Artemisa

CUATRO

Luna creciente

 

— ¿de qué hablas?— pregunte ocultando mi molestia.

— hija... Bueno o malo...

— cualquier criatura es peligrosa para los humanos — termine por él.

— y es por eso que ese acuerdo debe romperse, no entiendo ni porque existe, no somos no debemos ser aliados de criaturas tan repugnantes como es-

— haz silencio—ordene a punto de estallar.

Mi abuelo se vio sorprendido pero no continuó.

— no abuelo, no estoy de acuerdo con tus palabras, tú mismo lo has visto con tus ojos, ellos son humanos.

— un humano no se transforma en un maldito lobo— gruñó.

— un humano tiene corazón— contraataque— y tú pareces no tener uno, ¿acaso debo matarte por eso?

— solo buscas algo para defenderlos.

— lo dejare claro, el acuerdo de paz seguirá en pie y protegeré a los humanos de esos malditos desterrados pero sin derramar la sangre inocente de tales criaturas.

— tu padre metió ideas incorrectas en tu cabeza...

— mi padre me enseñó lo bueno y lo malo, no lastimaras a esas criaturas y por mi cuenta corre.

— te arrepentirás de tus palabras...— murmuró.

— ¿acaso es una amenaza?— inquirí saber acercándome a él.

— tu padre murió estando con los lobos ¿quién crees que lo mató? Desterrado o no fue en lobo y no es una amenaza, es una advertencia

Abrió la puerta de mi oficina y salió apresurado.

La puerta volvió a ser tocada.

— pase—dije sentándome.

— Ariana, vengo a avisarte que cargamento nuevo llego— dino Julieta con una sonrisa.

— ¿alguna arma nueva?— pregunte.

— tu padre mandó a crear dardos nuevos que al lanzarlos liberan una sustancia que desmaya a un licántropo en menos de tres segundos, es como anestesia pero más potente.

— eso nos ayudará con los desterrados, vamos por el cargamento— dije levantándome y caminando a la sala de entrenamiento que se encuentra cerca de la mansión.

Esta sala fue creada para que los cazadores siguieran con su entrenamiento, hay academias en la ciudad en donde entrenamos a humanos pero los que se encuentran aquí son los que saben de la existencia de criaturas sobrenaturales.

Al llegar observé a todos entrenar , las cajas estaban esparcidas a un lado de la caja.

— Iris— la llame al verla contar el cargamento.

— Ariana, este es el cargamento nuevo—dijo señalando las cajas— por cierto... lamento lo de tu padre.

— gracias...

— y felicidades, se que serás una gran Artemisa.

— eso espero...

Un silbido se escuchó detrás de nosotros para después ver a Leo acercarse a las cajas y abrirlas, de una saco una ballesta negra.

— esa ya tiene dueño— dijo Iris arrebatandosela de las manos.

— ¿cómo que dueño?— pregunte.

— si, tu padre mandó a crear tres armas, dos para ti y una para tu hermano. Esa ballesta, me pidió que la utilizarás solo cuando tu posición deba estar oculta, de lo contrario llena tus bolsillos de cualquier arma dañina como— se acercó a otra caja y sacó un maletín, lo abrió y sacó un dardo— este, somo lo insertas en el cuerpo del licántropo y cae.

— ya estoy aquí— hablo mi hermano colocándose a mi lado.

— para Cibran— saco otro maletín, todos nos acercamos y observamos— tu padre me dijo que Cibran es más de ayuda en combate y con armas pequeñas así que especialmente creamos  shuricans, spikes  y unos hermosos kunai— hablo Iris contenta, las armas eran los suyo— cada Arma tiene grabadas sus iniciales.

— son hermosas— dijo Leo rodando el spike con la llena de sus dedos.

—¿y el otro arma para Ariana?— preguntó Julieta.

— es verdad...

Se acercó a una caja y levantó un arco.

— hecho de fibra de vidrio y pintada en una tonalidad negra, tómalo— me extendió el arco y lo tomé con delicadeza.

Mientras lo revisaba observe un grabado.

"Hazlos feliz pero no olvides los más importante, tu felicidad"

— tu papá coloco ese grabado, traje treinta flechas del mismo material, el arma lo puedes utilizar ya, el arco es un arma fácil de llevar y como toda cazadora siempre has sido digna de uno.

— gracias Iris— agradecí.

— de nada Artemisa.

— mañana iremos a Luna creciente, ustedes tres estarán a mi lado así que los quiero listos antes de amanecer, recordemos que el viaje a la manda dura tres horas a pie.

— ¿por qué a pie?— preguntó Leo.

— porque si hay desterrados cerca los mataremos, según mis cálculos a las ocho de la mañana ya estaremos en casa del alfa, lleven sus arcos y flechas, hermano, lleva dos de las armas que mi padre te otorgó y dale dos a Julieta mientras llegan sus armas.

— con gusto hermana.

— Leo tu encárgate de llevar las armas de fuego.

—  claro Artemisa— dijeron los tres para luego irse.

— estaré dentro de una semana aquí para que  ellos al igual que tu tengas armas, después de todo tienen que estar protegidos.

Cuando logre llegar a mi habitación cerré mi ventana y me tiré a mi cama.

Estaba cansada y eso que era mi primer día como artemisa, sabía que no era capaz de tener este puesto.

Mire la pared observando las espadas que ahí estaban. Quizás Julieta podría manejar una.

Mis ojos se fueron cerrando hasta que caí profundamente dormida.

El sonido de mi puerta me despertó.

— Ariana despierta antes de que lo hagan los demás— esa era Julieta.

Me levanté con pesadez y abrí la puerta.

— cuatro de la mañana y se supone que partimos en una hora.

— ¿qué día es?— pregunte confundida.

— es el día en donde visitaremos la manada del alfa, ahora ve a darte una ducha y yo alistare tu ropa.

Hice lo que me dijo y en veinte minutos salí de la ducha observando mi ropa tendida en la cama.

— traje las navajas y cuchillos tanto en para tu bolsillo como para esconderlas en tus botas, además traje tres dardos los cuales pondrás en tu chaqueta.



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En el texto hay: cazadores, hombres lobos, romance

Editado: 20.06.2021

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