Desperté para ir a trabajar, tome mi maleta para volver a entrar a mi fuente de estrés, no pensé que mi gran sueño de pequeño de ser abogado sería tan frustrante o debe ser el simple hecho de que tengo mil cosas en mente.
Llegue a los 20 minutos, ya podía sentir la oficina con muchas cosas encima, decidí no entrar aun a mi oficina, al momento llego mi jefa, con una actitud muy enérgica y a la vez impetuosa, me ordeno unas cuantas cosas, así comenzó otro día aburrido de trabajo.
Luego de un par de horas trabajando, fui a mi cafetería favorita, quien diría que ese lugar seria mi fuente de mis poemas.
Llegue a pedir lo de costumbre, un expreso doble con crema, la mesera ya me distinguía hasta incluso me preguntó si aún jugaba con la pluma y el papel, le respondí con una sonrisa:
-últimamente no hay ideas, o falta una explosión de sentimiento, usted sabe.
-eres un chico muy joven, recuerdo cuando llegabas y solo te dedicabas a escribir, eras tú solo contra el mundo, casi parecía que te desconectaras de este mundo terrenal.
-señora, yo solamente escribía cosas sin sentido alguno-Le respondí con humor-
-lo que tú digas, yo nada más digo. Ya le traigo su cafecito
Me puse a pensar en esa plática y llegué a la conclusión de que esa señora me vigilaba de cerca o quizás era yo que parecía estar en las nubes.