Arzhvael (libro 1. El Origen)

Cap. 21 Ausencia

 

A pesar de que la señora McKenzie era muy atenta y trataba a los niños con especial cariño, Samantha sobre todo, echaba mucho de menos a los Natchzhrer y a Vlad, pero especialmente a Iván con quien había desarrollado un estrecho lazo de afinidad.

Durante esas vacaciones Diandra tuvo que quedarse en casa de sus tíos, porque sus padres estaban en uno de sus frecuentes viajes y el lugar al que habían ido, según le informó su tío, era especialmente peligroso, por lo que decidieron dejar a la chica en Escocia. Aquello era algo que ya había ocurrido en otras ocasiones, pero en aquella oportunidad Diandra no estaba especialmente feliz, ya que se veía obligada a ver a Danny con más frecuencia de la que le habría gustado.

Las chicas compartían la habitación de Aderyn, y la noche anterior a su cumpleaños, Sam estaba terriblemente triste, luego de que sus amigas se quedaron dormidas se levantó y bajó al estudio. Tenía intenciones de leer un poco, pero notó que había luz en él y supuso que Will estaría allí, de modo que se devolvió para no molestarlo. Pasó por el Salón y abrió la puerta que daba al jardín. A pesar de que iba abrigada sintió el frío helado, y aunque el invierno escocés no era como en Helgard cuyas temperaturas eran extremadamente bajas, se arrebujó más en su abrigo. Sin darse cuenta comenzó a llorar. Se llevó la mano al colgante y de pronto tuvo una idea.

  • Akil  --  llamó
  • ¿En qué puedo ayudarte?  --  preguntó el Djinn una vez materializado
  • ¿Puedes llevar un mensaje?
  • Naturalmente, solo dime a quién y qué debo decirle.

El rostro de la niña se ensombreció. En realidad no tenía idea de dónde estaba Iván en aquel momento, y supuso que no tenía caso.

  • Lamento haberte molestado Akil, realmente no sé dónde está la persona a la que quería enviar el mensaje  --  le dijo con pena
  • Eso carece de importancia  --  dijo él  --  solo dime de quién se trata.
  • ¿Puedes encontrarlo?
  • Por supuesto.

El rostro se le iluminó de nuevo.

  • El mensaje es para Iván, dile que…  --  pero qué decirle  --  dile que lo extraño mucho.
  • ¿Eso es todo?  --  quiso saber el Djinn y ella asintió con los ojos llenos de lágrimas de nuevo  --  Bien, regresaré en seguida.

Sam miró hacia el cielo y recordó las noches en el orfanato, cuando se tumbaba en la hierba a ver las estrellas esperando ver a sus padres. Perdió la noción del tiempo, pero no creía que hubiese pasado mucho cuando sintió una presencia a sus espaldas, pensó que la señora McKenzie o alguno de los chicos la habían encontrado y la enviarían dentro. Con cuidado se giró.

Estaba a punto de hablar, pero una mano se cerró sobre sus labios. Tenía los ojos desmesuradamente abiertos, pero asintió cuando el hombre le hizo un gesto de silencio. Con la misma mano que la había silenciado, la elevó hasta sus ojos y los cerró. Colocó un dedo en medio de ellos y Sam tuvo la misma sensación poco agradable de estar girando a una velocidad extrema y luego todo cesó.

Abrió los ojos, miró a su alrededor pero no reconoció el lugar. Sin embargo, aquello no le importó en lo absoluto y se lanzó en los brazos de Iván. Y aunque estaba feliz de verlo, no podía parar de llorar.

  • Ya linda, pensaré que no te alegra verme  --  dijo él
  • ¿Cómo puedes decir eso?  --  preguntó ella entre sollozos  --  Gracias por venir, te he echado mucho de menos.
  • Te dije que siempre que me necesitaras vendría.

Un poco más calmada, lo miró bien. Estaba más delgado y llevaba barba. También notó que se veía cansado.

  • ¿Cómo estás?  --  le preguntó
  • Bien, linda ¿Y tú? ¿Lo están pasando bien?  --  quiso saber él
  • Sí, los McKenzie son unas personas maravillosas, pero no son ustedes  --  reconoció ella
  • Lamento que hayamos tenido que dejarlos por tanto tiempo, Sam  --  se disculpó
  • ¿Aún tardarán mucho en volver?
  • No lo sé, linda, pero hacemos lo posible por apresurarnos.

Conversaron un rato más hasta que Iván notó que Sam se estaba quedando dormida sobre su pecho.

  • Vamos, es hora de volver  --  le dijo

Cuando estuvieron de nuevo en el balcón, Iván la abrazó despidiéndose.

  • ¿Cuándo los veremos?  --  le preguntó Sam
  • No lo sé, pero como te dije, hacemos lo posible por concluir lo antes posible  --  le dio un beso en la frente  --  Ahora ve adentro y descansa, ella asintió y volvió la espalda, pero él la detuvo  --  Sam  --  ella se volvió de nuevo  --  ¡Feliz Cumpleaños!

Sam sonrió y corrió de nuevo a abrazarlo.

  • Gracias por haber vendió justamente esta noche  --  le dijo

Pero cuando él iba a contestar sintió que alguien se acercaba

  • Debo irme, nadie debe saber que estuve aquí, se supone que estoy muy lejos ¿bueno?  --  dijo con voz apremiante y desapareció.
  • ¿Samantha?




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