Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 34 ¿Problemas?

 

Cuando todos subieron a sus habitaciones, Garlan se cubrió con su Skik y vigilaba con atención a Iker y a Gema que iban subiendo las escaleras. Aunque ya él se había preparado para que la trilliza volviese a negarse a ir a su habitación, igual había elaborado un conjuro para proteger la puerta de la misma con la finalidad de que ningún individuo pudiese cruzarla sin que él se enterase, pero prestó atención a la conversación.

  • Ya comprobaste que no es un sueño, Gema, así que puedes descansar cómodamente en tu habitación, porque no vamos a desaparecer – le estaba diciendo Iker
  • ¿Lo prometes?
  • Eso no es necesario, tú sabrías si te estuviera mintiendo

En ese momento ella se detuvo bajando la cabeza y él colocó un dedo bajo su mentón para hacer que la elevase, de modo que Garlan se tensó.

  • Ey – dijo Iker – ¿Qué sucede?
  • No estoy muy segura si ahora podría saber lo que piensas o lo que sientes – dijo ella
  • Si lo dices por mi nueva condición, es posible que tengas razón, no lo sé, pero independientemente de eso, una vez te prometí que nunca te mentiría ¿recuerdas? – y ella asintió – Bien, porque yo tampoco lo he olvidado, así que no Gema, no te estoy mintiendo, pero te juro que no voy a desaparecer si eso te hace sentir más tranquila – ella sonrió y sujetó su brazo comenzando a caminar
  • Tu habitación es aquí – dijo Iker, porque ella no se detuvo frente a la misma
  • Ya lo sé, pero voy a cerciorarme de que tú te quedes en la tuya y no salgas corriendo tras una bonita elfa
  • ¡Gema! No puedo creer que tú también… – pero se interrumpió al verla reír
  • No, yo sé que no te interesa – abrió la puerta, le dio un beso y lo empujó dentro – Que descanses, Ik

Cerró y se giró para volver a su habitación, pero antes de entrar se detuvo girándose.

  • Te estás comportando muy neciamente padrino, porque Iker y Nat siguen siendo los mismos de siempre y no son un peligro, así que ve a dormir

Dicho esto, entró a su habitación sin darle a Garlan oportunidad de decir nada, pero sí pensó que ella se equivocaba, porque aquellos dos no eran los mismos de siempre, ya que ahora eran hombres, de manera que, en su opinión, eran un positivo peligro. Estando sumido en sus pensamientos, Garlan no se había dado cuenta que Samantha acababa de abandonar la habitación de Dreo y había escuchado a su hija.

  • Ya sabes dónde está la habitación que nunca has querido utilizar – dijo ahogando la risa cuando pasó frente a donde él estaba – Buenas noches, gruñón

En los últimos dieciséis o diecisiete años y por más que Samantha había insistido en que Garlan podía quedarse en Averdeen cuando quisiera, especialmente en las oportunidades en las que alguna reunión terminaba muy tarde, él solía mirarla con horror y terminaba yéndose muy de prisa, pero esa noche y después de murmurar una muy grosera maldición, caminó hacia la mencionada habitación. Aquel había sido un día espantoso, y aunque Garlan era un arzhaelí con una larga experiencia ya, no recordaba haberse sentido tan agotado en mucho tiempo. No había dormido nada y se había pasado la mañana vigilando a los condenados muchachitos. Cuando Gema y Nat despertaron, estuvo corriendo de un lado a otro y en estado de alerta. La vio caminando por el jardín de invierno cogida de la mano de Nathaniel, más tarde en la biblioteca con la cabeza recostada en el hombro de Iker mientras él le leía algo que a él le parecieron poemas, aunque no estaba muy seguro, porque aquello no era su fuerte, y eso era comprensible ya que los encontraba tremendamente cursis. A la hora de la comida vio como Nat se esforzaba en ayudarla, pues al parecer seguía pensando que Gema tenía siete años, así que le indicaba donde estaban las cosas e incluso se ocupaba de pasar la servilleta con cuidado por sus labios de tanto en tanto. Y así habían llegado hasta el momento presente en el que entró a la habitación, se lanzó sobre la cama y se frotó los ojos con cansancio.

  • ¿Cuál de ellos es, Gema?

Durante la infancia de Gemdariel, Garlan siempre la vio ir a todos lados en compañía primero de Elijah, y cuando fueron un poco más grandecitos, y aunque el mayor no dejó de estar muy pendiente de la niña, aquel par de individuos la seguía a todas partes mientras los gemelos Douglas revoloteaban a su alrededor; hasta allí todo era normal, porque Gema se dedicaba a destruir todo lo que Nathaniel construía con sus juegos armables mientras que Iker le susurraba lo que Garlan imaginaba serían indicaciones de cómo acertarle. Como él no estaba todo el tiempo en Averdeen, no se había enterado de las muchas horas que pasaron los niños en la biblioteca leyéndole a Gema o instruyéndola en el caso de Iker, acerca de cómo conducirse por la casa sin ayuda. Cuando les llegó el momento de ir a la escuela y si bien tampoco estaba en ella, sí escuchaba a Samantha cuando hablaba con sus cuñadas acerca de las cartas que les enviaban sus hijas, y donde le decían que Iker y Nat seguían cuidando de Gema cuando Elijah estaba en clases. Sin embargo, nada de esto causó ni asombro ni preocupación en Garlan, pero cuando los niños fueron secuestrados comenzó su verdadero calvario, porque el sufrimiento de Gema lo había golpeado de forma aún más dura que su incapacidad, y fue cuando comenzó a plantearse que su ahijada estuviese interesada de otra forma en alguno de aquellos pequeños sujetos, y aunque ambos eran hijos de arzhaelíes, lo que por defecto obligaba a Garlan a hacer todo lo que estuviese en sus manos por encontrarlos, él se lo tomó como algo mucho más personal y no se había dado un minuto de descanso en la mencionada búsqueda hasta que Iván regresó de Rejett y dijo que efectivamente estaban allí, pero que no había forma de recuperarlos hasta que él no pudiese hablar con Ioan. Después de eso Garlan había hecho todo lo posible y hasta lo imposible por aliviar la tristeza de Gema por la ausencia de los chicos, pero ahora con el regreso de ambos, había surgido con más fuerza el pensamiento anterior y Garlan intentaba determinar cuál de ellos era el que le había robado el corazón a Gema, aunque no estaba muy seguro de con qué fin, porque en un principio se había dicho que en cuanto supiese quién era el feliz afortunado, se iría derecho a hablar con él para advertirle de las consecuencias de hacer sufrir a la niña, pero después del espantoso día que había pasado intentando averiguarlo, y las muchas veces que había querido apalearlos a ambos, de lo que no estaba nada seguro era de no hacerlo polvo antes de advertirle una maldita cosa. Por todo lo anterior, Garlan estaba física y emocionalmente agotado y no se encontraba más cerca ahora que antes de resolver el problema.




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