Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 14 Prisioneros

 

Independientemente de la raza a la que se pertenezca, aquellos que se dedican a curar enfermedades, tienen en común la compasión por el prójimo, y en general no hacen distinciones, pues su principal labor y a lo que estarán siempre inclinados, es a salvar vidas.

Hubo en algún momento de un muy lejano pasado, un individuo al que todos conocían como Marat, y que se dedicaba a esta actividad, pero su vida cambiaría el día que conoció a Stvaren. Stvaren era una vampiresa originaria que, con diferencias, pues los vampiros no enferman, se dedicaba más o menos a la misma actividad, pero en su caso, lo que hacía era aliviar el dolor que les producía a sus congéneres el espino; y un día cualquiera estaba recolectando lo necesario para el preparado que servía a este fin, cuando se tropezó con el desprevenido arzhvael.

Marat era un sujeto distraído, pero por mucho que lo fuese, era un arzhvael y percibió con rapidez que la bellísima mujer, y si bien lo era, también era un peligro. Sin embargo, Stvaren había clavado sus ojos en Marat y ya no hubo nada qué hacer. El individuo desapareció y nadie volvió a saber él, pues ella se lo había llevado y no lo regresaría jamás. Tal vez y solo tal vez, pues nadie lo sabía, Marat pensaría que había sido afortunado, pues en verdad Stvaren era bellísima, pero lo que no era, él no lo sabía, y quizá pensaría que se había ganado el amor de Stvaren cuando lo cierto fue que el interés a ella le duraría más bien poco tiempo, porque poco después de que nació Levka, Stvaren hizo a un lado a Marat quien se dedicaría a cuidar de su hijo, enseñándole en el proceso, mucho de lo que sabía acerca de curaciones y de la historia de su raza paterna. Hasta allí todo había marchado bien, pero en oportunidad de una de las revueltas de los Nekrasov, Levka no solo perdió a su madre, sino a su padre también.

El dolor casi había enloquecido a Levka que siempre, y a diferencia de la mayoría de sus congéneres,  había estado en posesión de sus sentimientos, pero aquello también le significó su primera transición, y fue de esta manera que descubrieron que aquel pequeño individuo, al que todos llamaban el medio vampiro, demostraría no solo que era un vampiro en toda la extensión de la palabra, sino que era peligroso en grado de exageración, porque si bien Marat había intentado lo mismo que intentaría Evarig cientos de años después con los hermanos Natchzhrer, no había tenido mucha oportunidad, pues Stvaren no estaba en la misma posición de Ioan y no le interesaba complacer a Marat de ninguna manera, así que Levka había absorbido las enseñanzas de su padre, pero también las de su madre, y sería aquella, la primera vez que diese muestras claras y letales de su naturaleza.

A partir de aquel día y después de la masacre de la que fueron testigos, nadie más volvió dudar de su naturaleza ni a molestar a Levka, porque normalmente era tranquilo y hasta desagradablemente amable para los estándares y gustos de los vampiros, pero cuando se molestaba, las cosas terminaban muy mal para el infortunado.

Levka por lo general no participaba de las batallas y pleitos que organizaban sus congéneres, pero si Ioan lo necesitaba, él siempre estaba dispuesto. A Ruslam le molestaba mucho aquella necia posición de Levka, porque sabiendo como sabía que el individuo aquel era un arma mortal, lo exasperaba que Ioan tuviese que pedirle cualquier cosa y que lo hiciese tan pocas veces.

Después de la incursión a la sede de la OMCA y cuya finalidad era hacerse con el presidente de la misma, y que les había reportado el poder secuestrar también a Peter McKenzie, lo que en conjunto los colocaba en una posición inmejorable para negociar, Levka había ido a atender las heridas de los dos prisioneros, pues muertos no les servían de nada.

Peter no estaba en tan malas condiciones como Kelan, pues el último había dado muchos más problemas por su formación y su decidida terquedad, con lo que solo había conseguido que los vampiros lo atacasen con mayor violencia, de modo que cuando fueron lanzados en el calabozo, Peter se acercó con rapidez al chico que estaba inconsciente apuntándolo con su Gwialen.

  • Yo en su lugar no haría eso – escuchó y se giró con cautela

Sin embargo, Peter se sintió brevemente confundido, porque como ya se ha dicho, el aspecto general de Levka no delataba su condición a primera vista, pues con sus cabellos dorados y sus ojos claros, podía pasar inadvertida, aunque por poco tiempo como estaba sucediendo con Peter.

  • Usted…
  • Mi nombre es Levka, señor McKenzie – dijo él esbozando una leve sonrisa – y sí, soy un vampiro – agregó – Ahora y si me permite, me ocuparé del señor Dalgleish

Peter aun intentaba compaginar lo que estaba viendo con lo que él había dicho, pero ya Levka se había arrodillado al lado de Kelan y para mayor asombro de Peter, después de despojarlo de la camisa, procedió a cerrar las heridas. Una vez que había concluido con eso, le abrió la boca e inclinándole un poco la cabeza, dejó caer el contenido de un frasco en ella.

  • Parece sorprendido – le dijo a Peter cuando terminó
  • Usted dijo que era…
  • Lo soy
  • Pero… entonces…
  • Señor McKenzie, aunque conocen y viven muy cerca de un vampiro, debo decir que es lamentable el poco conocimiento que tienen acerca de nuestra raza
  • Disculpe, pero la madre de Iván y de Eveska era una arzhvael
  • También mi padre – dijo Levka haciendo que Peter elevase las cejas – ¿Me permite? – preguntó Levka y Peter se limitó a asentir en forma distraída




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.