Arthur : Infiltrada en la historia

♛Noveno capítulo ♚

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Capítulo nueve

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El viento abrazador movía con agilidad mis mechones marrones de un lado a otro. Mis pasos se volvían más lento a cada paso, mi estómago gruñía y mis pensamiento hacían que mí decisión se volviera más contradictoria.

En la mañana corría de un lado a otro alegremente, preocupando a todos los que ahí vivían. No era algo que Anastasia haría, sus emociones a está corta edad eran de admiración. Actuaba como toda una señorita a la edad de nueve años, por su afán de convertirse en una cuando creciese.

Nessa y Allen confundidas a sintieron a todas las cosas que ordenaba. Está mañana por una razón, amanecí con energía y con un buen humor.

No sé si era por qué por fin sabría de esa cárcel. O que conocería al legendario Arthuro. La curiosidad me carcomía. ¿Cómo sería realmente? Nunca en las novelas o películas, nombraron su personalidad exacta. Se desconoce hasta la actualidad.

Sentía mis manos temblar. Pero dentro de mí estaba segura de mí misma. Era simple, engañar a la brujar y salvar a Arturo.Hacerme cercana a él y vivir tranquilamente sin el temor de desaparecer en algún momento, como un polvo.

La pregunta realmente es cómo haría para engañar a la bruja.

Fácil.

Hace dos días había visitado la gran cocina del Castillo, con mucamas haciendo un pequeño paseo a petición mía. Les pregunté a todos y cada un de los chefs como prepararían un caramelo dulce. Uno que jamás en su vida, esa anciana haya probado.

Si, mi truco era engañar a la anciana con un caramelo de poca duración. Recordando la historia de Hänsel y Gretel, ellos pudieron escapar engañando a la bruja y la arrojaron al horno. En mi caso, haría lo mismo. Si no fuero por qué me tomaría mucho tiempo...

Espera.....

¡Eso sería grandioso!

Salí de mí escondite entré los arbustos, encontrándome con una casa de ensueño hecha de pan y cubierta de bizcocho y cuyas ventanas eran de azúcar. Lo comería, pero no me gustaba el dulce. Ni en está vida ni en la otra.

Toqué tres veces en la puerta de caramelo. Sin lograr respuesta alguna, suspire. Pero cuando mi puño iba a tocar por cuarta vez, sorprendentemente se abrió. Dejando ver una anciana bastante mayor, con una pequeña sonrisa.

—Hola pequeña. ¿Qué haces por aquí? ¿Tienes hambre? —miró mí sucia y estropaja ropa. Haciendo que sus arrugas se marcaran más por su grande sonrisa.

Ella se veía mejor de lo que describían en los cuentos de hadas.

Sonreí, mi plan estaba saliendo mejor de lo que pensaba. Gracias a Allen, pude encontrar ropas viejas de criadas en los aposentos en dónde estas vivían.

Con un pequeño sonrojo penoso, asentí.

—Vamos, entra a dentro y te prepararé algo muy rico.

Entré admirando la casa de dulces por dentro. Todo era deleitable y maravilloso. Los colores cálidos brillantes hacían que me incomodara de una u otra manera. Pero mi curiosidad hizo que mi desagrado se retirará al ver varios caramelos de toda clases de tamaño y colores. Y sin saber por qué. Mi cuerpo se levantó y se detuvo delante de esa pared decorada.

—¿Te interesa? —la miré. Sonrió con un plato de torta de chocolate en sus manos —Puedes escoger alguno. Pero con una condición.

—Quieres algo a cambió —agarré el caramelo del pequeño bolsillo de mi vestido — He traido uno -sonreí.

—Oh, niña lista —lo miró con arrogancia. "Dudo que esté caramelo ordinario me gusté". Lo masticó y sus ojos se iluminaron —Es suave y dulce, el sabor es genial y también masticable. ¡Nunca he probado un dulce como esté antes! ¿Tienes más?

—Si —se acercó entusiasmada —. Pero ahora es mi turno de escoger uno de está pared —lo señalé.

—Por supuesto —titubio nerviosa —. Por favor, eché un vistazo y escoja.

Todos parecen tener sabores dulces. Y sobre todos eran de frutas. Los azules eran de arándanos, los verdes de manzana, los rojos de fresa, los naranjas de caramelo de miel y los morados eran de uva.

Trague grueso. ¡¿Pero cuál se suponía que sería el príncipe Arthuro?!

Traté de relajarme. Y tomar algo de tranquiladad. Si el príncipe es su importante prisionero, tal vez la clave debe de ser ella.

—¿Cuál te gusta? —pregunté sin tomarle importancias.

—Me gusta el verde manzana —sonrió. No hay muchos caramelos verdes. Me acerqué más de cerca a ellos — ¡Digo, me gusta más los de fresa! —grito alarmada. La miré de reojo.

Es seguro que está mintiendo. Es probable que él sea unos de los caramelos verdes.

Pero... ¿Cuál caramelo verde es?

Me acerqué a un caramelo verde opacó, lo toqué mirándola.

—¿Esté? —la miré. Ella asintió felizmente. Dirigí mi mano a un verde más claro — ¿O esté? —sus ojos se abrieron nerviosa, fruncí el seño. Dirigí mi mano a un caramelo verde particular, era una brilloso y con vida — ¿O tal vez esté? —su cara tomó un color pálido. Mirandome inquieta.

Cuando elegí esté caramelo, ella se veía ansiosa y nerviosa. Si puedo adivinar correctamente. Esté seria lo que estoy buscando.

—¿Ya decidiste pequeña niña —se acercó nerviosa. La miré sonriente.

—Me llevo esté.

—¡¿Qué?!¡No puedes llevártelo! ¡No lo tomarás! —su cara sonriente cambió a una furiosa. Se acercó mientras trataba de retroceder —¡No robarás lo qué es mío! —grito.

—Por qué... Te estás elevando —susurré mientras veía como espuma salía de sus costados. Amarrando firmemente todo su cuerpo.

—¡¿Que es está magia?! —Ella forcejeaba tratando de desatarse. La espuma empezó agarrar forma. Haciendo una resoltera china y lanzándola lo más lejos posible. Mi cuerpo temblaba de miedo y de asombro.

¡¿Qué acaba de suceder!?

—Hola pequeña, Anastasia —Merlin entró por la puerta alegre —¿Cómo has estado? Ya resolviste tú primera misión. ¿No te alegra?

—Si vuelves hacer eso. Te golpearé, casi me matas de un susto.

—De nada —sonrió.



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En el texto hay: reencarnación

Editado: 29.06.2020

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