Arthur : Infiltrada en la historia

♛Doceado capitulo ♚

Me sentía traicionada.

Quería venganza.

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Capítulo doce

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—¡Corre, Kay, corre! —Arthur gritaba empujando a su hermano. Él sólo miraba con diversión sobre su hombro.

Hace dos horas atrás, me sentí traicionada por los seres que me adornaban y me querían como una muñeca delicada y inocente. Era la luz de los ojos del Barón y la consentida de la baronesa.

Habían pasados dos días desde aquel almuerzo. En que a mí madre se le ocurrió esa loca y presunta propuesta. Y tan pronto que el reloj de pared dorado sonó.

Nessa y Allen llegaron.

Una mala cara salió de mí, aferrándome en el cabecero de la cama. Antes de ser jalada de los píes por Nessa.

Hoy mí dulce y fabuloso sueño de belleza. Se intercambiado por un vestido rojo hasta las rodillas con varios volantes. Unas zapatillas rojas con algo de tacón. Mí largo cabello negro fue trenzado por Allen cuidadosamente y adornado con varias pequeñas flores rosadas . Colocaron un colgante de plata en mí clavícula y varías pulseras en mis delicadas muñecas.

Estaba lista para un elegante baile en un gran salón. Dónde conocería mí príncipe azul y bailaríamos toda la noche amándonos. Ya que nos enamoramos,  hasta las doces. Le diría que tenía que irme y dejaría intencionalmente mí zapatilla, por que claro. No existía la tecnología y dejar mí zapato era una gran comunicación. Él lo encontraría, preguntaría de quién era la zapatilla. Yo me escapó de mis malvados padres y me casaría para convertirme en reina y no desaparecer.

Si sólo fuera caído en en la historia de Cenicienta.

Después de desayunar. Mis padres me subieron al carruaje juntos a ellos. Sin saber la razón de su alegre sonrisa. Me abandonaron al frente del la mansión de Sir Hector, con un beso en cada mejilla se despidieron. En   tres días me recogerían.

¡Pero con estos dos demonios!

¡Iba a ser imposible mantener la calma!

Estábamos en la cuadragésimo primera clase de cabalgar . Mientras que la mía era la primera. No sabía como sujetarlos o como montarme.
Y ellos no tenía la intención de ayudarme.

Repetidas veces intente montarme en el caballo blanco. Pero siempre se movía y no me dejaba que colocará una pierna sobre él .

—Te llamaras, reina —sonreí. El caballo me miró para después negar con la cabeza malhumorado.

Quería llorar.

Después, llegaron las clase de espadas. ¡Oh sí!
En mí adolecencia practicaba esgrima. Tal vez la lucha de espadas sería pan comido.

Eso fue lo que realmente pensé.

—Kay, ten cuidado. Ella sólo es una niña — él entrenador me levantó en sus brazos. Baje de él, eufórica.

—¡Tú cabeza de champiñón! ¡Cómo te atrevéis en casi matarme! —grite. En mí mano sujetaba mí espada de manera.

Él sonrio sin mostrar sus dientes.

Inocente, cautivador, respetuoso, hermoso, elegante. Así era descrito el primogénito del Señor. Kay era un niño amigable y adorable, nada en comparación a su hermano. Su cabello era marrón, su tez blanca, era casi la misma altura de Arturo. Era destingido y brillante.

Sería hermoso cuando crezaca.

Pero, ¿y si lo estrangulo ahora mismo? Le ahorraría crecer.

Después del pequeño accidente, nuestro instructor decidió dar un pequeño paseo por el amplió bosque que rodeaba la mansión.

Nos detuvimos en un enorme lago. Claro y transparente, la luz del sol se reflejaba en sus aguas.

—No se acerquen mucho. Pueden resbalar y caer.

Todos asentimos. No era tan tonta para acercarme tanto a la orilla. Iba a ser toda una señorita y me comportaría como tal.

Arthur y Kay estaban jugando con sus dos espadas demasiado cerca de mí. Mí concentración y calma estaba casi al limite.

—¡Veras, que seré mejor que tú hermano! —Kay se alejó de él con su brazo hacía atrás. Colocando en posición su espada de madera. Y a la vez, chocando conmigo. Con mis zapatillas era incómodo de mantenerse segura en la arena mojada. Y con la empujada ya era un hechó que no estaba segura en la tierra.

Y como lo esperaba, estaba completamente tirada en medio del lago. Mojada, furiosa y maldiciendo a dos mocosos.

—¡Oh mí Dios! ¡Señorita! —el instructor corrió hacía mí. Mientras que Arthuro y Kay planeaban escapar.

—¡Ustedes dos! —quite mí cabello de mí cara — ¡Los mataré!

Me levante dispuesta a corretear tras ellos. Estaba empapada hasta los hueso, aun así los iba a sepultar.

—¡Corre, Kay, corre! —Arthur gritaba empujando a su hermano. Él sólo miraba con diversión sobre su hombro.

Ya está, he aguantado su indiferencia Y su forma de ser desde que llegue. Estoy encabronada.

—Señorita ¿ustede va ir tras de ellos? —miré al instructor, su nombre era Jant.

Respiré profundo... Era verdad, mí reputación era primero. Aunque, me ya no me gustaba tanto mantener mí reputación.

"Sí lo matas, no vivirás en paz. Si lo matas, no vivirás tranquilamente. Si lo matas, desaparecerás " repetía una y otra vez en mí mente. Ya tenía mí tranquilidad de vuelta.

—Sera mejor que regresemos, mí Lady —sacudí mi vestido. Eché mí mechones  mojados hacia atrás.

Después tendría la manera de vengarme.

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En el texto hay: reencarnación

Editado: 29.06.2020

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