Antes de marcharse, Iván había acomodado a Zidan en uno de los sillones, y Sam después de pasar la mano por la frente de Mael, había ido a sentarse en el otro. Zidan recuperó la consciencia y se tomó un minuto para ubicarse antes de abrir los ojos.
Por un momento pensó que él no diría nada, de modo que estaba por pasar a otra cosa cuando él habló.
Samantha se sorprendió al escuchar aquello, pues de haber esperado algo, no lo que acababa de exponer Zidan. En todos aquellos años, Samantha había tenido más bien poco trato con aquellos individuos, pues había sido Mael el encargado de instruirlos, pero estaba consciente de que eran criaturas mágicas de apariencia y costumbres sencillas, pero con un mundo interior complicado según lo que le habían explicado tanto Eowaz como Vali. También recordó el pleito que había tenido Mael con Thorheald por el asunto del cómo la llamaba aquel sujeto, lo que sin duda significaba que Mael no sabía aquello tal vez por no haber crecido al lado de sus congéneres; el asunto era que, como ella los veía poco, se había olvidado del cómo la llamaban hasta ahora. Por todo lo anterior decidió no insistir, y ya luego vería cómo hacérselo entender a Giulian, porque estaba bastante segura que él no lo vería de ningún modo como un trato de respeto.
De algún modo Sam entendió que a donde debía acompañarlo era a sus recuerdos, de modo que cerró los ojos, aquietó su respiración y un momento después se vio en el patio del orfanato donde había crecido. No era que ella se hubiese olvidado de aquel lugar, pero siendo que no tenía muchos recuerdos felices de él, pocas veces pensaba en el mismo. Sin embargo, siendo que en aquel estado las emociones estaban disminuidas y normalmente no se hacían juicios, se dedicó a mirar el entorno. Notó que se estaba viendo a sí misma a la edad de cuatro o cinco años, pero también notó que estaba corriendo y que alguien la llamaba, aunque ella no prestó atención. A pesar de lo que se explicó antes, sintió algo muy cercano a la sorpresa cuando vio aparecer lo que desde la edad que tenía entonces, le pareció un perro muy grande, y también le extrañó no sentir miedo.
Y debía ser cierto, porque se dedicó a corretear con él, pero el escenario cambió y ahora estaba en la habitación que había ocupado, pero era mucho más pequeña, y el que ahora sabía había sido Zidan, estaba echado al lado de la cama.
No obstante, no recibió una respuesta, sino que fue llevada más atrás en el tiempo y vio cómo la colocaban en una cuna.
Después de eso, la Samantha actual elevó las cejas al ver aparecer a Zidan quien se inclinó y acarició su mejilla.
Aunque Sam se había habituado a hacer aquello, en esta ocasión el brusco regreso le ocasionó una desagradable sensación de mareo, pero casi inmediatamente las emociones que habían estado casi en reposo, mientras efectuaba aquel recorrido, emergieron con violenta intensidad haciéndola levantarse del sillón.
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Editado: 28.11.2023