Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 36 Los McKenzie

 

Daira había aprendido por el camino difícil que prohibirles a sus hijos ir a Averdeen era peligroso e inútil, pues las dos únicas veces que lo había hecho, las cosas habían terminado muy mal, de manera que, desde aquel fatídico cumpleaños de Erik, ella no lo había vuelto a intentar, resignándose a que los chicos solo iban a casa a dormir y eso si acaso, ya que todos contaban con habitaciones propias en su cuartel general. Por todo lo anterior, esa mañana Daira estaba cercana a un colapso y segura que se encontraban a las puertas de una catástrofe de proporciones inmanejables.

  • Buenos días, señora McKenzie – saludó Jonathan después de un fugaz beso y de alborotar el cabello de su mujer

No obstante, se detuvo antes de ir por su café, porque Daira no había intentado golpearlo ni había protestado para que le dejase el cabello en paz, y aquello era sinónimo de problemas en el muy particular mundo de Jonathan.

  • ¿Y bien? – preguntó – ¿Cuál es mi crimen ahora?

Como Daira seguía sin contestar y parecía absorta en la contemplación de algo, él se acercó con cautela e intentó seguir la dirección de su mirada, pero como en su opinión todo estaba como debía estar, probó de nuevo.

  • Siendo que Erik no ha intentado tirarnos el techo encima, no hay cristales rotos que indiquen que Aria está furiosa, y que Lizzy no intentó arrancar la puerta, me encantaría saber qué miras con tanta atención
  • Lo niños andan en algo muy extraño, Jonathan – dijo ella finalmente

A Jonathan lo que más lo preocupó no fue la posibilidad de sus hijos anduviesen en algo extraño, porque hasta donde sabía, en opinión de su mujer lo extraño habría sido que no fuese así, y lo que realmente lo alteró fue que lo llamase por su nombre y no por el acostumbrado McKenzie.

  • Si lo dices porque no han despertado aun, tal vez…
  • No, no es por eso, y en cualquier caso, al menos las niñas lo hicieron
  • ¿Y entonces el problema es…? – preguntó mientras su mujer se sentaba y él decidió imitarla
  • Ayer Aria salió como de costumbre hacia Averdeen, pero regresó casi de inmediato y venía furiosa. Hasta ahí todo relativamente normal si no tenemos en cuenta el rápido regreso. No presté mucha atención a lo que venía gritando, porque ya sabemos cómo es, pero cuando noté que parecía a punto de tirar la habitación, decidí subir y averiguar qué estaba sucediendo, sin embargo, fuera de entender que alguien es un cretino arrogante, calificativos que ostenta por lo menos la mitad de los chicos que conocemos, y que la próxima vez que se le acerque, el desdichado le va a romper el alma, no logré enterarme de nada más
  • Pues no veo nada anormal en todo eso – dijo él – seguramente se peleó con alguno de los chicos, y es más seguro aún que hoy el culpable pague caro lo que sea que le haya hecho a Aria
  • No, porque Lizzy acaba de decirme que Aria decidió irse a casa de mis padres
  • ¿Disculpa?
  • Como lo oyes, Arianell se marchó a Francia a primera hora

Aquello ya gustó menos a Jonathan, aunque tampoco era que fuese tan trágico, porque lo más seguro era que como él había pensado, Arianell se habría peleado con alguno de sus primos y él personalmente apostaba por Darien o Dreo que eran los más irritantes, y en cuanto se le pasase la molestia, regresaría como si nada ya que Aria era así.

  • Bien, pero aun así…
  • Eso con respecto a Arianell – lo interrumpió ella – pero Erik también está muy raro y hasta pensé que estaba enfermo, porque si bien entendí que ayer estuviese cansado y no quisiese salir de la cama, que hoy no estuviese despierto a primera hora y listo para marcharse incluso sin desayunar, ya es como mucho
  • ¿Y te aseguraste de que está bien? Es decir…
  • Sé lo que quieres decir y claro que lo hice, McKenzie – dijo ella con disgusto
  • De acuerdo, voy a subir y…
  • Espera – lo detuvo ella – Lizzy tampoco quiere ir Averdeen, así que, si no fuese por dos cosas, diría que están evitando a Iker
  • No digas tonterías, señora McKenzie, mis hijos no…
  • ¿No me estás escuchando? Dije: si no fuese por dos cosas – puntualizó
  • ¿Qué cosas?
  • Primero que los conozco bien y bajo ninguna circunstancia ellos rechazarían a un miembro de su propia familia por algo como lo que le ocurrió a Iker; y segundo, porque dudo mucho que la ira de Aria estuviese dirigida a él
  • ¿Lizzy no dijo por qué no quería ir?
  • Cuando le pregunté si iba a Averdeen, solo me respondió que no tenía nada que buscar allá y que mejor empelaba su tiempo perfeccionando su técnica con el arco

Jonathan ya sabía lo que le sucedía a su hija, lo que no sabía era quién era el infeliz que le estaba amargando la existencia, y por primera vez se planteó la posibilidad de que se tratase de algún otro miembro de la familia, algo que le pareció problemático debido a que descartando a Elijah, las únicas posibilidades que se le ocurrían eran Brendan, Dreo o Vladimir, pero siendo que no sabía la novedad con respecto a Brendan y Galadriel, porque él no había estado en el cumpleaños de las trillizas, pensó que aquello iba a estar difícil si se trataba de él, ya que después de lo sucedido con Aelig y de la fallida relación con Althea, Brendan parecía haberse cerrado a toda posibilidad y lo único que hacía era trabajar como un poseso, y auqnue también sabía que aquello no iba a durarle toda la vida, por el tiempo que le tomase, su hija iba a seguir pasándolo mal, eso, suponiendo que, cuando Brendan decidiese dejar su aislamiento, se fijase en ella. En caso de que se tratase de Dreo, las cosas estrían peor encaminadas, porque aquel incordio había dejado claro su interés en Eve, aunque Jonathan no estaba muy seguro de que la mencionada claridad fuese tal, porque Dreo seguía comportándose como un playboy, así que tampoco era la mejor opción. Y suponiendo que se tratase de Vladimir, la cuestión se presentaba igualmente desesperante, porque su sobrino y en palabras de su propia hermana, se comportaba del mismo modo que él y tenía una grosera agenda en constante actividad y cambio.

  • ¡McKenzie! – exclamó Daira sacándolo de sus pensamientos
  • Voy a hablar con Erik – dijo él levantándose y dejando a Daira preguntándose si era que todos los habitantes de aquella casa habían sido atacados por algún extraño virus




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