Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 39 En Evendil

 

Los bosques élficos se caracterizan no solo por su belleza, sino porque cualquiera que lo vea tendrá la impresión de que todo brilla en demasía, o como han dicho algunos de los afortunados a quienes se les ha permitido la entrada, como si hubiese una especie de polvo dorado flotando en el ambiente.

Aunque la principal labor de los elfos con relación al mundo era el mantenimiento de la naturaleza, una vez que quedaron establecidas las principales comunidades, cada una se dedicó a algo en específico, de modo que los elfos de Evendil eran conocidos también como los hijos del otoño, por lo que su bosque e independientemente de la época del año en la que estuviesen, siempre parecía vestido de los colores otoñales.

Cuando Erkin traspasó las puertas de acceso de Evendil, sintió que su corazón iba a abrirse a la mitad por efectos de la emoción, sin embrago, apenas había dado dos pasos dentro cuando se vino abajo, y de no haber sido por uno de los elfos de la guardia que se había apresurado a sostenerla, habría caído al piso, porque Caley no la estaba mirando.

  • ¡Señor! – exclamó el elfo y Caley giró la cabeza con curiosidad

Al ver a su hermana en brazos del escolta, juntó las cejas y luego componiendo expresión de fastidio se aproximó.

  • ¿Qué te sucede ahora, Erskin?
  • Perdió el sentido, Caley – dijo con cierta nota de disgusto el capitán de la guardia
  • Bien, llévenla a su habitación y que alguien avise a uno de nuestros alquimistas para que vaya a verla si no despierta pronto

Dicho esto, se dio vuelta y continuó su camino mientras era seguido por la mirada del capitán.

  • ¿Niove? – dijo el elfo que aun sostenía a Erskin
  • Llévala a su habitación – le dijo y luego miró a otro – Busca a Nairel y llévala con ella

La orden de Caley no parecía haber sentado bien a los elfos de la guardia, pero nada podían hacer, mientras que lo que acababa de ordenar Niove era más de su agrado y se alegraron de que éste estuviese con ellos, ya que solo alguien como Niove Jardel podía tomar una decisión como aquella sin sufrir horrorosas consecuencias por haber desobedecido una orden del temperamental Caley. Niove era hijo de una hermana de Caedmon, de manera que, estando emparentado con el señor de su bosque, y aunque existía la posibilidad de que Caley se enfureciese lo mismo, lo improbable era que pudiese hacer algo en contra de Niove debido al rango y posición de éste dentro de la jerarquía de su bosque.

Mientras Erskin era trasladada a su habitación, el otro elfo se fue a buscar a quien le habían ordenado y no se extrañó de que le franqueasen la entrada incluso antes de llamar.

  • Mi señora – saludó doblando una rodilla ante la elfa
  • Ya está aquí – dijo ella, y aunque no era una pregunta, el elfo respondió lo mismo
  • Sí, mi señora, pero parece no encontrarse bien
  • Porque no lo está

Dicho esto, se levantó del piso donde había estado sentada y se puso en marcha.

Nairel era otra Galen, pero mucho más antigua, ya que era hija de Obelar Galen, el hermano mayor de Caedmon y quien debía ostentar el señorío de su bosque. Obelar había comprometido a Nairel en matrimonio con Amrod Faelvir, pero el día de la ceremonia de compromiso, Nairel se había negado a presentarse. Aquello era insólito por donde quiera que se viese, pues si las elfas no eran consultadas antes de tomar esa clase de decisiones, que por lo general eran pactadas apenas los niños nacían, ya no hablemos del derecho a oponerse. De más está decir el escándalo que aquello generó, pero como Obelar no estaba dispuesto a consentir aquella clase de comportamiento, envió una amenaza formal a su hija y que haría efectiva si no se presentaba. No obstante, más le habría valido no hacerlo, porque Nairel ciertamente se presentó, pero lo hizo desnuda y cargada de cadenas, se detuvo en medio del salón y miró a un joven y abochornado Amrod.

  • Mi cuerpo nunca será la cuna de tu dinastía a menos que emplees la violencia, y aun así nada obtendrás – le dijo y luego miró a Obelar – Y la tuya se acaba conmigo, orgulloso hijo de Evendil, porque no eres tú, ni la tuya quienes dirigirán los destinos de nuestro pueblo

A continuación, los espectadores habían ahogado una exclamación al ver aparecer un aro de fuego alrededor de Nairel.

  • Está en tus manos despojarme de estas cadenas que no son más que un símbolo de aquellas con las que quieres cargarme – continuó ella mirando al aun estupefacto Obelar – pero no lo harás, porque tu orgullo supera tu buen juicio – después miró de nuevo a Amrod que literalmente quería ser tragado por la tierra – No tengo nada en tu contra, hijo de Ylwyn, pero si insistes en tener lo que no te pertenece, te harás acreedor a la misma maldición de quien te obliga a ello. Vete en paz y no reclames nada, porque a nada tienes derecho, como no lo tendrá ningún elfo jamás – Nairel dejó de mirar a Amrod, algo por lo que él se sintió muy agradecido y la elfa volvió a mirar a su padre – Ofreciste lanzarme a las llamas si no acudía a esta ceremonia que nada significa para mí, adelante, hazlo – dijo haciendo crecer las llamas – Nada conseguirás con ello ni con  cualquier castigo que me impongas, porque todos te acarrearan las mismas consecuencias, y yo tendré que ser testigo de cómo perderás tu orgullosa cabeza arrastrando a mis hermanos contigo




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