Como Jud seguía dormido y Vir se había marchado, Arianell se dedicó examinar el entorno. Hacía un momento, cuando había estado afuera, había podido ver que el lugar donde se hallaban no era precisamente una aldea como habría podido imaginar, y que guardaba más parecido con una ciudadela que con lo anterior, aunque sin la organizada arquitectura de Arx, por ejemplo, porque se trataba de una serie de construcciones excavadas directamente en lo que debió ser una sólida cadena de montañas rocosas que rodeaba un pequeño valle. Arianell pensó que darle aquella apariencia debió costarles una gran cantidad de años, porque a pesar de que los Uzkys eran fuertes y veloces, aquel le lucía como un trabajo enorme.
Ahora, de nuevo en la habitación, miró con atención las paredes de sólida roca, y, aunque se notaba que había sido trabajada para que tuviese una apariencia lisa y pareja, no estaba cubierta con pintura, pero vio algunos objetos colgados de las paredes, entre los que vio unas flechas, pero a pesar de que había varias, las que llamaron su atención diferían de las flechas Uzkys en el tamaño, y un segundo después ahogó una exclamación al reconocer las suyas.
Pero efectivamente aquellas eran sus flechas, y recordó que uno de los regalos que le había hecho Jud, había sido una de las flechas con las que lo había atacado, pero era evidente que las había guardado todas. Siguió mirando y encontró varios objetos que eran de uso común en su entorno, pero que allí, y por algún motivo, lucían fuera de lugar como, por ejemplo, un escritorio sobre el que descansaba un bonito tintero, una pluma y un secante, y recordó que cuando estaba enseñando a leer y a escribir a Jud, le había hablado de aquella antigua herramienta de escritura. Otra cosa que vio fue un tapete de esos que se colocan a los pies de la cama, pero este se hallaba colgado de la pared, lo que le hizo gracia.
Una vez que terminó con la exploración, concluyó que Jud parecía tener manía por acumular cosas de las que no tenía idea de para qué o cómo se usaban. Arrastró un sillón que tampoco parecía muy propio de aquel lugar y estaba por sentarse cuando Jud se incorporó con violencia.
Jud se rascó la cabeza en un gesto que ya le era muy familiar a Arianell, pero como dudaba que no la hubiese entendido, esperó, porque sin duda lo que intentaba era explicar algo.
Con algo de esfuerzo, Jud le explicó que ellos llamaban por su nombre a todo el mundo, independientemente del parentesco, y que solo lo llamaban papá cuando se dirigían directamente a él. Pero luego insistió en saber qué le había dicho, aunque ella igual no podría referírselo de forma inmediata, pues en ese momento entró una chica y Arianell reconoció a la que iba en el grupo que había ido a buscarlos. La Uzky apenas si la miró, pero en el breve intercambio que sostuvo con Jud, a Arianell le pareció que estaba molesta.
Pero si Jud tenía algo qué decir, no tendría ocasión, porque en ese momento quien entró fue Vir.
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Editado: 01.03.2024