¿Cuánto tiempo ha pasado?
¿Uno? ¿Dos?
No lo sé, simplemente no recuerdo con claridad, cuando fue que empezó todo.
En que momento, mi vida se convirtió en esto.
No hablaba con nadie más, estas palabras son solo una parte de su mente.
Aquella que aún conserva una parte de su conciencia.
Pero de a poco pareciera que se fuera apagando, dejando que aquel lado maligno que ha estado siempre con él, lo domine.
Dejarse llevar para obtener poder, éxito, volverse el patriarca, a toda costa.
Aun después del tiempo que ha transcurrido, existen momentos en que su lucidez vuelve, y comienza a preguntarse si este fue el mejor camino.
Sus manos están cargadas de sangre, y no de cualquiera…
Si no de inocentes, que el mismo acabo con su vida.
¿Se arrepiente por eso?
En las noches que puede recordar y pensar bien.
Si, puede que sí.
Pero ahora, es mejor dejarse consumir por aquella maldad, es la única salida que posee, para no atormentarse.
Como si creara una barrera, para no tener que enfrentar su realidad.
Ya que cada vez que lo hace, como justo en este preciso momento, desea volver el tiempo y que fuera tan diferente.
Recuerda a quienes daño, y lo lamenta, pero no puede hacer más.
Puede que la carga de conciencia, se suficiente para que se sienta mal, pero guarda la compostura.
Sin embargo la sonrisa que jamás volverá, una voz que nunca regresara a pronunciar su nombre y un tacto que en su vida podrá sentir nuevamente.
Aquella persona que se volvió su mejor amigo, con el que compartió tantas cosas, por ser mayores.
Con quien podía entrenar sin miedo a que fuera más joven.
Demostrarse mutuamente sus avances.
Cuidar de aquellos niños que al final todos fueron una extraña familia, pero eran tan felices en su inocencia.
Momentos en que podía olvidar su deber y ser solo un joven, que apenas iniciaría su adolescencia.
Que de repente podía cometer algún error e involucrarse indirectamente en travesuras.
-Saga, no tienes que ser tan serio siempre-
-Mira, ¿No es adorable mi hermanito?-
-Te hice esto por tu cumpleaños-
-No llores, sé que duele, pero déjame curarte-
-Wow felicidades por convertirte en el caballero dorado de Géminis-
¿Por qué…?
-¿Por qué quieres asesinar a la bebe Atena?-
-Este no eres tú, por favor… Reacciona-
Tus palabras no sirvieron, esa noche… Perdí ante la oscuridad de mi corazón.
Y lleve a muchos a ese abismo.
Solo recordaba aquellas escenas con su amigo, que se había logrado convertir en más que eso, pero nunca tuvo el valor de revelarle sus sentimientos.
Ahora, sentía que insultaba el recuerdo de aquel noble joven, con esos sentimientos que no valían nada.
En sus aposentos, podía quitarse la máscara que ocultaba el rostro del falso patriarca.
Pero aun así, prefería no hacerlo, verse al espejo… Contemplar su rostro, le repugnaba…
No se perdonaba lo que había hecho.
Aquellos dolores de cabeza que de repente asaltaban su tranquilidad, volvían cuando Saga, su verdadera conciencia, su verdadero ser dominaba.
Pero solo eran momentos pequeños.
Causando se derrumbaba, y dejaba escapara su dolor en lágrimas.
Solo en el suelo frio de la cámara privada.
Todo lo lamentaba, quería volver a esos días en que su vida solo se comprendía, en entrenar, hacer sus deberes indicados por el pontífice que el mismo asesino, cuidaba a aquellos mocoso, como a veces la paciencia fallida les hablaba.
Y sobre todo, las tardes que pasaba con Aioros.
Muchas veces, deseaba confesarle lo que sentía.
Pero no fue lo suficientemente fuerte para hacerlo.
Ya hora ¿Qué le quedaba?
El arrepentimiento de no haberlo hecho.
Y ahora lo perdió para siempre.
Más si él es el único culpable.
-Perdóname… Aioros, perdóname… por favor…- Le rogaba a la nada, su rostro entre sus manos, dejando escapar las lágrimas que se habían vuelto mares de pena y dolor.
-¿Por qué tuviste que ser tú?- Sus ojos Viridian, cristalizados, fruncía el ceño de molestia, pero no con aquel castaño, sino contra sí mismo.
-¿Por qué tuviste que llegar?- Apretaba aquella túnica, vestimenta destinada para el patriarca, su desesperación aumentaba.
-¿Por qué te interpusiste?- Solo lloraba, reviviendo ese momento, en donde deseo que esa única persona que jama quiso que lo veía de esa forma, se enfrentó a él.
-Pedí tu cabeza- Mordió su labio inferior –Te tache de traidor, cuando…- No pudo seguir hablando.
Aquel dolor volvió más fuerte que nunca.
Significaba una sola cosa, ese pequeño lapso de lucidez estaba acabando, debía volver a ocultar su verdadera careta.
-Si te pudiera tener de nuevo frente a mí…- Se logró levantar tambaleándose, sufriendo todo ese dolor, para buscar algo entre sus pertenencias que había logrado ocultar.
Se suponía que el caballero de Géminis, había desaparecido, y así se debería mantener.
Oculta en una caja de madera, bastante mal hecha y maltratada, guardaba con mucho recelo algo que quería conservar siempre.
Una de las cintas rojas, aquellas que Sagitario usaba y volviéndose su distintivo.
Fue en una fecha muy especial para ambos, pero como el buen detallista que el Noveno joven guardián era.
La recordó y pensó darle algo para que Saga siempre lo recordara, adelantándose a cuando fueran a misiones y no se vieran en días, o entrenar a sus propios alumnos en diferentes lugares si fuera necesario, se recordarían.
-¿Por qué me das esto?-
-Sé que no lo recuerdas, pero hoy hace trece años nos conocimos y nos hemos hecho buenos amigos-
Esa sonrisa que le dedico en ese momento, provoco que sus mejillas se volvieran rojas, su corazón latiera.
Deseaba transmitirle esos sentimientos que poseía por él, pero de nuevo no fue lo suficientemente fuerte.
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Editado: 06.04.2025