Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 55 Sangre

 

Iván estaba teniendo sus propios problemas con Iker que seguía negándose a beber la sangre del Uzky, pero las cosas habían llegado a un punto insostenible, pues el chico había comenzado a perder su propia sangre.

  • ¡Papá! – había exclamado Nat al ver que Iker comenzaba a sangrar por la nariz – ¿Qué le sucede ahora? – preguntó Nat con desesperación
  • Está muriendo – dijo Izek en tono neutro
  • ¡No te pregunto a ti! – le gritó Nat y miró de nuevo a Iván – ¿Papá?
  • Él tiene razón – reconoció con desánimo
  • Pero…
  • Nat, como ya sabes, la única cosa que realmente alimenta a un vampiro es la sangre
  • No exactamente, porque tú…
  • Nat por favor, yo fui criado de manera diferente y…
  • Y casi mueres por la misma razón – lo interrumpió Izek
  • Cállate Vadik – dijo él con ira
  • Que me calle no lo hace menos cierto

Iván se preguntó cómo era que aquel individuo había logrado mantenerse tanto tiempo con vida siendo como era uno de los seres más irritantes de su especie.

  • ¿Qué quiere decir? – preguntó Nat e Iván respiró profundo para tranquilizarse antes de contestar
  • Yo puedo decírselo – dijo Izek
  • Si vuelve a abrir la boca te juro que…
  • Papá – lo interrumpió Nat – ¿Qué es lo que hay que decir?
  • Hijo, es verdad que ahora no necesito beberla para vivir, pero al principio mi madre nos daba unas gotas al día para mantenernos y poco a poco fue reduciéndola hasta que ya no la necesitamos más
  • Error – dijo Izek
  • ¡Vadik!
  • Estás faltando a la verdad – insistió él
  • ¿Pretendes decir que sabes más que yo que fui quien lo vivió?
  • Sí – contestó Izek – y lo sé, porque yo también estaba allí. Es verdad que mi Hersïvi hizo lo que dices, pero cuando Eveska enfermó, entendió que iba por mal camino y que no podía suprimirles la sangre de esa manera
  • Pero… ¿Qué dices, imbécil? Eve no enfermó por eso y ciertamente yo no lo hice
  • ¿De veras? ¿Acaso recuerdas cuándo y cómo mejoró Eveska?

Aquello era algo que Iván no podía recordar y lo último que recordaba con relación a la extraña enfermedad que había atacado a Eve, era… los ojos de Levka.

  • ¡Por todos los Dioses! – exclamó cayendo sentado y sujetándose la cabeza con las manos
  • ¿No lo recuerdas? – preguntó Nat

Iván no estaba en capacidad de contestar, porque repentinamente había sentido un vacío en el estómago al notar que en verdad no recordaba nada, y si recordaba a su hermana enferma, que no recordase nada más, y aunque siempre había pensado que era porque estaba muy pequeño, ahora entendía que eso solo había sido posible porque lo habían hipnotizado.

Aunque Nat había querido escuchar lo que fuese que hubiera que decir de labios de su padre, al ser consciente de que éste no iba a decir nada, se giró hacia la única otra persona que podía decirle lo que estaba sucediendo o más bien lo que había sucedido.

  • Izek – dijo mirándolo – recuerda que no puedes mentirme – le advirtió
  • Eveska enfermó primero, y como los brebajes de mi Hersïvi no estaban dando resultado, Ioan hizo llamar a Levka. En principio tu abuela no quiso escucharlo, pero cuando Iván también enfermó y Eveska comenzó a desangrarse, Ioan decidió que había llegado el momento de imponer su autoridad, y haciéndola salir de la habitación los puso en manos de Levka.
  • ¿Y qué hizo él?
  • Lo único necesario, les dio sangre

Nat se quedó pensativo unos segundos, porque algo en aquella historia no le cuadraba mucho.

  • Supongamos que eso es cierto
  • Lo es, no puedo mentirte
  • Bien, pero si es así, ¿Cómo es que lograron superar su necesidad sin enfermar de nuevo?
  • El cómo lo hicieron exactamente no lo sé, porque mientras estuvieron en Lorzii, bebían unas pocas gotas al día. Mi Hersïvi siempre sostuvo que con el tiempo necesitarían cada vez menos hasta desterrarla por completo. Después que se recuperaron, continuaron bebiéndola en pequeñas dosis que ella les daba mezclada con sus comidas. También les hablaba mucho al respecto diciéndoles que no la necesitaban, de modo que ellos pensaron que en verdad era así. De manera que cuando ella murió y fueron encerrados en el calabozo, dejaron de beberla como lo hacían y se negaron a hacerlo de otra manera.
  • ¡Pero tú sabías todo eso, mal nacido! ¿Por qué no hiciste algo?
  • Lo intenté, pero ellos no aceptaban nada, especialmente Iván
  • Pudiste haberles dicho que intentabas hacer lo que hacía su madre
  • Lo hice
  • ¿Papá?
  • Es verdad, lo hizo, pero yo no podía creerle – reconoció Iván – para mí todos ellos solo querían engañarnos o matarnos, y cuando él dijo que la comida que nos llevaba era igual a la que nos había dado mamá, yo no le creí, porque el muy imbécil me dijo que ella le colocaba unas gotas de sangre
  • ¿Eres estúpido o qué? – le preguntó Nat a Izek – ¿Por qué tenías que decirle eso?
  • Porque no podía mentirle tampoco a él




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