Artemisa

TREINTAYCUATRO

Tome mi arco y apunte hacia abajo, no hay rastro de que fueran lobos, ni tampoco vampiros, para ellos los humanos no pueden acercarse aquí, mire cada árbol, pero para los cazadores eso no era impedimento. 

Mire la hoja del árbol, los árboles estaban llenos de hojas.

— mi esencia ¿se siente?— pregunte a Evan.

— no, entre tantas hojas tu olor desaparece— así se ocultan.

Baje del árbol.

— ¿alguna idea?— preguntó Nea.

— puede que sean desterrados llamando más a su grupo— mentí.

Seguimos caminando, la hierva iba disminuyendo mientras más nos acercabamos a la carretera.

Evan arrugo la nariz y miro al suelo.

— ¿pasa algo?— pregunte.

— es un olor desagradable— dijo.

— es una mezcla entre sangres— apoyo Nea.

— Es similar a la de un híbrido— dijo Evan intentado buscar el aroma, se arrodillo y empezó a escarbar entre la tierra.

— el olor se mezcla con la tierra— dijo Nea.

Evan se detuvo— puede que aquí un híbrido se haya lastimado,

— hay tres híbridos en luna llena, pero ellos no salen de la manada desde que empezaron las desapariciones.

Híbridos, vampiros... cazadores...

Grate fuerte y mi corazón se acelero llamando la atención de los dos lobos.

— ¿pasa algo?— preguntó Evan.

Tenia miedo, miedo de que todo atacara mal.

— Alfa...— Nea miro al alfa preocupada, antes de poder hablar un vampiro lanzo a Evan y dos lobos se lanzaron sobre Nea y Leo.

Retrocedí tomando mi arco, esa sensación volvió.

— ¡Ariana!— garras se clavaron en mi hombro haciéndome gritar.

Las garras salieron con agresividad mientras yo caía sintiendo todo mi cuerpo arder, mire la herida y esta era demasiada grande, como si un alfa me hubiera atacado.

Deje de ver a mi al rededor y todo se fundió en una profunda oscuridad. 

No te muevas.... Duele.

— vamos resiste...

— ¡duele!— grite sintiendo un dolor inmenso.

— pronto te sentirás mejor...

— ¿como estan los otros tres?

— su estado es peor que el de ella... 

Camine en el bosque.

— ¿papá?— lo llame buscandolo. 

— Ariana... su padre... 

— no...— dije con miedo, mi padre no podía morir.

— lo lamento...

Corrí de vuelta a la mansión, al entrar mire a mi madre.

— papá...— llore.

— Ariana...— mi madre corrio a mi antes de que me desmayada. 

— Pon la anestesia enseguida, de lo contrario no resistirá el dolor—  escuche voces a lo lejos.

Porque dolía tanto... un dolor así no era normal.

— lista para ser una cazadora...—dijo mi abuelo, asentí con la cabeza— Demuestra ser una Venandi.

Mi abuelo cerro la puerta de la habitacion, dentro de la habitacion habian encerrado a un hombre lobo dispuesto a atacar para salir, mi padre no sabe de esto y si se entera mi abuelo tendría problemas. Por el contrario yo quería esto, quería ver que tan capaz era de resistir ante una pelea, si llegaba a sr artemisa tendría enfrentamientos como estos muy seguidos. 

Mire al hombre delante de mí.

— otra cazadora...— el hombre lucia un mal estado, su cuerpo estaba débil y sus ojos estaban consumidos en una gran oscuridad. 

Tome mi daga.

— ¡dame mi libertad!— grito lanzándose a mí, su lobo era gris y sus colmillos y garras eran enormes, lucia pequeña a su lado, pero yo no debía ser la presa, no, yo era la cazadora.

Corrí a él y me trepe a su lomo clavando la daga, el lobo aulló de dolor tirando mi cuerpo al suelo, volvió a mi con mayor fuerza, su hocico estuvo por agarrar mi tobillo pero fui más rápida y me levante. 

No perdería ante nadie.

Deje que el lobo se acercara a mí y cuando abrió su hocico clave mi daga en su hocico, camine a la puerta dispuesta a salir, cuando llegue a la puerta el lobo me jalo hacia atrás, su garra perforo mi piel y me lanzo a la ventana de cristal en donde mi abuelo veía todo.

Caí al suelo y el lobo se fue debilitando hasta volver a su forma humana, respire agitadamente y vi a mi abuelo.

— ¿por qué estaba aquí?— pregunte mirándolo.

— es un desterrado, tu misma lo viste, intento matarte...

Mire la sangre en mis manos, siempre seria así, seria una cazadora después de todo.

Abrí los ojos mirando a todos lados, las habitación de paredes blanca me hicieron suponer que estaba en un hospital.

— despertaste— mire sorprendida a Jasper.

— ¿que... haces aquí?— pregunte sintiendo mi boca rasposa.

— tres días...

— solo a pasado uno— dije intentando levantarme.

— no Ariana, a pasado una semana.

— ¡qu...e!— mi garganta dolió, Jasper camino a mí y me ayudo a levantarme, mire la aguja que estaba en mi brazo y luego la bolsa de sangre conectada.

— déjame te ayudo— Jasper me ayudo a sentarme y luego me extendió un vaso con agua.

— dime que estas jugando— pedí.

— no lo estoy.

— ¿que sucedió?

— no lo sé, eso tú me lo tienes que decir.

— ¿tu padre? ¿Leo? ¿la beta?— pregunte confundida.

— la beta fue herida pero al ser loba se recupero, Leo esta igual que tu y mi padre... mi padre mejorara.

— ¿esta bien?

— la persona que los ataco uso el mismo veneno que usaron con el guardián de la manada, mi padre se recuperara pronto, sus heridas están sanando pero de manera lenta. Leo esta en otra habitación y esperamos que logre despertar tal como tu lo hiciste.

— ¿desperté por?

— la sangre— me señalo la bolsa — tienes suerte de que seamos compatibles. 

Mire mi brazo derecho, estaba vendado.

— no fue un lobo normal— dije— parecía que me ataco un alfa.



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En el texto hay: cazadores, hombres lobos, romance

Editado: 20.06.2021

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