Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 47 ¿Revelación?

 

En cuanto Krister le dijo a Mael que había visto a Lizzy con Svan y después de intentar localizarlo, Mael montó en cólera causando la hilaridad de su díscolo pariente mayor.

  • Cálmate held, dudo mucho que consideres a Svan un peligro
  • Un peligro no, pero sí un imbécil, porque estoy intentando comunicarme con él y no me responde
  • A ver…
  • No voy a ver nada, voy a buscarlo – lo interrumpió él
  • Y perderás miserablemente tu tiempo
  • ¿Qué?
  • Mael, así como Svan es uno de nuestros mejores rastreadores y lo sabes, también es muy poco probable que alguien lo encuentre si él no quiere ser encontrado
  • ¿Por qué mi hijo iba a querer esconderse de Mael? – preguntó Thorvald que venía llegando
  • Eso mismo me estoy preguntando yo, pero te aseguro que cuando lo encuentre, va a lamentar haberlo hecho – dijo Mael del peor humor – ¡Deja de reír, infeliz!
  • Aunque sé qué es una pérdida de tiempo – dijo Thorvald – ¿Qué es lo que te parece tan gracioso?
  • Él – contestó Thorheld y luego se dirigió a Mael – Tanto protestar por el carácter de Elijah y mírate. Es verdad que la madre del lopcyk es volátil, pero estás demostrando que no difieres mucho y no es de ella la absoluta responsabilidad por el mencionado carácter de tu hijo

Mael tenía el más puro y auténtico deseo de hacer polvo al muy desgraciado, y aunque normalmente se controlaba para no sacudirlo cada cinco segundos, en ese perdió la batalla con el control y le acomodó el primer puñetazo al que habrían seguido muchos más si Thorvald y Krister no hubiesen intervenido. La ira de Mael tenía que ser muy concentrada, porque aun los otros intentaban tranquilizarlo cuando apareció Samantha.

  • ¿Mael?
  • Escucha linda, es mal momento, porque… – comenzó Thorheld, pero fue silenciado por Mael
  • ¡Cierra tu estúpida boca!

Samantha estaba muy sorprendida, porque si bien en algunas oportunidades había visto a Mael auténticamente furioso, era la primera vez fuera de batalla que lo veía dirigir una ira tan violenta contra alguien en particular.

  • Mael por favor

La voz de Sam resultó mucho más efectiva que los inútiles esfuerzos de los berserkers que ya habían recibido muchos golpes, de modo que cuando ella se acercó a Mael y ellos sintieron que se relajaba, lo soltaron alejándose prudentemente. Sam no hizo innecesarias preguntas y pensó que lo mejor por hacer era sacar a Mael de allí, pues si su disgusto lo había provocado su pariente, no era buen asunto que lo siguiese viendo o escuchando, de manera que sin consultar nada, lo sujetó por un brazo y se lo llevó a casa.

  • ¿Qué sucedió, Mael? – le preguntó cuando él estuvo más tranquilo
  • Elizabeth
  • ¿Lizzy? ¿Qué sucede con ella?
  • Necesito encontrarla – le dijo y procedió a contarle lo sucedido en el hospital – Así que ahora me tiene miedo
  • No digas tonterías, Mael, no te tiene miedo a ti, tiene miedo de… de lo que siente
  • ¿Qué?
  • Estás mirando las cosas equivocadamente

Y así era, porque cuando Mael la había mirado a los ojos, ciertamente lo que vio fue miedo, pero no por lo que se había imaginado y que muy neciamente se lo adjudicaba a su condición, sino porque Lizzy en verdad se sintió aterrada ante la posibilidad de haber descubierto sus sentimientos ante quien menos debía, al menos a su alterado juicio.  No obstante, a Samantha le llevaría un largo rato convencer a Mael de aquello.

  • Mael, Lizzy creció al lado tuyo y con Eli. ¿En verdad piensas que puede temerte por ser un berserker? Además, se te está escapando un pequeño detalle, cachorro – dijo y sonrió, algo que él no entendió en las presentes circunstancias
  • ¿Cuál?
  • Me dijiste que ella te había besado ¿no?

En medio de todo su caos mental y emocional, Mael parecía haber olvidado el pequeño detalle que Sam acababa de mencionar, de manera que compuso expresión de sorpresa y luego se puso de pie como impulsado por un resorte.

  • Sí, ella… – pero parecía no poder coordinar las palabras
  • Te besó – completó Sam
  • ¡Por todos los Dioses! – exclamó

En ese momento hizo acto de presencia Elijah y en verdad ya se había demorado mucho teniendo en cuenta el alteradísimo estado de su padre.

  • ¿Papá? ¿Qué demonios está sucediendo contigo? – preguntó con sus delicadas maneras
  • Eli, te he dicho…
  • Si no quieres que aparezca tan inoportunamente, entonces ten la amabilidad de no alterarte como lo estás haciendo, porque tú no eres del tipo que va por ahí sufriendo ataques de pánico o crisis nerviosas, de modo que si te alteras es lógico que yo piense que estás en serio peligro y no puedes…
  • Por favor Elijah Daniel, por una vez en la vida cierra la boca, muchachito




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