Capítulo 2- Choque de destinos

El tiempo avanzaba como es su costumbre y su legítima naturaleza, más, sin embargo, Alex no había separado su vista de tal ventanal, parecía como si le fuera imposible despegarla de ahí. Pocas veces pestañeaba. No había cesado de presionar ese cojín contra su pecho y su respiración era sumamente leve. Por fuera todo aparentaba estar en completa calma, pero por dentro, un tornado se creaba y tomaba gran fuerza a cada segundo, Pensar demasiado las cosas, darle demasiadas vueltas a un asunto puede llegar a ser muy peligroso, y a pesar de que Alex lo sabía, no había desistido de pensar en lo mismo, una y otra vez.

Christian y Joselyn no se fueron tranquilos a la cama, y no lo estaban ahora, sabían sin lugar a dudas que Alex se encontraba mal, muy deprimido, y que a pesar de que les ordenó retirarse, ellos ya no podían seguir siendo fieles a esa orden. De manera que como si ambos fueran capaces de leerse la mente, bajaron de nuevo a la estancia principal, y lo encontraron todo igual, tal y como lo habían visto antes de marcharse hace ya varias horas.

— ¿Todavía sigues aquí Alex? —le cuestiona Christian con voz tranquila, sentándose de forma muy sigilosa detrás de él.

Tanto este como Joselyn ya llevaban el pijama. Alex se mantiene en silencio, ni siquiera ha pestañado para mostrar que por lo menos lo ha escuchado.   

—Alex necesitas descansar —añade ella, reposada al lado de Christian

— ¿Recuerdan el día que me fui de casa? —al fin gesticula palabra. Gira un poco su cabeza, más no lo suficiente para mirarlos de frente

—Sí —le responde él con voz y actitud apacible

—Sabemos el cómo más no el por qué. —agrega ella, tratando de no elevar mucho el tono de su voz. Alex se gira de nuevo al frente.  

—Era una noche como cualquier otra. —comienza a relatar. —Eran las dos treinta y uno de la mañana. —sonríe. —Lo recuerdo bien. —se le escapa una leve risita irónica. —Estaba sentado en medio de la cama, y la incertidumbre me invadió, me invadieron mil y un preguntas, y no conseguía contestar ni siquiera a una sola. —hace una mueca y baja la mirada. —Abrazaba mis piernas, tal y como sucede ahora. El silencio absoluto predominaba, pero en mi interior una furia omnipotente me azotaba…Una fuerte pregunta me tomó de una mano, y una hiriente duda me tomó de la otra. Y juntas, tiraron de mí y me sumergieron en las imágenes de lo que hasta ese momento había sido mi vida. —ellos tan solo escuchan. — ¿Saben con qué me encontré? —pregunta en forma retórica. —Vi los últimos meses de mi vida, hundidos en un bucle de tiempo, todo igual, nada diferente, y el ver eso te carcome por dentro…Salí al balcón, y dejé que el aire fresco ondeara alrededor de mi cuerpo. Con la mirada en el cielo, los pies en la tierra, y mi mente quién sabe dónde, esa noche tomé la decisión —de nueva cuenta gira su rostro—de irme. —añade haciendo una mueca. —Estaba consciente de que eso sería una decisión repentina, extraña y dura para mis padres, pero si no salía de ahí, terminaría muriendo emocionalmente. —hace una pausa y mira al frente de nuevo. —Esa noche sabía que debía correr hacia algo, de manera que me vestí, tomé mi teléfono, y algo de dinero. Salí corriendo y me detuve justo en la puerta de entrada, para mirar atrás una última vez. Contemplé el panorama con una sonrisa a medias y enseguida retomé mi fuga. Literalmente corrí como no lo había hecho en mucho tiempo. El viento sacudía mi cabello y algunas de mis prendas. Yo llevaba una enorme sonrisa en los labios. —medio sonríe. —Después de varios minutos de estar corriendo, me detuve justo cuando mis piernas ya no podían dar ni un paso más, y los llamé —esta vez casi logra verlos de frente   

—Nos pegaste un buen susto —le reprime Christian de manera neutra  

—Creímos que algo te había pasado —añade Joselyn, mirando de reojo a Christian

—Mi intención nunca fue la de alterar su sistema nervioso. Necesitaba hacer eso, y necesitaba hacerlo solo

— ¿Haya resultado un efecto diferente si nosotros te hayamos acompañado? —le pregunta Christian tratando de mirarlo a través del cristal

— ¿Qué hora es Christian? —este saca su teléfono y lo enciende.

La hora que ve en la pantalla lo deja perplejo, y no solo a él, sino de igual manera a Joselyn quien había echado un vistazo a la imagen también. La hora marcaba exactamente las dos con treinta y un minutos de la madrugada. Ninguno dice nada, Alex conoce el por qué.

—La vida es un juego en el que es difícil de sobrevivir. —prosigue sin aguardar la respuesta de él. —Algunos niveles son sumamente complicados de superar, es por ello que de alguna forma intenta mandarte señales cuando ve que te has perdido. Tan solo debes aprender a verlas. —se gira de nuevo. A ambos los invade una misma pregunta.      

—No saldrás corriendo, ¿verdad? —y es Joselyn quien la escupe por ambos. Alex aguarda unos segundos antes de contestar   

—En aquel entonces yo sabía que debía correr hacia algo, lo que diferencia esta noche con la de aquella vez es que hoy no sé si debo correr hacia algo, o aguardar por algo. No podría salir huyendo, porque sería como decir que voy y vengo. —una sonrisa irónica aparece en sus labios. —Tranquilos. —finalmente gira todo su cuerpo, hasta quedar completamente de frente a ellos. —No iré a ninguna parte. —suelta un suspiro y agacha la mirada. —No sé si lo sepan con certeza, pero siempre he sido un chico muy inseguro, muy temeroso, con mil y un miedos —los mira haciendo una mueca—y se han dado cuenta de que me es muy difícil mantenerme fuera de mi zona de confort. —los mira a los ojos, estos asienten. Ellos querían opinar, pero esperaban a que Alex terminara de sacar todo lo que le afligía en estos momentos, lo que menos querían era interrumpir eso. —Y tal vez se preguntaron o se preguntan inclusive, ¿cómo es que sobreviví a la carrera de actuación? —Alex cierra sus ojos y sonríe ampliamente. —Al par de meses estuve a punto de renunciar. Amaba lo que hacía, pero tenía miedo de en algún momento echarlo a perder. Y entonces apareció él. —los mira de nuevo, sin borrar su sonrisa. —Ese chico de mirada dulce y sonrisa tierna