Artemisa

TREINTAYDOS

Salimos del auto apresurados, Leo abrió el baúl del auto, al mirarla negué.

— ¿qué haces metida ahí?—preguntó Evan mirando a la niña con enojo.

— no quería dejar a Leo—la niña miro a mi amigo.

Tome el oso celeste mientras Leo cargaba a la niña en brazos. 

— hay que regresar a casa—dijo Leo y ella hizo un puchero.

— ya es tarde y vamos a mitad del camino—dijo el alfa Evan subiendo al auto.

— ¿cómo es que huele al perfume de Dove?—pregunte.

— es que huele bien y Dove me lo regalo—dijo la niña oliendo su blusa.

— por dios... llevamos a una niña—dije subiendo al auto, dejamos a Ava enmedio y el alfa Evan se fue de copiloto.

— cuando lleguemos cuiden a la niña, los de Luna llena no permiten desterrados.

—pero sus desterrados son los que han hecho estragos en su manada—dije.

— así es Ariana pero a diferencia de mí el alfa de esa manada no se tienta el corazón con los desterrados. 

— ¿cómo es que lo conoce?—pregunte.

— saque de ese lugar a mi luna.

—¿hay una historia?—pregunte curiosa.

— Clara pertenecía a la manada Luna llena, ella iba a casarse con el alfa de esa manada.

— esto esta interesante—Leo se sentó más cómodo .

— Cuando presento a Clara como su luna tuve un arranque de celos y me lance al alfa, en ese entonces el era más fuerte que yo.

No podría imaginar al alfa Evan perdiendo.

— tuve que llevarme a Clara de ese lugar, ella estaba ahí a la fuerza y luego de eso toda la manada del sur se vino en contra de mí. entre ambas manadas hay una rivalidad y por eso no podía permitirme traer a Jasper. 

—¿clara aceptó ir con usted?

— Clara era una de las humanas de la manada del sur, a pesar de ser humana comprendió el tema y le pareció estar mejor conmigo que con él.

—era su luna después de todo—dije.

—exacto, y es por eso que ahora somos felices.

— ¿teme que lastimen a Jasper verdad?— pregunté, mire por el retrovisor como asentía con la cabeza. 

Ahora veo porque no quiso traerlo.

Ya está amaneciendo y creo que pronto llegaremos, mire a la niña dormir en el pecho de Leo, él acariciaba su cabello y ella dormía plácidamente, cuando volvieramos hablaría con él.

— ya hay que bajar— dijo el alfa, la persona que conducía se detuvo— vuelve en tres días

— claro alfa.—baje junto con Evan, ambos bajamos nuestras mochilas, Leo cargo a la niña y Evan lo ayudó con su equipaje.

Baje el arco que había traído, era el arco que mi padre me regalo, por fin le pondría uso. 

— lindo arco— dijo el alfa.

— regalo de mi padre— comente tomándolo, estaría preparada para cualquier ataque de la manada del sur.

— vamos pequeña— Leo subió a la niña a su espalda, el auto arrancó retirándose y nosotros empezamos a caminar en dirección al bosque.

— hay huellas de lobos— dije mirando el suelo, había marcas en la tierra que se quedaron ahí.

— sin duda los lobos son del sur— apoyó Leo.

— siento que nos vigilan— comente— Evan se acercó más a mí.

— prepara tu arco— hice lo que me dijo.

No puedo creer que apenas entramos y ya hay problemas.

— ¡ahhh!— antes de que se llevarán a Ava el alfa se interpuso.

Apunte mi arma al lobo y Leo dejo una daga a centímetros de su cuello, estaba acorralado en cada punto.

— no queremos problemas, solo venimos a ver al alfa— habló Evan

— eso lo veremos— amplíe los ojos al escuchar una voz detrás de mí, eran sigilosos.

Me gire y el lobo tomó mis brazos.

— perdona cariño.

— están en territorio de luna llena, por lo tanto los escoltaremos ante el alfa y él decidirá su muerte.

— no permit-

— esta bien— me interrumpió el alfa Evan.

Nos ataron a cada uno, incluido a Ava.

— no te asustes princesa— dijo Leo a la niña, ella asintió asustada. 

Empezamos a caminar pero en ningún momento nos llevaron a la enorme mansión.

— ¿a dónde nos llevan?— pregunte.

— pronto lo sabrás cariño— el tipo que me estaba escoltando me guiño el ojo. 

Rodé los ojos y continué caminando, nos arrastraron a lo que parecían unos calabozos, entraron primero Ava y luego a Leo, el lobo que me tenía atada me jalo acercándome a él.

— no me toques— me queje alejándome.

El lobo me tomo de la cintura.

— dejala si no quieres tener problemas— dijo el alfa.

— ¿problemas? Ja, conmigo nadie a podido.

— no lo repetiré, suelta a la luna de la manada— repitió el alfa.

El chico me soltó, entramos al calabozo y cerraron poniendo un enorme candado.

Nos soltaron las manos y mire a Ava.

— ¿estas bien?— pregunte.

— si, Ariana.

— ¿tú estás bien?— me preguntó el alfa.

— lo estaré pero si ese idiota vuelve a ponerme una mano encima lo matare ¡esta no es la casa del alfa!— grite. 

Me acerque a la reja —¿cuántos lobos hay?—pregunte al alfa.

— dos en la entrada, no nos pusieron suficiente importancia.

— error — respondí sacando el pasador de mi cabello y tomando el candado.

Empecé a girar el pasador tal como mi padre me había enseñado.

— ¿y eso como para que?— le pregunte a mi padre desinteresada.

— nunca sabes cuando puedes quedar encerrado.

— hay papá— me queje, él se acercó a mí y puso un pasador en mi cabello.

— esto es esencial para una mujer y para una huida. Como artemisa siempre busca un escape, nunca te quedes atrapada.

— ya está— dije abriendo la reja, saque dos sedantes de mi bolsillo y le entregue uno a Leo.

Leo y yo empezamos a caminar, tome mi arco que estaba en una mesa, camine con silencio y antes de llegar a los lobos ellos se giraron, logre insertar el sedante en su cuello y Leo igual, los tipos cayeron dejando la entrada abierta.



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En el texto hay: cazadores, hombres lobos, romance

Editado: 20.06.2021

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