Arte Marginal: retrato de una asesina

EL SENA

El Sena, río emblemático de Francia, famoso por su belleza y su papel en la historia y la cultura del país, también guarda en sus aguas un lado oscuro: las muertes que han acontecido en su curso a lo largo de los siglos. El Sena serpentea a través de París en un camino sinuoso, dividiendo la ciudad en la Rive Gauche (orilla izquierda) y la Rive Droite (orilla derecha). Después de fluir a través de París, el Sena continúa su camino hacia el noroeste hasta desembocar en el Canal de la Mancha. El río es un escenario para una variedad de actividades. Los bateaux-mouches, barcos turísticos de fondo plano, ofrecen cruceros que permiten a los pasajeros disfrutar de las vistas de los monumentos de París desde una perspectiva única. Además, a lo largo del año se llevan a cabo diversos eventos y festivales en las riberas del río. El Sena es, por tanto, mucho más que un río; es un símbolo de París, un testigo de la historia de la ciudad y un punto de referencia que sigue fluyendo, literal y figuradamente, en el corazón de la vida parisina.

Son las 19 horas y la galería "L'Art Marginal" ha abierto sus puertas para una nueva exposición. La galería de Zoe está bañada en una luz cálida y acogedora, las obras de arte en las paredes brillan con una luminosidad que solo la puesta de sol de París puede ofrecer. La multitud de invitados murmura con anticipación y curiosidad mientras sus ojos recorren las creaciones de Zoe, pero hay una obra que captura la atención de todos: su última pintura, en la cual la figura central es un arbusto y de nuevo, la enigmática y colorida dama del carnaval de la Guayana Francesa.
Mientras, Zoe, como una diosa, se mueve entre los invitados vestida con un traje de lamé verde esmeralda que contrasta con la claridad de su piel. Sus zapatos de tacón parecen deslizarse por el suelo encerado como si fueran dos patines por una pista de hielo. Suena una música tenue que todo lo inunda, Vincent (Don McLean). Un hombre se abre paso a través de la multitud y se acerca a ella. Su presencia es calmada pero imponente, y su interés en las obras de Zoe parece profundo y genuino.

"Su última pieza es fascinante," comenta él, sus ojos aún fijos en el cuadro de la Touloulou. "Captura tanto la exuberancia del carnaval como una cierta melancolía... como si la figura estuviera bailando sola."

Zoe sonríe, agradecida y un poco sorprendida por la perspicacia del observador. "Esa es exactamente la dualidad que quería retratar," responde ella. "La alegría del carnaval lleva consigo las sombras de la soledad y la reflexión personal, incluso en medio de una celebración."

“¿Qué soledad y reflexión arrastras?” dice él.

            Zoe está enfadada, rabiosa y a medida que pasan los minutos se va revolviendo contra él.  La pregunta de él, "¿Qué soledad y reflexión arrastras?", golpea a Zoe como un látigo. Sus palabras, llenas de una presunción de conocimiento que ella no le concede, la enfurecen. La ira comienza a burbujear en su interior, un volcán a punto de entrar en erupción. Cada minuto que pasa intensifica su furia. Se revuelve contra él, contra su arrogancia.

El hombre asiente y continúa:” Y aun así, hay una belleza en esa soledad, como si la mujer estuviera ofreciendo su baile no al mundo, sino a sí misma."

La noche continúa, la galería se llena de elogios y la promesa de críticas favorables. Zoé pregunta, “¿Cómo es tu nombre?” “Vincent” él contesta. “! Qué casualidad” dice ella “Esta canción se llama Vincent, está dedicada a Van Gogh”.

Para Zoe, la conversación con el misterioso admirador será lo más memorable de la velada, un encuentro que podría marcar el comienzo de una inspiración renovada o, tal vez, una nueva obra para ella.

Antes de abandonar la galería Zoé topa de nuevo con Vincent. Él se acerca a ella, casi intimidado, alarga su mano hacia ella y se despide “Ha sido un placer Zoe”.

Ella le ofrece una tarjeta en la que figura el número de su celular y le dice, “Te espero, eres el elegido”.

Cuando Zoe llega a su apartamento lo primero que hace es dirigirse al pequeño jardín de la entrada. En su mano lleva una azadilla. Zoé se arrodilla sobre la tierra. Su vestido verde, antes impecable, se mancha de tierra y polvo mientras ella se concentra en la tarea que tiene entre manos. Sus dedos, decididos, agarran el tallo del ricino, y con un movimiento rápido y preciso, lo arranca de la tierra.

Las raíces del ricino, como garras desesperadas, se aferran a la tierra, pero Zoe no se inmuta. Tira con fuerza, y finalmente, la planta cede. Se levanta, con el ricino en la mano, y observa la tierra donde antes crecía. Un pequeño agujero marca su lugar, como una herida en la piel de la tierra. El vestido verde de Zoe, antes símbolo de elegancia y frescura, ahora se ha convertido en un lienzo de tierra y barro. Las manchas, como huellas de una batalla campal, se extienden por la tela, recordándole la ardua tarea que ha realizado. Sus tacones, una vez firmes y seguros, se hunden en la tierra húmeda, como si la propia tierra la quisiera atrapar.

 

Una cafetería que cumple con estar cerca del río Sena y próxima a Montmartre en París es el "Café de Flore". Aunque el Café de Flore no está exactamente en la orilla del Sena ni en Montmartre, se encuentra relativamente cerca de ambas ubicaciones, siendo accesible y representativo del ambiente parisino que muchos visitantes buscan. Situado en el Boulevard Saint-Germain en el 6º distrito, el Café de Flore es uno de los cafés más icónicos de París y ha sido un punto de encuentro histórico para escritores, intelectuales y artistas.

Desde Montmartre, puedes llegar al río Sena con un breve trayecto en metro o autobús, y el Café de Flore es una excelente opción para disfrutar de la atmósfera parisina, con su historia rica y su proximidad tanto al corazón cultural de la ciudad como a sus hermosas riberas. Aunque no está en Montmartre ni directamente en la orilla del Sena, representa el tipo de experiencia parisina clásica cerca de estos emblemáticos lugares. Zoe se encuentra sentada en una mesa del famoso Café de Flore, ubicado en el corazón del Barrio Latino de París. El ambiente a su alrededor es una mezcla vibrante de intelectualidad bohemia y encanto parisino. El aroma a café recién hecho flota en el aire, mezclándose con el sonido de conversaciones animadas en francés e inglés.



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En el texto hay: asesinatos, paris, tatuajes

Editado: 05.03.2024

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