Las comunidades élficas habían existido desde el principio de los tiempos, pues fueron creados por los Dioses para cuidar de la naturaleza y de los demás seres vivos que poblarían Midgard. En un inicio, estos seres parecían a mitad de camino entre los habitantes de Midgard y las divinidades de Asgard. Eran hermosos y con poderes mágicos, lo que, esto último, los diferenciaba del resto de los habitantes de Midgard, pero de ningún modo tenían el poder de los Dioses. Sin embargo, a pesar de su perfección, tenían un defecto y éste estaba asociado a su poder, mismo que los indujo a verse superiores a las demás razas.
Aunque había pasado mucho tiempo, y habían logrado vivir en armonía con las otras razas, su arrogancia había subsistido y se manifestaba con mayor intensidad en algunos de ellos, pero en general, habían asumido su papel y se comportaban en consecuencia.
Después de las primeras disputas entre ellos por una supremacía que no estaba en discusión, se habían agrupado en cuatro comunidades conforme a los cuatro puntos cardinales. La comunidad de elfos de Endielin, eran los guardianes del Norte y estaban comandados por Gwier Llyn. Eran individuos diplomáticos y los que solían mediar en cualquier conflicto. Los elfos de Ylwyn eran los guardianes del Sur, y su señor era Amrod Faelvir, eran guerreros feroces, muy diestros con el arco y poco diplomáticos, pero muy leales. Los elfos de Evendil eran los guardianes del Oeste; eran hábiles artesanos, y aunque no lo eran especialmente para la guerra, sí eran muy celosos y poco dados a abrirles las puertas de su ciudadela a desconocidos. El señor de Evendil era Caedmond Galen, conocido entre los elfos como un individuo bastante arrogante, pero que normalmente y después de mucho discutir, solía plegarse a las decisiones del consejo. Y el señor de los elfos del Este era Ysandar Lorielid, y era Garselid la ciudadela más hermosa de las cuatro existentes. Los elfos de Garselid eran los mejores guerreros de su raza, eran disciplinados y veneraban a su señor, quien no se limitaba a ordenar las estrategias militares, sino que siempre que fue necesario, iba a la cabeza de sus arqueros.
Desde hacía varios años, la comunidad élfica había estado enfrentando los ataques de sus parientes de la oscuridad, y finalmente se habían visto en la necesidad de unir fuerzas en contra de una amenaza que se hacía cada vez mayor.
Uno de los individuos más problemático de su raza, era Caley Galen, hijo de Caedmon, señor de Evendil. Aunque a los elfos de Evendil no les gustaba reconocerlo, siendo que no eran guerreros, siempre se habían sentido en desventaja con relación a sus congéneres, pero cuando los ataques comenzaron a hacerse más constantes, Caley, a quien le gustaba menos que a nadie reconocer lo anterior, había ideado un plan para asegurar la protección de su pueblo pactando el matrimonio entre su hermana Erskin y el príncipe Alaric, nieto de Ysandar Lorielid. Sin embargo, las cosas se complicaron con tientes trágicos cuando Erskin fue secuestrada por los vampiros.
Caedmon que ya había sufrido una pérdida similar cuando los Svartálfar secuestraron a Ainsley, su hija mayor, se vino abajo al verse de nuevo enfrentado a la misma tragedia. Mientras que Caley solo montó en cólera al haber perdido la oportunidad de atar a la casa Lorielid con la suya. No obstante, aquel sujeto era un ser extraño, porque parecía incapaz de sentir pena por la situación de su hermana, mientras que la de su pueblo lo preocupaba infinitamente más, de modo que comenzó una firme campaña para que su padre deshiciese el acuerdo previo que había entre su hermano Cailan y Liriel Tinuviel de Ylwyn, con la intención de que solicitase formalmente la mano de Meylir Gailard, nieta de Ysandar. A pesar de que los elfos de Ylwyn también eran guerreros extraordinarios, Caley estaba perfectamente al tanto de que los de Garselid eran mucho mejores, el asunto fue que no pudo concretar sus planes, porque en principio, Ysandar estaba en conversaciones para pactar el compromiso entre su nieta y Valandil Linwer, algo que le parecía terrible a Caley, pues aquello uniría a dos dinastías de guerreros y lo veía como una amenaza.
Sin embargo, repentinamente, Erskin había aparecido y eso eran grandes noticias, pues podía continuar con sus planes originales, pero había descubierto que la necia de su hermana estaba contaminada, y no sabiendo si iba a superar aquello, Caley había decidido no avisarle a su padre. Pero su vida iba a ponerse muy difícil, porque Caedmon se enteró lo mismo y regresó a toda prisa, dejando a Cailan en Garselid donde estaban ocupándose de las heridas que su hijo había recibido en la última batalla, pero al llegar se encontraría con que su hija había desaparecido de nuevo. Caley no tenía una explicación que dar, y cuando intentó responsabilizar a Niove, los arqueros de éste les informaron que su capitán había sido atacado y posiblemente plagiado junto con la princesa. Con las cosas así, Caedmon casi sufre un paro cardíaco, pero en medio del caos, se presentó otro elfo de la guardia con un mensaje de Nairel.
Fue evidente para todos que aquello había gustado poco o nada a Caedmon, y no porque tuviese nada en contra de Nairel, sino porque sabía que una conversación con ella, lejos de tranquilizarlo, lo que podía hacer era alterarlo más debido a las especiales habilidades de Nairel.
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Editado: 01.03.2024