Arte en Movimiento

Capítulo 9. Favores buenos y no tan buenos.

Farijh.

–Pasa, Meredith –invité a mi amiga, haciéndome a un lado para que pudiera entrar a mi hogar –. ¿Qué te trae por aquí?

–Vine a pedirte un pequeño favor –comenzó a decir de manera tímida.

–¿De qué se trata? –pregunté, ofreciéndole asiento en la sala.

–Bueno, en unos días tengo mi primera cita con Taehyung, así que quería darle algo especial –suspiró de manera suave –. El admira demasiado a tus padres, así que pensé que podrías ayudarme a pedirles una escala de una de sus pinturas favoritas, para dársela de obsequio.

–¿Él sabe quiénes son mis padres?

–Los conoce de manera artística, pero no conoce el vínculo que tienen, no le dije nada de eso, tranquila. Sé que es importante para ti que se respete tu privacidad.

–Te lo agradezco –sonreí, aliviada de su lealtad hacia mi secreto –. Puedo ayudarte con eso, no dudo en que mis padres no quieran hacerlo.

–Muchas gracias, Farijh. Me apena un poco pedirte esto, pero no sabía a quién recurrir.

–No te sientas de ese modo, me gusta ayudar –aseguré, observándola un poco más –. Realmente te ves muy feliz, nunca te había visto así de sonriente.

–Confieso que se siente algo extraño, pero, no se siente tan mal –murmuró, bajando un poco la mirada al suelo –. Siempre he esperado que las cosas me salgan mal o que nunca alcance la felicidad por las cosas que creí provocar, al menos, desde que mis padres fallecieron y me decidió dedicarme a Rosie.

»Creí que, de ese modo, ignoraría la tristeza que sentía, pero muchos días no eran más sencillos que los otros. Luego, llegó Taehyung, quien me hace reír y sonreír de un modo tan espontaneo, que no me doy cuenta hasta que ya ha pasado un par de minutos –sonríe, como si recordara esos momentos, alzando de nuevo la mirada.

»Puedo admitir que me han llegado a gustar un par de chicos en mi vida, y puede que llegue a sonar cursi, pero con Taehyung todo se siente más bonito y real, es la primera vez en mucho tiempo que rezó para que no se acabe esta sensación.

Al principio, no tengo palabras para responder a todo lo que me dice, porque verla así de cautivada, radiante y feliz me hace preguntarme si un amor real es así de bonito. No recuerdo a algún chico que me gustase de esa forma, así que tengo una genuina curiosidad de saber si todos los amores son así.

–¿Es así de bonito? –preguntó de repente.

–¿Qué cosa?

–El amor, que te guste alguien. ¿Es así de bonito?

–¿Por qué preguntas eso? A ti también te gusta alguien, te gusta Jimin –recordó, sonrojándome de inmediato.

–¿Qué? Yo no…

–Lo siento, Farijh, pero es bastante obvio –se disculpó con una pequeña sonrisa.

–¿Él lo sabe?

–No, ni siquiera se ha dado cuenta.

–Oh, qué bueno –suspiré aliviada –, además, seria vergonzoso que lo supiera. Sólo me gusta de una manera platónica, no romántica.

–Nunca he entendido eso de los platónicos.

–No es tan difícil. Visualízalo como que te guste algún cantante o actor, puedes llegar a amarlo y todo eso, pero sabes que tus sentimientos no irán mas allá, y mucho menos, que una relación entre ustedes sea posible, sólo lo admiras a la distancia, agradándote la imagen que te muestra cada vez que lo vez a través de la pantalla –expliqué.

»Conocemos sólo una parte de ellos, lo que nos muestran delante del escenario y las cámaras, pero, ¿si hay hábitos que nos decepcionan? ¿Qué pasa si nuestras ideas chocan con las suyas? Eso podría ser un problema. Lo que siento por Jimin es admiración, respeto, y sí, me gusta mucho su físico, pero no lo conozco lo suficiente para decir si lo amo profundamente.

–Se escucha como algo muy complicado –murmura ella, rascando el lateral de su cabeza –, sin embargo, puedo asegurar que Jimin es un gran hombre, trata a Rosie como una princesa y a Anya como una hermana menor, es muy lindo.

–Eso es muy bueno, además…

–¿Qué?

El admira a Elena, no a mi pensé, sacudiendo la cabeza ante el pensamiento.

–Seria incómodo desarrollar sentimientos así, cuando trabajamos juntos y él no lo sabe.

–Pensé que se lo habías dicho –comentó extrañada.

–Seria confuso para él, además, lo prefiero así.

–De acuerdo –acepta, volteando al escuchar la puerta ser abierta.

–¡Oh, Meredith! Que sorpresa tan agradable –exclama mi abuela, entrando a la sala con una sonrisa.

–Señora Juliet, es un gusto saludarla –le sonrió ella, levantándose para darle un abrazo.

–Ya te he dicho que puedes llamarme Juliet –le recordó, palmeando levemente su cabeza –. ¿Cómo está la dulce Rosie?

–Muy bien, la traeré un día para que la salude.

–Me parece perfecto –sonríe satisfecha –. Traje un poco de comida, ¿gustas quedarte con nosotras a comer?

–Es una buena idea, abuela –aplaudí emocionada.




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