaz de eso y más.
A diferencia de ellos, en el lugar de los hechos Cromatiz no lograba divisar lo que pasaba. El fuego tan intenso irradiaba una luz muy brillante y cegadora por todo el lugar; sus ojos se cerraban casi en automático cuando intentaba mirar directamente a esa dirección.
Finalmente, un ruido ensordecedor se escuchó y esa gran masa de fuego se esparció por todo el lugar, con terrible azote hasta desaparecer dejando un aura nublosa en el ambiente. Ese impacto había debilitado más a Cromatiz; luchaba por ver qué era esa cosa que irradiaba luz en lo alto. Desesperadamente cerraba y abría sus ojos, pero parecía una tarea difícil e incluso imposible; esa luz quemaba sus ojos.
La luz se apaciguó y finalmente Cromatiz logró ver qué era lo que levitaba en el aire. Un hombre cuyas alas eran tan largas que son difíciles de describir con palabras. Su color era como el rojo de la sangre que corre por las arterias; brillante, y su contorno era iluminado por el fuego. Su pecho estaba al descubierto al igual que sus pies. Una prenda cubría su cintura y piernas (era del mismo color de las alas). Las pupilas en sus ojos habían sido inundadas por lava ardiente y su cabello ardía en rojo fuego.
— ¡Imposible! —exclama Cromatiz con voz débil y apagada
— ¿Sabes algo…Cromatiz? —era la voz de Alex.
Claro que era una sola voz la que respondía a los tres, pero la forma de hablar de cada uno era diferente. Y la voz que salía de ese hombre era sin duda la de Alex.
—Debo darte las gracias. De no ser por ti jamás me habría dado cuenta del gran daño que me estaba causando. Cometí el terrible error de poner en duda lo que soy. Gracias a ti la venda que cubría mis ojos ha sido retirada y por fin veo con claridad. Hoy más que nunca…sé quién soy
— ¿Qué esperas? —le dice con enojo y decisión. — ¡Mátame ya!
—Por una extraña razón y por increíble que parezca, percibo bondad en tu interior
—Por supuesto que no. —afirma con repudio. —Yo no conozco eso
—Te disfrazas de maldad, pero en el fondo hay bondad en ti. —le dice haciendo una mueca. —Veamos lo que puede hacer tal bondad aquí dentro
— ¿Por qué no lo mata? —pregunta Max desde la zona de control
—Si conoces a Alex sabrás que jamás destruirá algo de percibir un grano de esperanza en él. —le responde Alfa cerebro con una sonrisa. —Su bondad y toda su imaginación comparten algo en común. —Alfa lo mira. —No existe un límite. —Max sonríe.
El pecho de Cromatiz se iluminó y luego su cuerpo se volvió polvo. La luz que había en su pecho se extendió por todo el suelo rígido. De repente un sonido circulaba en el ambiente. Era como el choque de las olas del mar en las piedras que hay a las orillas de la costa.
La niebla que ocultaba la escena se desvaneció, dejando ver una playa hermosa. El agua era de un color azul claro; un azul muy hermoso. La arena en la orilla pintada de un color gris opaco llegaba hasta la entrada mediante la cual Alex había arribado. A sus orillas, comenzaron a crecer palmas. Se alzaron hasta que de sus copas saltaron cocos. Era simplemente hermoso.
—Una playa. —pronunció Alex mientras descendía hasta la zona arenosa.
Llegó hasta ahí y hundió sus pies en esa arena. La sensación era increíble. Cerró sus ojos y gozó del momento. Después se agachó y tomó la arena que cabía en su puño derecho y la levantó. Sonrío plácidamente. Sus grandes alas alcanzaban a tocar la arena también una vez que se acuclilló.