Artemis

Orígenes

Obligatorio leer este apartado para comprender las distintas razas que existen, más adelante aparecerán más, por ahora estas son las más importantes para llevar el hilo de la historia.

El Reino de los Aquita: Hijos del Agua y del Sol

Los Aquita nacen en la unión exacta entre la luz y el agua: cuando el sol toca la superficie de un lago al amanecer y el reflejo rompe el espejo líquido, un nuevo ser emerge. No hay sonido más puro que el llanto de un Aquita recién nacido, un eco cristalino que se mezcla con el murmullo del agua. Solo ocurre dos veces al año, cada cinco meses.

Su piel suele ser azulada con motas blancas. El cabello les crece en largas trenzas húmedas. Sus ojos tienden a ser púrpuras o azules y quien mira en ellos a menudo ve las profundidades del océano.

Físicamente, son seres ágiles, con dedos largos y membranas finas que les permiten nadar como peces. Sus cuerpos rezuman humedad perpetua, y dicen que el roce de su piel puede sanar heridas menores, como si llevaran consigo un fragmento de las aguas primordiales.

Emocionalmente, los Aquita son compasivos, observadores, casi siempre protectores. Su existencia está ligada al ciclo de la vida y ven en cada nacimiento una repetición de su propio origen. Son ellos quienes más se acercan a la armonía, quienes custodian desde la distancia, los nacimientos de otros seres con respeto, como si entendieran mejor que nadie el valor de la existencia.

Ritual de Nacimiento

Espectáculo sagrado: los cuidadores emergen del lago con el recién nacido en brazos, lo levantan hacia el sol naciente y lo sumergen tres veces en el agua, como un bautismo. El tercer contacto es el definitivo: el agua impregna al pequeño y lo une para siempre a su reino.

El Reino de los Skaren: Hijos de la Sombra y la Devastación

Los Skaren surgen en el instante en que una sombra encuentra su reflejo en algo vivo: un animal, un árbol, un hombre. Ese reflejo se tuerce, se corrompe, y de él brota un Skaren, arrancado de la oscuridad como un tumor.

Su piel es oscura, curtida, con venas marcadas como raíces secas. Los ojos son negros, profundos, sin pupilas, incapaces de reflejar la luz. Sus cuerpos están hechos para la violencia: hombros anchos, espaldas enormes, manos como garras. Su cabello es corto y áspero, salvo cuando roban mechones de otras criaturas, que trenzan en sus armaduras como trofeos.

Emocionalmente, los Skaren son vacíos. No sienten compasión ni afecto verdadero. Solo ansían devorar, pues su fuerza depende de lo que consumen. Se alimentan no de carne, sino de lo más íntimo de los otros: su energía, su “eje de vida”. Para ello arrancan cabellos, pieles, incluso alas y las devoran como un sacramento de poder.

Ritual de Nacimiento

No hay canto ni celebración, solo un desgarrón de sombras. Aparecen entre los reflejos como si fueran deformaciones que cobran cuerpo. Los suelos se cubren de un frío antinatural, los animales huyen, y los árboles se marchitan a su alrededor. Así es como nace un Skaren: como un recordatorio de que la oscuridad siempre reclama lo que la luz crea.

En la cadena de la vida, son los depredadores definitivos. Como escribió un sabio humano: “el león devora al ciervo, y el ciervo a la hierba; pero, ¿quién devora al león?”. La respuesta estaba en los Skaren.

El Reino de los Mura: Hijos del Fuego y la Ceniza

Los Mura nacen cuando las llamas mueren. Cuando un fuego se consume y sus cenizas tocan la tierra seca, allí aparece un nuevo Mura. Son hijos de lo que ya no arde, pero llevan en la sangre la furia de las llamas que los engendraron.

Su piel es generalmente trigueña, con un brillo cálido como el bronce al sol. Su cabello es negro, abundante, como si conservara las llamas apagadas que lo formaron. Sus ojos varían entre el ámbar y el dorado, reflejando siempre un destello de chispa.

Físicamente son fuertes y resistentes, capaces de soportar temperaturas extremas. Sus cuerpos irradian calor y en sus manos pueden generar pequeñas brasas que sirven para encender fuegos o, en batalla, para quemar.

Emocionalmente son intensos, orgullosos, impulsivos. El fuego que los originó nunca se apaga del todo dentro de ellos y por eso su temperamento es tan volátil como una hoguera. Para ellos, cada día es una lucha y consideran la muerte como la chispa necesaria para dar lugar a otro.

Ritual de Nacimiento

Consiste en colocar al recién formado sobre las brasas aún vivas de la hoguera de la que nació. No lloran, no gritan, porque el fuego no les daña. Más bien sonríen, como si reconocieran su hogar en ese ardor.

El Reino de las Asteris: Hijas de la Mariposa Albina

Las Asteris son las más misteriosas. Solo nacen en diciembre, en el frío del final de cada ciclo, cuando una mariposa albina muere en el jardín sagrado. El cuerpo de la mariposa se descompone en silencio y de su interior brotan raíces que forman un capullo bajo tierra del cual nacen las niñas.

Todas son mujeres, todas frágiles y menudas, con la piel blanca como la nieve. Sus cabellos son largos y blancos hasta los tobillos. Sus ojos son rojizos, claros, como brasas bajo hielo y de pestañas blancas, largas y espesas. Su sola presencia parece silenciosa, como si trajeran consigo el peso de los secretos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.