Jimin.
El reloj en mi mesita de noche marca las 02:30 de la madrugada, una hora en la que nunca estoy despierto. El sueño aun no invade mi cuerpo de ningún modo, sobre todo, porque no puedo dejar de pensar, algo que solo una persona ha logrado:
Farijh Spencer.
Cuando supe que su cumpleaños se acercaba, quise darle un regalo bonito, algo que la hiciera sonreír de esa manera tan bonita que casi no deja ver. Al acompañar a JungKook a las joyerías, logré encontrar unos bonitos aretes que sabía que le gustarían, pues en nuestras pocas conversaciones, he sabido que las flores le gustan mucho.
Regresé después a esa joyería, las compré con antelación, preparándolas en una cajita muy bonita, pero cuando fue hora de dárselos, no tuve mucho valor. Muchas veces me tuve que dar ánimos para hacerlo, hasta que por fin lo hice, porque me distraía admirándola a la distancia, deslumbrado por toda la felicidad que desbordaba.
Todo en ella brillaba, se veía tan confiada, segura y en paz, se veía hermosa. Cuando por fin decidí acercarme, me sorprendí de escucharla suspirar con anhelo, y aunque le pregunte, no obtuve ninguna respuesta. No dude en decirle lo bonita que se veía, un halago que la tomó por sorpresa, fijándome en sus mejillas sonrojadas y su mirada asombrada.
Me reí dulcemente de su reacción, pero fui yo el sorprendido, cuando me abrazo de pronto, luego de darle el regalo que tanto había deseado darle, dejándome sin palabras en ese momento. Farijh era cálida, delicada y pequeña, estábamos tan cerca que podía oler a la perfección esa suave fragancia que la rodea, sentía su respiración en mi cuello, lo que erizaba mi piel, aceleraba mi corazón y me hacía estrecharla más en mis brazos.
Una de mis manos se colocó en su costado, sintiendo lo estrecha de su cintura, y cuando mi otra mano iba a ir hacia su cabeza, se separó de repente, mirándonos frente a frente. Era la primera vez que la tenía tan cerca, que podía detallar sus rasgos, lo pequeña de su boca, lo respingada de su nariz, lo brilloso de sus ojos, lo redondas que eran sus mejillas.
Un suspiro sale de mis labios, bajando la mirada a sus labios rosados, hasta que ella dio otro paso hacia atrás, distrayéndome y avergonzándome por mis pensamientos e irritado por la ausencia de su calidez. Quería tenerla cerca, así que la invite a bailar, pero nada me preparó para la belleza de su sonrisa y la emoción de su voz al decirme que sí. Fue un ataque directo a mi corazón.
Me hizo sentir dichoso ser la razón de su felicidad, así que con esos ánimos fuimos a la pista de baile, sorprendiéndome al descubrir lo bien que bailábamos juntos. No puedo negar que fue algo glorioso, divertido y extramente familiar, había una conexión innegable entre nosotros, éramos tan compatibles, que Jin nos tuvo que separar para finalizar la reunión.
Ya han pasado varias horas desde ese evento, pero aún sigo pensando en lo bien que baila, lo hermoso de su sonrisa y como mi corazón se acelera apenas recibo una leve mirada suya. Estoy sintiendo más de lo que esperaba, pensando más detalladamente y distrayéndome en varias ocasiones.
Está volviendo un caos mi mente, pero no es algo malo, no se siente como un reproche o algo así, es cálido, reconfortante y bonito, un caos que no espere pero que se siente tan bien, que sólo quiero más y más de él. Observo el techo, conversando conmigo mismo, pensando, rememorando esa noche, hasta que sin darme cuenta caigo dormido.
Fue un sueño ligero y rápido, como si sólo cerrara mis ojos por unos minutos, y al abrirlos, ya estuviera amaneciendo, algo que fue confirmado por la luz del sol colándose por las cortinas de mi ventana. Vuelvo a mirar el reloj, notando que son las 10:30 de la mañana. Dormí bastante, aunque no lo sentí de ese modo.
Me estiré, relajando y estirando mis músculos, desprendiéndome de los últimos vestigios de sueño, levantándome de la cama para ir al baño a asearme como corresponde. Ya listo, salí de mi habitación al comedor, observando a Taehyung en el comedor, comiendo lo que parecía ser pan tostado.
–Buenos días, Jimin –sonrió, saludándome con la mano libre –. ¿Qué tal descansaste?
–No muy bien, siento que la noche fue muy corta –suspiré, sentándome a su lado, tomando una de sus tostadas para comérmela.
–¿Y qué fue lo que te quitó el sueño?
–Más bien quien, porque fue una persona la que provocó eso.
–Espera un momento –se gira, observándome bastante sorprendido –, ¿vas a admitir en voz alta que Farijh te gusta?
–Bueno, me parece linda, adorable, me gusta cuando sonríe y tenerla cerca me hace sentir cálido aquí –señaló mi pecho –. ¿Eso es suficiente para considerar que me gusta?
–Lo sientes más que una atracción, ¿no es así?
–Dejo de sentirse así desde hace mucho tiempo. ¿Acaso te sentías así con Meredith? –pregunte curioso.
–Ahora que lo pienso, todo fue demasiado rápido –murmura después de pensarlo por unos momentos –. Primero me llamo la atención, cuando fui conociéndola me fue cautivando más y más hasta que poco a poco fui enamorándome. De todas maneras, la manera en la que sentimos es diferente, así que no creo que mi situación te ayude mucho.
–Creo que sólo me queda descubrirlo poco a poco.