Arzhvael (libro 10. Criaturas Mágicas)

Cap. 64 Otro descubrimiento

 

Arianell y por unos pocos minutos, fue lanzada a su no tan lejana infancia, porque en cuanto Elijah había despertado y una vez que se aseguró de que la chica por lo menos era plenamente dueña de su consciencia, en principio comenzó un apresurado registro visual y físico de las condiciones de su anatomía, aunque no lo hizo en silencio.

  • ¿Estás bien? – le preguntó mientras sostenía el rostro entre sus manos, y sus dedos recorrían con delicadeza el contorno de sus labios buscando huellas inexistentes de la bofetada que había visto le propinaba Jacques – ¿Te duele algo?

Después de eso y sin darle oportunidad a responder, comenzó a revisarle los brazos pasando seguidamente a apartar las mantas para examinar el resto del conjunto. En este punto Aria ahogó una exclamación, pues, aunque durante los segundos previos había estado disfrutando de la ternura del Elijah niño, en el presente ninguno de los dos lo era y su cuerpo experimentó la reacción previsible, pues, aunque él no estaba precisamente acariciándola, sino asegurándose de que todo estaba en el lugar correspondiente y en perfecto estado, la traidora anatomía de Aria lo percibió de forma diferente.

  • ¿Qué? – preguntó Elijah clavando sus verdes ojos en los de ella al escuchar el sonido que salió de su garganta – ¿Dónde te duele?
  • No me duele nada y…
  • No me mientas – la interrumpió él – Iré por…
  • Eli – lo detuvo sujetando su brazo – en verdad no me duele nada, o bueno sí me duele un poco la cabeza, pero nada más – dijo intentando cubrirse ya que Elijah había apartado no solo las mantas sino el trozo de tela que la cubría y de hecho aún tenía una de sus manos sobre su abdomen

Como Elijah no estaba para nada convencido, siguió con su terca y veloz revisión y hasta que no le examinó hasta la última uña de los pies no estuvo tranquilo al menos con respecto a eso. Sin embargo, una vez que terminó con eso y después de las horas de angustia que había vivido, y aunque la mitad de las mismas había estado inconsciente, no habría sido inteligente esperar que su violenta ira no hiciese aparición.

  • ¿Acaso has perdido el juicio, Arianell McKenzie? – comenzó y ella estaba bastante segura que no esperaba una respuesta pues no se detuvo – Claro que no, porque eso es algo que tú no tienes y dudo que siquiera tengas idea de lo que es
  • Eli, sé que fui alago necia, pero…
  • ¿Algo necia? – preguntó con incredulidad – ¿Algo necia? – repitió sujetándole el rostro, aunque con menos delicadeza que antes – Ese individuo pensaba… pensaba… – pero las palabras y por primera vez parecían haberse quedado hundidas en su garganta y no era capaz de decirlo
  • Lo que pensara hacer ese desgraciado ya no importa, porque tú lo impediste
  • ¿Y qué habría sucedido si no hubiésemos llegado?
  • Deja el drama, Eli – le contestó – Sabemos que no habría podido matarme
  • Lo que dices demuestra que careces de una consciencia, muchachita – dijo él con ira – porque morir no era lo peor que podía pasarte
  • Bien, pero nada sucedió, así que olvidemos esto
  • ¡¿Olvidarlo?!
  • Ajá, y deja de gritar, porque eso te molesta tanto como a mí en este momento

Elijah estaba dividido entre el horror y la ira, porque a su juicio Aria no lo tenía y terminaría por meterse en un lío de proporciones inmanejables, de manera que comenzó a pasearse de un lado a otro lanzándole el más extenso de todos los discursos que le había largado en su vida, y cabe destacar que al menos en el caso de Aria, habían sido casi tantos como los que se habían rifado los gemelos. Arianell por su parte y como le había dicho recientemente a Jonathan, en verdad disfrutaba en forma grosera de la ira de Elijah, pero como además en verdad carecía de la cordura mínima necesaria, no guardaría prudente silencio.

  • Vete a casa, Eli
  • No puedo ir a ningún lado, porque no es prudente dejarte sin vigilancia – dijo mirándola mal
  • ¿Y entonces qué? ¿Irás conmigo a todos lados ahora? – preguntó en tono divertido
  • Lo que haré será…
  • Pero tienes que prometerme algo – siguió ella sin prestar atención a los planes de Elijah para con su persona – si voy a tener que soportar que me sigas a todas partes, promete que lo harás con… menos ropa, ya que definitivamente es un espectáculo mucho más atractivo – concluyó riendo con su habitual descaro

Elijah no era ningún bebé desde hacía mucho tiempo y su vida amorosa era un caótico ir y venir de chicas de lo más variadas, de manera que si algo había perdido hacía mucho era la vergüenza que, en cualquier caso, escaseaba en cualquiera que se apellidase Douglas por alguna parte, sin embargo, al escuchar a Aria, enrojeció de forma violenta y en realidad parecía a punto de ahogarse, aunque esto no sucedió.

  • ¡Arianell McKenzie!

Aquel grito enfurecido sorprendió no solo a Aria, sino a medio hospital, porque seguido del mismo, cayó un rayo que impactó con violencia en la ventana destrozándola. Jonathan, Daira y Paul que conversaban unos pasos más allá, ya que Jonathan había detenido al läkare cuando éste iba a ver a Aria, corrieron hacia la habitación y fueron derribados por Elijah que la abandonaba en aquel momento a toda velocidad. Los dos hombres ayudaron a Daira a ponerse de pie y entraron a toda prisa.

  • ¿Aria qué sucedió? – preguntó Daira
  • Nada, ya conoces a Eli, dije algo que creo que lo disgustó y bueno… – dijo sin concluir la frase y encogiéndose de hombros




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