—Que mentiroso eres —le reclama Alex a Alfa una vez que Max se ha ido
—Si no le decía que podía hacerlo jamás se habría podido ir y sabes que eso sería muy peligroso. Todo está en él. Llegó por su cuenta y debía regresar por su cuenta. Es más capaz de lo que cree
—Lo sé —responde Alex pensativo
—Bien. Si vas a hacerlo hazlo de una vez. El tiempo se agota
—Tienes razón. Regresaré lo más pronto posible —Alex camina a una orilla
—Debes hacerlo —enfatiza Alfa firmemente
—Debo decir que esta forma de viajar no me agrada mucho —confiesa Alex
—La sangre te causa náuseas —le dice Alfa. Divertido
— ¿Puedo vomitar aquí dentro? —llegan a una orilla en donde hay una pequeña tapa de cristal transparente pegada en la pared inferior
—Recuerda que todo está en tu mente. —le responde Arol divertido. —Si lo imaginas, lo creas
—Será mejor no pensar en ello. Mi imaginación me da cada sorpresa. —tuerce sus ojos. —Así que no hagas caso a nada de lo que pase por mi cabeza cuando esté ahí dentro —agrega con diversión mirando a Arol
—Date prisa. —Alfa levanta la tapa para facilitarle el acceso a Alex. —Esto te conducirá hasta
—Hasta el corazón. —termina diciendo Alex con una sonrisa. —Lo sé. —introduce su cuerpo en lo que parece ser un túnel. —Volveré pronto
—Cuidado al caer. —le advierte Alfa y con esto se deja ir.
Rápidamente su cuerpo adquiere una velocidad impresionante, hasta que entra a la corriente de sangre y entonces su velocidad disminuye debido a la densidad de esta. Veía pasar grandes moléculas rojas. Prefirió tapar su boca por cualquier cosa que pudiera pasar.
Después de unos segundos finalmente divisó cuál era la entrada a la zona del corazón y se preparó para entrar. Empujó hacia abajo lo que tenía la forma de una escotilla y esta se abrió. Su cuerpo cayó, pero no se impactó contra el suelo. En cuanto entró, su cuerpo dio un giro en el aire y flotó hasta tocar la superficie interior. Estaba cubierto de sangre. Empezó a levantar despacio su mano derecha y toda gota de sangre que residía en su cuerpo se fue alzando hasta volver al corriente sanguíneo. Una vez que hubo quedado absuelto de toda esa sustancia cerró la escotilla.
La habitación en la que se encontraba era totalmente roja. Había un corazón dibujado en el centro de la habitación. Este tenía aproximadamente medio metro de profundidad y estaba dividido en cinco partes. En el centro estaba su nombre. En el lado superior izquierdo se podía leer “Amor de su vida”. En el lado superior opuesto estaban impresas las palabras “Familia y Amigos”. En la parte inferior derecha se encontraba el nombre “Arol” y finalmente en la parte inferior izquierda descansaba el nombre “Fénix”. El corazón era totalmente blanco y las palabras y nombres estaban impresas en color rojo. Cristales en forma de corazón flotaban en el espacio; cristales de un color brillante y transparente. Todas las partes que conformaban a ese corazón parecían estar iluminadas excepto por la parte de “Familia y Amigos”. Su luz era más débil.
De repente, un tipo vestido de un rojo oscuro salió disparado de una puerta que se encontraba al fondo. Llevaba una túnica, pero su pecho estaba al descubierto para de esta forma dejar ver a su corazón expuesto que latía lentamente. En sus ojos, llevaba unos lentes con tonalidad rosa. El chico tenía el mismo rostro de Alex, pero parecía que en su mirada imperaba el fuego. A paso largo llegó rápidamente hasta Alex y le plantó una tremenda cachetada de doble vuelta, tirándolo al suelo con la segunda. Cualquiera que lo haya presenciado haya sentido el golpe de tan solo escuchar cómo le sonaron.
— ¡ESTÚPIDO! —le grita con coraje mientras Alex se encuentra en el suelo. Este tenía los ojos desorbitados y se sobaba ambas mejillas. — ¿Cuántas veces y cuántas personas te han dicho que confíes en ti? —inclina su cuerpo hacia abajo un poco y no deja de mirarlo con ese enojo tan profundo con el que salió expulsado de aquella habitación. — ¡Casi nos matas a todos! —levanta sus brazos. —Pero bueno. —disminuye el tono de su voz y se para firmemente. —Al fin has tenido una lección y ya lo entiendes. —sonríe. —Ven acá. —hace un ademán con sus brazos, incitándolo a que lo abrace.
— ¿Qué? —escupe Alex mientras se pone de pie. — ¿Primero me golpeas y luego me pides que te abrace?
—Te las mereces. —afirma el tipo.
Este era Bicora. El encargado del corazón.
—Ven. —vuelve a incitarlo a que lo abrace.
Alex lo mira por unos segundos hasta que finalmente logra sonreír y se acerca a él. Le da un abrazo muy fuerte.
—Estás loco —le dice Alex sin soltarse del agarre
—Mira quién lo dice. —le responde Bicora. Alegre.
La forma de hablar de Bicora era muy parecida a la de Alex, solo que la de Bicora sonaba un poco más aguda.
—Bienvenido a tu casa —añade cuando han dejado de abrazarse
—Se siente bien abrazar a tu corazón —le responde Alex alegre y placido
—Y tu corazón agradece recibir esos abrazos. Así que visítame más seguido. Me indigna saber que estés aquí por una razón totalmente alejada a la idea de hacerme una visita cordial