Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 19 Llamados

 

El día siguiente a uno de los cumpleaños más borrascosos que se pudieran recordar en Averdeen, fue en verdad tormentoso. Lo que había sucedido parecía haber afectado a todos en diferentes formas. Eurielle estaba furiosa con Derian, pues no había que olvidar que tanto ella como Denielig, querían muchísimo a Brendan y a Elijah, y recordaban con especial cariño las muchas horas que habían pasado en la Biblioteca de Averdeen cuando eran pequeñas y ellos les leían cuentos, de modo que estaba muy molesta por ese puñetazo que Derian le había propinado a Brendan, y cuando despertó anunció que regresaba a su casa para horror del gemelo.

Galadriel se encerró en su habitación y como previsión colocó un conjuro a la puerta para que cada vez que Brendan intentara abrirla, recibiera una descarga eléctrica, de manera que esa noche el chico ya tenía feas quemaduras en ambas manos.

  • Yo en tu lugar dejaría de intentar abrir esa puerta – le dijo Giulian
  • Necesito que me escuche, papá 
  • Hijo, cuando tu madre se enfadaba, no había poder humano ni divino que la hiciera ceder, de modo que solo tocaba tener paciencia y esperar.
  • Cosa de la que tu careces, por supuesto – dijo Amy
  • Gracias enana
  • Es verdad – intervino Dan – recuerdo que en un par de ocasiones tiró la puerta de la habitación de Sam

Casi todos alrededor de la mesa rieron con el mayor disimulo, ya que algo les decía que aquella conversación podía terminar muy mal para Dan y Giulian.

  • ¿Realmente hiciste eso? – preguntó Brendan
  • ¿La verdad? Sí – reconoció con honestidad – pero es algo que no te recomiendo.
  • ¿Por qué? En verdad necesito hablar con ella, y si esa es una opción, pues…
  • Hijo, ¿Alguna vez has visto a tu madre enfurecerse? – preguntó Giulian

Brendan buscó en su memoria, pero en realidad en aquel momento no recordaba, de modo que negó con un movimiento de cabeza.

  • Las consecuencias pueden ser realmente perjudiciales para tu salud física – dijo Dan
  • Saldrías menos perjudicado si te vieras arrastrado por un huracán – agregó Giulian
  • ¡Daniel Douglas! – chilló Amy
  • ¡Giulian Cornwall! – gritó Sam

Ambas pronunciaron el nombre de sus respectivos maridos en un tono nada dulce, pero sí muy amenazante y varios cubiertos quedaron suspendidos en el aire sin llegar a las bocas de los comensales quienes fijaron sus ojos en las enfurecidas miradas que en ese momento perforaban a Dan y a Giulian.

  • No están ayudando para nada a Brendan – dijo Sam en tono peligroso
  • Claro que sí – se defendió Dan muy neciamente en opinión de todos – si logra entender que es mejor para su integridad física que se mantenga alejado de Galadriel hasta que a ella se le pase el disgusto, será una gran ayuda.
  • ¿Y consideran realmente necesarios los comentarios y comparaciones desagradables? – preguntó Amy
  • Es para que tenga una mejor idea de a qué nos referimos, Amy – agregó Giulian 
  • Para eso no tendría sino que verte a ti – dijo Sam con malignidad  a su marido – tú pierdes la compostura con mucha más facilidad, y al fin y al cabo, Galadriel es tan hija tuya como mía.

Todos pensaron que allí terminaría la discusión, pero cuando Darien vio que Giulian abría la boca nuevamente, pensó que su padre tenía el necio subido ese día, porque insistir en molestar a su madre en un momento como aquel, era una obvia estupidez.

  • Princesa, es verdad que yo me molesto con mucha frecuencia, pero se me pasa rápido y no suele haber consecuencias serias. En cambio, cuando tú te enfureces, sería menos peligroso enfrentarse a un dragón hembra e intentar robarle un huevo de su nidada.

Probablemente otro día y en otras circunstancias, ese comentario no habría pasado de ser una de las bromas propias de Giulian o de Dan, pero teniendo en cuenta la angustia y el dolor vividos recientemente por Sam, aquello rebasó los límites de su paciencia.

  • ¿Cómo te atreves? – siseó en forma peligrosa
  • Bueno yo…

Pero Sam no estaba para escuchar nada más, y la fuerza con que salió despedido Giulian, lo hizo colisionar violentamente contra un aparador haciendo añicos toda la cristalería que contenía.

  • Eso te enseñará a mantener la boca cerrada, aunque lo dudo, porque eres el mayor imbécil que he conocido, Giulian Cornwall – dijo Sam y abandonó el comedor con rapidez
  • Bueno – dijo Dan poniéndose de pie – eso demuestra que las mujeres de esta familia, como he estado diciendo, son más peligrosas que…

¡Bum! Otro que fue a reunirse con Giulian ocasionando que el ya maltrecho aparador se abriera y una lluvia de cristales rotos cayera sobre ellos.

  • Siguen siendo los mismos estúpidos, necios e infelices patanes, que eran en el colegio – dijo Amy mirándolos con desprecio

Luego de esto, ella también abandonó el comedor. Los gemelos y Brendan se acercaron a ayudar a su padre y a su abuelo a levantarse, mientras que los gemelos Douglas reparaban el estropicio.

  • ¡Wow! Papá, Dan – dijo Darien – creo que han logrado demostrar perfectamente su punto.




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