Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 10 Ira

 

Tanto Mael como Samantha habían experimentado muchas clases de dolor. El dolor de saberse solos en el mundo, el dolor de amar, el de la perdida de personas amadas, el de ser injustamente perseguidos, y el físico, pero el que estaban sintiendo en ese momento superaba a cualquier otro. Los hermanos de Elijah, desde Brendan, aunque no llevaba su sangre, hasta las trillizas, sentían que algo muy filoso estaba horadando sus corazones al ver la angustia que se reflejaba en el rostro de Elijah, pero también al sentir como propio el dolor que estaba experimentando. Y a todo lo anterior, vino a sumarse la preocupación cuando lo vieron desmaterializarse, así que los que pudieron o los que reaccionaron con la rapidez necesaria, lo siguieron, aunque en realidad no iría muy lejos, pues se materializó en el patio central, y el grito que escucharon, por una parte, los paralizó, y por la otra destrozó sus corazones.

  • Gema – la atajó Iker
  • Suéltame, Ike – dijo ella – Mi hermano está sufriendo
  • Lo sé, Gema, pero es este momento es peligroso y…

Sin embargo, si Elijah era peligroso, aquella señorita no lo era menos, porque Iker salió despedido hacia arriba y luego cayó sobre la persona menos apropiada dadas las circunstancias, pues lo hizo sobre Izek, quien cual sombra de Nathaniel, había ido con ellos; el asunto era que la sobrecarga de energía positiva que había recibido cuando Gema hizo uso de su poder para apartarlo, los afectaría a los dos, o al menos eso creían. No era que Gema hubiese querido lastimar a Iker, pero su desesperación por Elijah era mayor que la de cualquiera, incluidos los padres del chico, porque en su caso, podía percibir en toda su intensidad y profundidad el dolor de su hermano. No obstante, lo más desesperante para ella, sería que nada podría hacer.

Samantha que se había desmaterializado tras él, arrastrando a Giulian con ella, casi lo sacudió también cuando intentó detenerla, pero tampoco podría avanzar. Los berserkers al completo habían corrido tras Mael, pero estarían en la misma situación que los demás sin poder acercarse.

Brendan tenía sujeta a Galadriel mientras Vladimir se las veía con Gamariel que ya había sacudido a Ares y a Alex. Gail se ocupaba de Lyseryd mientras Aderyn atendía al pobre Michel después que su hija lo apartase con tanta delicadeza. Las gemelas Haider y si bien no estaban intentando acercarse, pues ya sabían que no podrían, la habían emprendido en contra del inocente Armel por decir todo aquello que había lastimado a Elijah, y sin tener en cuenta que era cierto y ellas lo sabían.

Iván rogaba a los Dioses para que Elijah se tranquilizase sin lastimar a nadie, la cuestión era que por quien estaba rogando, había decidido emprenderla en contra de sus divinos parientes y en aquel momento estaba gritando incoherencias a los cielos.

  • ¿Por qué yo? ¿Por qué me hacen esto? ¿Por qué me están castigando si no fue mi culpa? ¡Yo no quería! ¿Por qué si desde el inicio no fui más que un error, permitieron que naciera? ¿Es que acaso solo somos instrumento de sus caprichos? ¡Si no son monstruos sin corazón, arránquenme el mío y permítanme morir, porque en cualquier caso, ya estoy muerto!

Thorheld había sido el primer individuo de su especie, había vivido y sufrido todas y cada una de las virtudes y defectos con los que había sido dotada su raza. Aunque había demorado, se había enamorado, había matado a varios hombres por este motivo, había sufrido el dolor de ver morir a sus hermanos y a sus descendientes, a Varla, la mujer que había amado, así como había sido testigo del dolor de los suyos por las mismas causas incluido Thorlak que hasta la fecha, había sido el más difícil de manejar, pero el que estaba viendo y casi sintiendo como propio, superaba en mucho cualquier otro.

Alexander, quien al igual que Gema, había notado desde hacía mucho, que Arianell había perdido su desquiciada cabeza por Eli, incluso antes de aprender a caminar, y, aunque demoró un poco más en concluir que Elijah estaba en la misma situación, pues presentaba los mismos síntomas que había sufrido él, se sintió terriblemente miserable y hasta egoísta, porque al menos él sabía que Meylir estaba viva y bien, mientras que Elijah no podía tener la misma seguridad, y siendo quien era y sobre todo lo que era, aquello literalmente podía matarlo.

El resto de la familia había sido derribada por una abyecta tristeza que parecía estar ahogándolos. Eowaz cerró los ojos preguntándose cuál sería el propósito de todo aquel desmedido sufrimiento.

Aunque a Lizzy le dolía el corazón al ver a Mael llorando como un niño al ver el sufrimiento de su hijo, no se sentía capaz de darle ningún consuelo, porque no puede darse lo que no se tiene y en ese momento ella buscaba desesperadamente algo a lo qué asirse para no hundirse definitivamente en la desesperación.

  • Lizzy – dijo Jonathan
  • No te me acerques – advirtió encontrando en la ira el asidero que había estado buscando – Te amo y te respeto, padre – dijo y Jonathan casi sufre un colapso al escucharse llamar padre – pero acabas de cometer el mayor error de tu vida, porque Eli ama a Aria como solo puede amar un berserker, y si por tu causa le sucede algo, si bien no voy a dejar de amarte, lo que no podré será perdonarte nunca, Jonathan McKenzie




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