Cap. 41 Una historia diferente
Aunque no habían esperado nada en concreto, ciertamente lo que había dicho Izek menos que ninguna otra cosa. El cerebro de Nat parecía haberse quedado en neutro mientras que el de Iker trabajaba a toda marcha, pero fue Iván el primero en reaccionar.
- ¿Pero… qué estás diciendo infeliz? – preguntó Iván – Eso no es posible. Si tu padre fuese un drow, tú también lo serías, grandísimo necio
- No necesariamente – intervino Iker
- Hay algunas leyes naturales que no son susceptibles a ser modificadas, Iker – dijo Iván con paciencia – Para que un niño nazca siendo un vampiro es necesario que sus dos progenitores lo sean, y ustedes lo saben porque Nathaniel, Eve y Brendan no son vampiros. Mi madre era una arzhvael, pero fue transformada antes de concebirnos. Sin embargo, lo que el necio este acaba de decir es imposible, porque las razas puras no pueden ser transformadas en otra, es decir, un elfo jamás podría ser un vampiro o un berserker, del mismo modo que un vampiro no podría ser un berserker.
- ¿Por qué? – preguntó Nat
- Porque en cuanto la toxina que se transmite a través de la mordida entra en contacto con la sangre de la otra raza, actúa como un veneno letal
- Eso no tiene mucho sentido, papá, porque entonces tampoco podrían concebir
- Es diferente Nat, piensa un poco. Una criatura se forma a partir del aporte genético de ambos padres, de manera que las células se unen sin anularse entre sí y forman una nueva cadena genética, mientras que una mordida equivale a una violenta entrada de veneno que matará a todas las células que encuentre a su paso, pero si bien puede sustituir a las originales en un arzhvael o en un mago, no sucede lo mismo con la de los elfos o los berserkers, porque son tan resistentes como las vampíricas y lucharan hasta morir
- Todo eso está muy bien, Iván – dijo Iker – pero la madre de este sujeto y tu abuela, si debemos creerle, era una originaria, de manera que todos sus hijos con independencia de con quién procrease, serían indistintamente vampiros ¿no es así? – concluyó mirando a Izek
- El niño tiene razón de nuevo – reconoció Izek
- ¿Cómo sabes tú eso? – preguntó Nat casi con indignación
- Tal vez leí más que tú, recuerda que había ciertos libros que encontrabas… desagradables – dijo en tono burlón
Mientras los chicos discutían, Iván miraba a Izek aún no muy convencido de aquello.
- No importa si lo crees o no, lo importante es que es cierto, aunque me sucede lo mismo que a ti
- ¿De qué hablas ahora? – preguntó Iván con fastidio y los chicos dejaron de discutir por los libros y prestaron atención
- Los svartálfar no me querían a mí más de lo que te querían a ti los arzhvaels, y muchos vampiros no me consideraban uno, pero al menos éstos últimos descubrieron su equivocación por el camino difícil – concluyó con su helada sonrisa
- La diferencia es que a ti no te echaron de tu casa ni tuviste que vivir entre tus otros parientes
- Error
- ¿Disculpa?
- Supongo que estás al tanto de que Nekrasov siempre había querido hacerse con el poder, pero en una oportunidad estaba más decidida a ello y comenzó a perseguir a los descendientes de Natchzhrer, y hay que reconocerle que pudo deshacerse de casi todos, aunque no pudo con Ioan. No obstante, también la emprendió en contra de Vadik, Stvaren y los descendientes de ellas, porque éramos hermanos de Ioan – en este punto sus ojos cambiaron violentamente al rojo encendido así que Iván se puso alerta, aunque no era en contra de nadie allí la ira de Izek, algo que quedó aclarado con lo que dijo a continuación – Ella mató a mi madre y no me despachó a mí porque Ioan lo impidió. Después de eso y como yo era el menor y estaba muy pequeño como para defenderme, Ioan decidió enviarme con la única svartálfar que aceptó hacerse cargo, aunque no precisamente porque me quisiera más que los demás, sino a cambio de un favor.
- Cuando dices pequeño… ¿de qué edad estamos hablando? – preguntó Nat
- Cinco
Iker emitió un silbido mientras que Nat no alcanzaba a calcular de cuántos años atrás estaban hablando, y en el caso de Iván se sentía como un escolar al que están haciendo polvo en un examen de historia.
- Imagino que, por tu lindo carácter, tus parientes terminaron por echarte ¿no?
- Iker – dijo Nat en tono de advertencia y luego miró a Izek – ¿Qué sucedió después?
- ¿Después de qué? – preguntó él a su vez
- Después que te enviaron con los svartálfar
- No me enviaron con ellos, me enviaron con una – puntualizó
- Bien – dijo él – ¿Qué sucedió allí?
- Al principio nada, ella vivía algo alejada de Dänjordsky y…
- ¿De dónde? – interrumpió Iker
- Dänjordsky – repitió Izek
- ¿Y qué demonios es eso?
- La comunidad de los drows – aclaró Iván
- ¿Hay una comunidad bajo tierra? – preguntó el chico – Siempre pensé que eran algo así como topos, ya saben, que vivían en una especie de madriguera – dijo con el único fin de molestar a Izek y Nat sintió el violento deseo de asestarle
- No le prestes atención y continúa – le dijo a Izek
- Como dije, en un principio no sucedió nada, ella no hablaba mucho porque opinaba que la charla excesiva era inútil – para Nat este dato explicaría el por qué Izek era tan poco hablador – así que se pasaba los días haciendo lo que hacen todos los ljósálfar
- No puede ser – dijo en esta ocasión Nat – Los elfos cuidan de la naturaleza, pero los drows… – se detuvo porque en realidad no tenía idea de lo que hacían los drows aparte de mortificar a sus parientes de la luz
- También, pero de una que no se ve – dijo Izek completando la frase que Nat había dejado inconclusa – o al menos ella lo hacía – aclaró – Un poco más adelante dejaba que yo la acompañara, aunque yo no hacía realmente nada, pero poco a poco fui aprendiendo no a cuidar de nada, sino a identificar para qué servían algunas plantas. Pasado un tiempo ya sabía cómo moverme por los túneles sin perderme y naturalmente conocí Dänjordsky y Dilaf…
- ¿Dilaf? – preguntó Nat
- Otra comunidad svartálfar – dijo para asombro de todos, pero como no dijeron nada, bien fuese porque estaban muy soprendidos o porque no tenían nada qué decir, Izek continuó – Aunque procuraba mantenerme a distancia de esos lugares, porque mis encuentros con los svartálfar solían terminar en desastre
- ¡Ah sí, lo imagino! – dijo Iker, aunque no le prestaron atención
- Pero lo más importante que aprendí allí, fue que yo era un vampiro y que, aunque mi padre hubiese sido un svartálfar, yo nunca sería uno de ellos – dijo mirando a Iván – Otra cosa importante que aprendí en ese tiempo fueron algunos trucos – puntualizó – y aunque no me han sido especialmente útiles sino en un par de ocasiones, lo fueron contigo
- ¿Qué?
- Sueles meterte en muchos problemas, fenség, al igual que lo hacía Eveska, y la única manera de ayudarlos era empelando lo que había aprendido
- ¿Y qué fue eso exactamente? – preguntó Nat
- Algo así – dijo elevando la mano y haciendo estallar una silla