Elijah entró a la habitación de Brendan y lo encontró sentado en la cama sujetándose la cabeza con las manos, de modo que arrugó el entrecejo y se preparó para escuchar otra larga exposición de por qué su hermano se sentía el individuo más miserable de la tierra, así que con un suspiro de resignación fue a sentarse en un sillón.
Elijah se rascó la cabeza y pensó que aquello era una novedad en el discurso, pero se preguntó por qué Brendan pensaba aquello suponiendo que hubiese una razón.
Sin embargo, Brendan no lo dejó finalizar y comenzó a hacerle un pormenorizado relato de cómo habían estado las cosas el día del cumpleaños de las trillizas, lo que había sucedido en el jardín, su posterior huida, el extraño encuentro con sus padres y el regreso. Elijah había escuchado con paciencia, y aunque en principio le había alegrado mucho que su hermano hubiese dado el paso definitivo, luego quiso apalearlo por su necedad al huir de aquella manera, y finalmente había terminado riendo por la absurda conclusión a la que había llegado Brendan.
A Brendan le extrañó poco eso último, porque todos sabían que podían hacer casi cualquier cosa y la extensión del discurso de Elijah variaría de acuerdo al tamaño de la falta, pero cuando hacían algo que contrariase, preocupase o doliese a Samantha, a lo que debían enfrentase era a la decidida ira del chico que consideraba cualquiera de las faltas anteriores un verdadero crimen. De manera que después de escuchar en silencio todo lo que Elijah tenía que decir al respecto, volvió a su problema original.
Finalmente, Elijah tuvo que prometerle hablar con su hermana, pero abandonó aquella habitación pensando que, en medio de todo, en verdad debía recordar agradecer a sus divinos parientes por haberlo librado del odioso trámite de enamorarse, ya que sin duda aquello parecía una cosa muy peligrosa independientemente de si se era un berserker o no.
Cerca de la hora de la comida, Samantha entró al salón donde solían reunirse los chicos, pero no estaban todos. Esta era una circunstancia normal, porque ya no eran niños y si bien seguían siendo muy unidos, ahora cada uno tenía intereses y compromisos particulares, de manera que Vladimir, por ejemplo, nadie sabía dónde estaba, aunque todos se lo imaginaban. Los gemelos Douglas ese día habían decidido ir a incordiar a la casa de los Haider, porque aquellos demonios sabían que Armel estaba en casa y se ponía muy pesado con aquello de que las niñas se marchasen. Los gemelos Cornwall, y aunque no andaban juntos, parecía que seguían pensando y actuando igual, pues habían decidido salir con sus respectivas chicas. Las McKenzie seguían sin aparecer, y Denielig había decidido obsequiar a sus padres con su presencia en su propia casa. De manera que quienes se encontraban allí eran Eve y Dreo que se peleaban como de costumbre, Nathaniel que hablaba con Lyseryd, Michel y Gamariel, Galadriel que lo hacía con Megan y con Sasha, Gemdariel con Iker, y Evrei con Erik quien por cierto parecía disgustado.
Después del rápido inventario visual, Samantha emitió un suspiro y por un momento sintió algo parecido a lo que venía sintiendo Giulian desde hacía un tiempo, es decir, un agudo dolor en el corazón al pensar que ya sus niños no lo eran. Sin embargo, no alcanzó a reprenderse por aquella tontería cuando escuchó a Alex, que venía entrando, proferir una maldición, y antes de poder girarse para saber qué ocurría, Elijah estaba a su lado.
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Editado: 28.11.2023