No hay grito de dolor que en el futuro no tenga al fin por eco una alegría
Aunque en principio Brendan no había tenido idea de a dónde ir, finalmente se dirigió al único sitio donde era muy improbable que alguien lo buscase, y estaba seguro que en cuanto su madre se enterara de lo que había sucedido, comenzarían a buscarlo, él podía evitar ser encontrado, pero no podía evitar que ellos fueran a los lugares en los que suponían él podía estar. En lo tocante a sus hermanos y su padre, probablemente lo buscarían con intención de descuartizarlo.
Llevaba cerca de una hora allí mirando por la ventana y seguía sin ver una salida que le asegurara un futuro digno de vivirse. Aunque lograra sobrevivir a la ira de su padre a quien seguramente su madre detendría, nada lo salvaría de los gemelos y ni siquiera estaba seguro de querer sobrevivir ¿Con qué fin? Había perdido a su familia y probablemente a la mayoría de sus amigos, pero su pérdida más importante no le permitiría vivir un solo día sin aquel insoportable dolor que le producía el simple hecho de respirar sin ella. Estaba seguro de que ella lo habría seguido a cualquier parte si él se lo hubiera propuesto, pero no podía condenarla a vivir lejos de todo lo que amaba. Tarde o temprano terminaría reprochándoselo e igualmente el peso de la culpa no le dejaría vivir.
Se recostó de la pared y se dejó caer lentamente al piso, apoyó la cabeza en las rodillas y deseó con todas sus fuerzas ser otra persona, vivir en otro lugar, tener otra vida. Una vida que le permitiera amarla sin obstáculos.
No sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero estaba seguro de que era la hora previa al amanecer cuando se puso súbitamente alerta. Sus bien desarrollados instintos le indicaron que ya no estaba solo, y pocos segundos después un ruido le confirmó sus sospechas. Se puso rápidamente de pie y apuntó con su Athame hacia la puerta, más por el instinto natural de supervivencia que por un deseo consciente de conservar la vida. Y unos segundos después, sintió que el mundo comenzaba a girar vertiginosamente.
Brendan miró el Athame en su mano como preguntándose qué hacía allí y procedió a bajarlo con rapidez.
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Cuando Sam le dijo a Giulian que Brendan se había ido de la casa, él no podía creerlo, de modo que pasaron varios minutos antes de que la magnitud de aquella afirmación penetrara las capas de su cerebro.
Su actitud había cambiado drásticamente, Sam lo miraba con los ojos muy abiertos y por primera vez se planteó el hecho de que quizá se había equivocado, pero no tuvo tiempo de pensarlo mucho, porque nuevamente Giulian se había puesto en movimiento.
Él se devolvió y la sujetó por los hombros esbozando algo parecido a una sonrisa.
La leve sensación de esperanza se borró del semblante de Giulian y fue sustituida por la de angustia.
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Editado: 28.11.2023