— ¿A qué me estoy enfrentando realmente? —pregunta Alex mirando a ambos alternadamente
—A un infierno —contesta rápidamente Fénix
— ¿Podrías ser más sutil? —le reprime Arol con una pregunta. Mirándolo con ojos grandes
—Ese es tu trabajo ¿no? —le contesta este, engreído
—A ver ya. —les dice Alex. Pone una mano en el pecho de cada uno. Estos se miraban fijamente. —Por favor ya dejen de hacer esto. —les dice firme. Los mira a los ojos. —Dime Arol. —lo mira solo a él. — ¿Qué es este lugar?
—Es uno de los lugares más profundos de tu mente —responde con voz neutral
—Y peligroso —lo interrumpe Fénix. Alex se gira a mirarlo y luego regresa a Arol
— ¿Por qué peligroso? —Arol se muestra algo renuente e indeciso a responder. —Vamos. No estamos como para que me oculten cosas —añade serio
—Es un lugar que aprovecha cualquier oportunidad para arrastrarte a lo profundo de su tempestad. —comienza este a responder. —Hay una razón por la que se llama “El laberinto de la razón”. —le dice a los ojos. —Te adentra en su territorio. Te da lo que quieres tener. Te dice lo que quieres escuchar. Pero cuando menos te lo esperas, te lo arrebata. Usa tus propias armas para atacarte y destruirte. Te confunde. Te llena de ideas. Saca a flote tus peores miedos
—En fin, su misión primordial es no dejarte salir —termina de decir Fénix
— ¿Y esto pasa cuando…? —Alex agacha la mirada y el cielo vuelva a iluminarse un par de veces. Sube la mirada y los mira. —Cuando pienso demasiado en las cosas —se responde a sí mismo. Arol asiente
—Por eso somos tan persistentes en pedirte que no pienses demasiado las cosas —le dice Arol
—Intentamos alejarte de este lugar. —prosigue Fénix. —Ya que si te internas en él —lo mira a los ojos—sacarte de ahí será un pedo
—Ya me he internado en él. —se gira y observa la entrada al laberinto. — ¿Cierto?
—Tienes una memoria excelente Alex —le alaga Fénix en tono sarcástico
—Vamos a entrar. —continúa Arol. —Necesitamos que te quedes cerca. —le toma los hombros con fuerza. —No te alejes. —le dice con firmeza. —Y ten mucho cuidado con lo que piensas. Este lugar es traicionero, astuto y audaz
— ¿Cómo sabes tanto sobre este lugar y todo lo demás? —le pregunta Alex, con sumo interés
—Bueno cuando me alejaste de ti, en algo tenía que ocupar mi tiempo ¿no? —Alex agacha la mirada
—Lo siento —le dice luego, con gran pesar
—No era un reclamo. —le responde este a los ojos. Lo suelta. —Andando. —sin esperar respuesta, este se pone en marcha.
Alex se queda de pie, analizando su argumento. Fénix lo mira, tiene una expresión de pena en el rostro, hasta él había sentido lo doliente que había sido esa respuesta, e incluso por sorprendente que parezca, ahora se sentía mal de haberlo mencionado hace un rato. Este le hace un ademán con su cabeza para incitarlo a seguir a Arol. Alex asiente despacio y sigue las huellas de Arol.
Descienden un espacio rocoso y nada firme para posicionarse en la entrada. Arol ya se encuentra en ella, y observa el callejón tenebroso y oscuro por el que están a punto de ingresar.
—Quédate en medio —le dice Arol, girando su rostro para verlo
—Pase lo que pase no vayas a separarte. —prosigue Fénix. —Y mantén tu mente en blanco
—Cada vez que alguien me pide eso lo único que logran es que piense en todo más no en nada —le responde torciéndole los ojos
—Tu mente no puede dejar de trabajar ni un segundo, es algo con lo que tienes que aprender a vivir —le dice Arol
—Y supongo que también en eso sobresalgo del resto —asume mirándolo
—Todo gran don requiere de un gran sacrificio —le responde este con voz apacible
— ¿Les parece si dejan de filosofar y entramos? —les dice Fénix con algo de desagrado. —Cada minuto que pasa es un minuto perdido
—Bien. —Alex toma aire y es el primero en dar el primer paso hacia el interior.
Los demás lo siguen de inmediato y se sincronizan a sus pasos. Apenas y cruzan la entrada, esta se cierra, con enredaderas uniéndose, entrelazándose con gran fuerza y de esta forma impidiendo el acceso, y en sí el retorno a la salida por ese lado. Un leve viento se impacta sobre ellos acorde al acto antecesor.
— ¿Qué sucede? —pregunta Alex enseguida, muy nervioso y algo temeroso
—El laberinto detecta a quién entra en sus dominios. —le responde Arol mirando la ahora bloqueada entrada que les había permitido el acceso hasta hace apenas unos segundos. Este lo mira. —Sabe que estás aquí. Sabrá cómo atacar —Alex traga saliva
—Eso complica las cosas —agrega Fénix con gran desagrado
—Hay algo más que debes saber. —dice Arol con algo de nerviosismo, y ya que eso no es algo normal en él, pone en alerta a ambos. Los dos lo miran, esperando a que prosiga. —Nuestros poderes están limitados aquí —termina de decir, apretando los dientes
— ¡¿QUÉ?! —la exclamación y la total sorpresa y desaprobación por parte de Fénix no se hace esperar