Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 12 Arianell

 

Cuando Aria se había materializado en Arx, aún iba pensando en los problemas que había tenido la pasada noche y preguntándose cómo era que había terminado en su casa, pensando además que debió preguntárselo a su madre, pero eso en realidad ahora importaba poco. Apenas se materializó y antes de dar un paso, Lirc apareció a su lado.

  • ¡Lirc! – exclamó – Te he dicho que no hagas eso – le dijo como si hubiese alguna posibilidad de que la entendiese – Tranquilízate – dijo mientras el bichito saltaba a su lado

Sin embargo, Lirc haría algo que no había hecho nunca antes, porque mordió el borde de su pantalón y comenzó a tirar.

  • ¡Ey! – dijo ella – Escucha, voy a ver a Jud y…

Pero como la criatura seguía tirando de ella, Aria se preguntó a qué obedecía aquel comportamiento y la luz se hizo en su cerebro.

  • ¿Sabes dónde está Jud? – y para su sorpresa, Lirc la soltó y comenzó a correr sin desaparecer como era lo habitual

Aria no lo dudó y cambiando de dirección, se olvidó de Arx y lo siguió. Apenas se había adentrado unos cuantos metros en el bosque cuando sintió unos fuertes brazos.

  • Jud – exclamó
  • Sabía que vendrías – dijo él dándole la vuelta
  • ¡Jud! – gritó al verlo y sobresaltando al uzky
  • ¿Qué?
  • ¿Qué te sucedió? ¿Estás bien? – preguntó con aprensión al ver el aspecto desaliñado, con una barba de varios días, y algunas heridas en brazos y torso, pues la camisa que llevaba estaba desgarrada
  • No, pero sanarán cuando llegue a casa
  • ¿Cómo escapaste?
  • Vir
  • ¿Vir? ¿Qué es eso?
  • Mi hermano – contestó y Aria abrió mucho los ojos
  • ¿Hermano?
  • ¿Pero… hermano, hermano? Es decir…
  • No debemos estar aquí – la interrumpió él mirando hacia atrás

Teniendo en cuenta que estaban muy cerca de Arx, Aria coincidió con él al menos en su caso, porque si lo encontraban iban a encerrarlo de nuevo.

  • Ciertamente tú no debes y no entiendo por qué sigues aquí
  • Ven conmigo, Nell
  • Jud…
  • Puedo llevarte, aunque no quieras – dijo él – pero no quiero así, quiero que tú quieras venir

Uno de los grandes problemas de Arianell era su impulsividad, pero por extraño que pudiese parecer, en aquel momento, y, aunque quería irse lo más lejos posible del señor Berserker, pensó en su familia, sus amigos y en el mismo sujeto por causa de quien quería escapar, y fue justamente la seguridad de que no podría soportar escucharlo disculparse y luego hacerla responsable por lo sucedido para finalizar sermoneándola por su comportamiento y amenazándola con encerrarla hasta el día del Ragnarok, lo que finalmente la hizo tomar la decisión.

  • ¿Nell?
  • Tienes razón en que no debemos estar aquí, y quisiera ir contigo, pero tenemos que hablar primero
  • Hablar – repitió él como si no entendiese

Pero antes de que ella pudiese contestar, ambos percibieron que algo o alguien se acercaba, y como no iban a quedarse para averiguarlo, Aria sujetó a Jud arrastrándolo en la desmaterialización. Primero se materializaron en Averdeen, pero rápidamente Aria volvió a desmaterializarse entendiendo que era el peor lugar al que podía haber ido y más en aquella compañía.

Como su propia casa estaba descartada, y siendo que ella no sabía nada de los últimos acontecimientos que implicaban la desaparición de su abuelo, decidió que ir a la propiedad de sus abuelos sería más seguro, pues éstos, y hasta donde sabía, estaban fuera.

  • ¿Jud? – dijo con preocupación

Esto obedecía a que Jud estaba muy pálido y parecía descompuesto.

  • Déjame ver…
  • No vuelvas… a… hacer eso, Nell
  • ¿Qué?

No obstante, no le llevó mucho tiempo entender, y como aquella criatura seguía siendo hija de Jonathan McKenzie, rio con diversión. El malestar de Jud era completamente comprensible, pues él era un Uzky, y, aunque ellos eran muy veloces, lo que no podían hacer de ninguna manera era desmaterializarse, y nunca en su vida había experimentado aquello.

  • Siéntate, se te pasará en un momento – le dijo Aria mientras lo conducía hasta un mueble y a continuación llamó a uno de los nisser de aquella casa – Tráeme un té por favor
  • Sí, señorita – contestó él nisser y miró a Jud – ¿Y para el señor?
  • Solo té para ambos – le dijo, pero antes de que desapareciera, agregó – No le dirás a nadie que estoy aquí y ni siquiera que me has visto ¿bueno?
  • Por supuesto, señorita – dijo desapareciendo a continuación
  • Ahora déjame revisar esas heridas – le dijo a Jud que miraba a su alrededor con curiosidad
  • Eso no es importante ahora, el alié
  • Te he dicho que no me llames así, y…
  • ¿Quieres que mienta?
  • No seas necio, Jud, tengo un nombre
  • Pero también eres el alié – insistió y ella bufó con exasperación
  • Ya cierra la boca y déjame ver de una vez tu herida
  • No es importante y… – estaba repitiendo él, pero Arianell lo miró en forma peligrosa y apuntándolo con su Athame
  • ¡Maldición, Jud! Es importante, porque no quiero que te desangres ¿bueno?




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