— ¿Cómo hiciste eso por ejemplo? —le pregunta Fénix
—Cómo lo hicieron, querrás decir. —aclara Alex, con una sonrisa. Fénix y Arol se miran confusos. —El poder es de ustedes chicos, yo solo puedo tomarlo prestado. —Alex se acerca hasta quedar frente a ellos. —Ustedes son como la tinta de mi lapicero, sin ustedes sería imposible el intentar dejar marca sobre una hoja de papel, tan solo se marcaría un trazo de tinta invisible, imposible de percibir, tanto para mí, como para los otros
— ¿Me estás diciendo que
—Absorbe nuestros poderes. —le interrumpe Arol. Está sonriendo. —Eso intenta decirnos —Alex asiente, igual de sonriente
— ¿Y cómo supiste que podías hacer eso? —inquiere Fénix todavía atónito
—De hecho, no lo sabía, bueno o no lo recordaba al menos. —se torna pensativo. —El recuerdo llegó de repente, en el momento adecuado
—Y eso tiene un nombre. —afirma Arol. —Alfa cerebro
—Ingresemos. —Alex sujeta el antebrazo de ambos y se teletransporta junto con ellos de nuevo al interior de la ciudad madre, justo en donde a su frente ya les aguarda Alfa cerebro. —Chicos vaya que esto se siente increíble —añade una vez que aterriza de nuevo
—Parece que lo disfrutas —le dice Fénix con una sonrisa
— ¿Qué fue lo que pusiste en el Mar de los recuerdos? —le pregunta Alex enseguida
—Siento que la respuesta solo tiene dos destinos. —le responde Alfa con una sonrisa. —Tan solo se ha liberado un recuerdo. —les dice este tan solo a Fénix y Arol. —Lo suficientemente fuerte como para que Alex supiera qué hacer
—Proviene de un sueño ¿cierto? —dice Arol
—No se te va una Arol —le alaga Alfa
—Eh hola. —dice Fénix. —Estoy aquí y odio parecer que soy el único que no está entendiendo nada
—Cuando era niño —comienza a decir Alex—tuve un sueño, en él, yo absorbía sus poderes, podía usar las habilidades de ambos —sonríe—y volaba con ustedes, solo que apenas pude recordarlo al despertar, porque luego
—Lo olvidaste. —le interrumpe Alfa. —El recuerdo fue bloqueado
— ¿Por qué? —pregunta Fénix de inmediato
—A mi parecer no representaba ningún peligro para Alex. —lo mira de reojo por una milésima de segundo. —Pero el Supremo Fénix tenía una opinión diferente
— ¿El Supremo Fénix? —escupe Fénix al instante
—No me sorprende que te sorprenda, créeme que para mí fue tan extraño como lo es ahora para ti el escucharlo —explica tratando de no perder el hilo
—Creí que solo yo podía tener contacto directo con él —Fénix es un tanto celoso, eso siempre lo he sabido, y, por lo tanto, el propio Alex lo es
—Contacto directo físicamente sí. —le aclara Alfa. —No lo vi, tan solo lo escuché. —le dice a los ojos. —Me sugirió por no decir me ordenó. —sonríe a medias. —Que por el bien de Alex, Urón debía encarcelar ese recuerdo
— ¿Y por qué lo has desbloqueado ahora? —pregunta Arol
—En su momento me dijo que algunas armas de batalla llegan con anticipación, el usarlas cuando no se cuenta con la preparación necesaria y el poder de ellas nos sobrepasa puede llegar a ser muy peligroso. —prosigue Alfa. —Dijo que llegó en el momento inadecuado, pero que yo sabría cuando sería el momento adecuado para usarla, y bueno, hoy fue ese día, lo cierto es que nunca se equivoca
—Siempre va mil kilómetros de vuelo adelante —escupe Fénix con algo de humor
— ¿Y cómo es que ahora podemos usar todo nuestro poder? —pregunta Arol, era un curioso por naturaleza, y debía colocar cada pieza del rompecabezas en su respectivo lugar
—Siempre pudieron hacerlo, el problema es que ninguno tiene el control total de su poder, al tratar de usar más de lo propiamente manejable se les terminaba saliendo de las manos, y el poder se volvía en su contra. —explica Alfa. —Alex funge como regulador, así es como ahora pueden sacarles el máximo provecho a sus habilidades, y ya sabe muy bien cómo hacer eso —mira a Alex
—Puedo hacer uso de las habilidades de ambos, pero como ya les dije, la magia es de ustedes, yo solo soy una fuente de descarga —explica Alex, con una mueca risueña
—Correcto. —añade Alfa. —Pero eres más fuerte debido a que combinas el poder de ambos. Lo suficiente para ejecutar lo que ahora cruza por tu mente
— ¿A qué se refiere? —quiere saber Fénix
—No podemos seguir así. —le contesta Alex. —Necesitamos establecer un orden o voy a terminar volviéndome loco. —ríe, irónico. —Necesito darle a cada uno su espacio, y su dominio. —Arol y Fénix se miran de reojo. —Necesito dividir el Mar de los recuerdos, en secciones
— ¿Cómo has de hacer eso? —le cuestiona Fénix.
Alex sonríe, abre moderadamente sus brazos y mantiene sus palmas en dirección al suelo. Sus ojos vuelven a brillar con ese azul tan intenso al igual que sus manos y en un instante una copia del suelo comienza a ascender, hasta casi llegar a la mitad de la altura de la media esfera. Alex comienza a mover sus manos de un lado a otro, posiciona un techo, convierte el suelo de un cristal azulado que hasta uno teme pisar por miedo a que pueda romperse. Todos se hacen a un lado para permitirle trabajar.