Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 58 Aria

 

Arianell McKenzie era una jovencita muy inquieta y era algo que sus parientes sabían y sufrían. Desde que era una bebita recién nacida, Daira sostenía dos cosas, la primera que si Aria se pareciese más a Jonathan sería él mismo, y la segunda, que lo único que su hija parecía perseguir en la vida al igual que su padre, era hacerla perder la razón. Aria no solo era el vivo retrato de Jonathan en el aspecto físico pues tenía unos hermosos rizos rubios, los mismos ojos azul cielo y que reflejaban una inocencia del todo inexistente, y la misma risa traviesa, sino que también exhibía la misma manía de burlarse de todo y de todos y el mismo desquiciado comportamiento.

Otra característica de Arianell era la capacidad para atraerse la atención de todos los que la rodeaban, bien fuera porque estuviese haciendo bromas, o por su natural atractivo, el asunto era que mientras para Jonathan eso no había representado un problema, para Aria y más bien para los miembros masculinos de su familia, sí. En la escuela ella siempre iba rodeada de una nube de admiradores que habrían dado su Gwialen porque ella les prestase exclusiva atención, y el que casi lo había conseguido había sido Liosberi, pero un buen día Gemdariel llamó a Arianell a la salida de clases y fueron al jardín.

  • ¿Qué sucede, Gema? ¿Tenemos que romperle el alma al algún infeliz?
  • No

Aria había registrado en aquel momento la misma incomodidad que sentían todos aquellos en los que Gemdariel fijaba sus ojos como si pudiese verlos.

  • ¿Hice algo que te disgustara, Gema?
  • Aun no, pero vas camino a hacerlo
  • ¿De qué hablas?
  • De Eli
  • ¿Eli? ¿Qué sucede con él?
  • Dímelo tú
  • Gema no te estoy entendiendo
  • ¿De veras?
  • De veras
  • Y la ciega soy yo – dijo la niña para disgusto de Aria que al igual que a todos sus parientes, les sentaba muy mal cuando su prima se calificaba de aquel modo – Deja de hacerle la vida miserable – agregó para empeorar el ánimo de Arianell
  • ¿Yo le hago la vida miserable? Vamos Gema, es ese infeliz el que no me deja ni respirar
  • ¿Por qué te empeñas en fastidiarlo paseándote por allí con distintos chicos?
  • No es asunto suyo con quién me pasee – dijo con terquedad
  • Tú y yo sabemos por qué lo haces
  • Lo hago porque se me pega la gana y no es su problema
  • No solo lo fastidias a él, sino que pones a tus hipotéticos amigos en peligro, porque supongo que no tengo que recordarte lo que es mi hermano ¿verdad?
  • ¿Un entrometido de la peor especie?
  • Bien, como quieras Arianell, pero vas a arrepentirte, porque si algo no tiene Eli es paciencia y…
  • ¡Ja! ¿De veras? Porque según todo el mundo él es el señor paciencia
  • Puede tenerla para muchas cosas, pero si lo llevan al límite como tú lo estás haciendo, las cosas pueden ponerse muy feas y lo sabes – Gema hizo una pausa y luego se puso de pie – Puedes engañar a todo el mundo tú incluida Aria, pero tu problema es que te gusta Eli más de lo que quieres admitir, pero por el camino que vas, todo lo que conseguirás es que mi hermano termine odiándote y posiblemente mate a alguien en el proceso.

En aquel momento y si bien Aria se había quedado petrificada pues lo que sentía por Elijah creía tenerlo bien oculto, posiblemente así fuese para los demás, pero Gemdariel les llevaba una tal vez injusta ventaja debido a que era capaz de percibir cosas que los demás no. De manera que Aria se había sentido furiosa consigo misma y doble, aunque inexplicablemente furiosa con Elijah. Sin embargo, aquella chica era sin duda hija de su padre, pues siguió mortificando a Elijah que era el único de sus parientes que en realidad lo hacía, porque los demás terminaron por concluir que Aria simplemente estaba loca, pero que nunca se metería en líos con ningún individuo y solo se divertía o se burlaba de ellos; no era que encontrasen buena aquella actitud, pero simplemente no había nada qué hacer salvo estar pendientes que no se pasase de la raya.

Todos habían intentado hacérselo entender a Elijah de una u otra manera, desde individuos tan sensatos como Brendan, hasta probados incordios como Dreo quien esgrimía su propia locura para explicar la de su prima, pero Elijah siguió comportándose de la misma manera hasta poco después de abandonar la escuela cuando fue Arianell quien comenzó a perseguirlo a él.

A pesar de todo lo anterior, habían logrado continuar con sus vidas con ocasionales pleitos muy venenosos entre ambos, pero nada más. Y así habían llegado al presente cuando después de los sucesos de Rejett y después que Lizzy le contase a Aria cómo habían estado las cosas en Asgard, ella había querido agradecerle a Elijah lo que había hecho y él la había echado de su habitación, razón por la cual Arianell se había marchado a Francia, allí seguía y no tenía ningún deseo de volver, aunque en realidad lo que no quería era ver al cretino señor Berserker.

Aunque la presencia de Arianell en su casa hacía muy felices a los Clemmens, después del segundo día comenzaron a preguntarse qué estaba sucediendo, porque conocían bien a su nieta y aquella tranquilidad era sospechosa. El hermano de Daira les dijo a sus padres que la dejasen en paz, pues seguramente solo se trataba de que estaba creciendo, pero siendo que los señores Clemmens conocían a Jonathan y sabían que Aria era una copia corregida y mejorada de su progenitor, les resultaba muy difícil quedarse con aquella explicación. No obstante, decidieron esperar antes de hablar con Daira, pues tampoco querían mortificarla sin motivo.




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