Arrepintiéndome de ser tuya.

♡D O S

Salí de nuestra casa más temprano que de costumbre, necesitaba ir a Dollar Tree a comprar pinzas para cocina de silicona, tenía una actividad sensorial para mis pequeños y a pesar de que el aula y el almacén contaban con muchísimos materiales recreativos, no había lo que requería para que hiciéramos esa actividad.

Me encantaba hacer planes de actividades semanales e incluso diarias, la realidad era que con niños tan pequeños como a los que estaba enseñándoles, no siempre había oportunidad de seguir al pie de la letra mis planeaciones, si algo había aprendido en todo este tiempo, era que ni los bebés ni los niños debían adaptarse a nuestras rutinas, sino nosotros a las rutinas que ellos tenían, aún con todo eso, me gustaba enumerar las posibles actividades que realizaríamos a lo largo del día para no sentirme tan perdida.

Despuées de algunos minutos de camino, ingresé a la plaza en donde estaba la tienda a la que ocupaba ir, aparqué el auto y bajé de él con entusiasmo, todo lo que tuviera que ver con mis pequeños estudiantes me causaría alegría.

Tomé una de las múltiples canastas que reposaban a la entrada y directamente caminé hacia el pasillo de utensilios de cocina y conté las pinzas necesarias para que todos mis mini estudiantes pudieran hacer la actividad sin problema alguno.

Iba a pagar cuando atravesé un pasillo de juguetes para niños, tomé algunos patitos de hule y me dirigí al pasillo de repostería para tomar algunos colorantes vegetales, no planeaba realizar esa actividad hoy, pero me pareció buena idea comprar las cosas necesarias de una vez.

Por lo que restaba del ciclo escolar, seguiría impartiéndoles clases a los niños de 2-3años, me encantaba mi trabajo sin importar la edad de los pequeños, pero debía admitir que disfrutaba mucho trabajar con pequeños de 4-5años, a esa edad ya acataban órdenes con más facilidad, amaban obtener nuevos amiguitos, cuestionaban todo a su alrededor, les fascinaba escuchar cuentos y los entendían, su imaginación se aceleraba como en ninguna otra etapa, puede decir su nombre y apellido sin titubear, relata sobre lo que hace fuera de la escuela con sus padres, hermanos y familia, a esas alturas ya sabía nombrar colores, figuras y partes del cuerpo, ya entendía las instrucciones para llevar a cabo actividades de baile, deporte y juegos, ya definían conceptos básicos de tiempo y ya les llamaba mucho la atención los animales y cosas de las que antes ni se inmutaban, en definitiva esa era mi etapa favorita para ser docente por lo dinámico y entretenido que era para ellos como para mí aprender cosas nuevas, siendo docente de pequeños, nunca dejabas de aprender y esa era una de las tantas razones por las que adoraba mi profesión.

Por ahora seguía impartiendo clases en la etapa de educación inicial, me enfocaba en enseñarles modales a los pequeños, enseñarles formas, colores, animales y actividades motrices básicas, por supuesto que cada enseñanza era lenta y llena de paciencia, pues lidiar con niños que estaban en la etapa más temida de la infancia «los terribles dos» no era nada fácil, se requería mucha fortaleza para no perder la calma, lidiar con algunos posibles berrinches que podían ejecutar y sobre todo, ser un buen ejemplo para ellos en todos los sentidos, pues a esa edad era cuando los pequeños más imitaban las acciones de las personas a su alrededor.

Los 2 y 3años eran una etapa muy agotadora tanto para los padres como para mí, pero al final del día era muy satisfactorio ver a los pequeños siendo amables, juguetones y sobre todo, felices, me gustaba creer que los niños a tan temprana edad se transformaban en lo que las personas a su alrededor les brindaba, era por eso que intentaba ser la mejor versión de mí cada que me despertaba, tal vez seguía en el intento de ser madre sin resultado alguno, pero era un ejemplo a seguir para mis más de 16 alumnos que a diario esperaban por mí en el aula de clases «era un grupo chico por la edad de los niños, conforme más crecían, más numerosos iban haciéndose los grupos, por ejemplo el aula de último grado, tenía más de 40 pequeños, ¡bendita la maestra que se hiciera cargo de ese amplio grupo!».

Al terminar de hacer mis compras, regresé al auto y sin más preámbulos conduje hasta la institución infantil en la que trabajaba.

Aparqué en el área exclusiva de docentes y con las compras que hice, fui al aula de profesores, tenía que imprimir material para mi clase, usualmente realizaba eso en casa, pero entre los exámenes que imprimía mi novio y mis múltiples manuales, la tinta se nos acabó y seguíamos sin comprarla, lo que provocaba que tuviésemos que imprimir todo en las instituciones tal y como debería de ser, pero éramos tan diferentes que no nos gustaba perder mucho tiempo imprimiendo fuera de casa, algo que debíamos de recordar para poder comprar la tinta y que todo siguiese funcionando con normalidad.

Saludé a algunas profesoras que fueron ingresando a prepararse una taza de café y otras tantas a desayunar, yo lo hice desde casa porque el café no me encantaba y prefería desayunos pesados como licuado de fresa, waffles con huevo revuelto y tocino, era delgada, pero debía admitir que los genes de los Berrie eran una completa locura, nada nos hacía engordar, algo que estéticamente me agradaba, pero en cuestión de gestación me incomodaba un poco, sobre todo después de lo que Alaia mencionó sobre mi cuerpo, anhelaba que llegara el día de nuestra próxima cita para que pudiese entregarme la dieta que prometió que me haría de acuerdo a mis necesidades y complexión.

Hablando de Alaia, nuestros exámenes ya estaban en proceso, decidimos hacérnoslo un día después de nuestra primera cita, pero eran tantos que tomaría unos días para que nos entregaran los resultados y que se los pudiésemos mostrar a la nueva ginecóloga, esta nueva etapa causaba una gran emoción, dicha y por supuesto que temor en mí, temor de que ni siquiera con la obstetra más recomendada de la ciudad pudiésemos procrear.




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