Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 18 No puede ser

 

El panteón de Dioses arzhvael está presidido por Odín, pero también hacen parte del mismo, Thor, Dios del trueno y la fuerza; Baldr, Dios de la belleza y la inteligencia; Tyr, Dios del valor, Braggi, Dios de la sabiduría y la elocuencia; Heimdall, Dios guardián de las puertas de Asgard; Höðr, el Dios ciego; Vidar, Dios encargado de resolver conflictos; Váli, Dios de los arqueros; Ull, Dios del combate cuerpo a cuerpo; Forseti, Dios de la concordia; y Loki, Dios del caos, propenso a la mentira y el engaño. Y por otra parte, están las Asynjur como Frigg la esposa de Odín, Eyra, la Diosa de la salud; Sjön, la que guía los pensamientos hacia el amor; Iöunn, la esposa de Braggi; y Syn, la guardiana de las puertas.

En un orden menor están los Vanir; Njörðr rige el viento, el mar y el fuego, y tiene como esposa a Skaði, la cazadora. Frey y Freyja son hijos de Njörðr, Frey rige la lluvia y el sol, y Freyja que es la Diosa del amor.

Como ya se dijo, Loki es el Dios del caos y su única meta parece ser la de hacer miserable la vida de sus congéneres y sus criaturas. Loki había estado molesto desde que Thor no le había permitido apropiarse de la vida de Mael, y adicional a ello, estaba más furioso aún por lo que habían dicho Gail y Dreo, de manera que había estado trabajando activamente para fastidiarles las cosas tanto a sus hermanos como a sus criaturas. Su primer objetivo ya lo había conseguido, pero el segundo le estaba tomando más tiempo del habitual, pues había estado envenenando a Njörðr y a su hijo Frey en contra de los arzhvaels, con el argumento de que no eran dignos de tanta consideración, sin embargo, cuando escucharon a Elijah, toda la cháchara de Loki pareció cobrar significado haciendo que éstos desatasen su ira en contra de los inocentes arzhvaels.

Thorheld había estado acertado al pensar que su padre no estaba participando de aquel desastre, pero no solo Thor no lo estaba haciendo, sino ninguno de los demás Dioses, de manera que cuando solicitó ayuda, se la concedieron y un momento después, estaban en Asgard.

  • ¿Estás bien, held? – le preguntó a Elijah

Thorheld había visto a sus hermanos sufrir tanto por no ser correspondidos por las mujeres de las que se habían enamorado, o por haberlas perdido a ellas o a sus descendientes, pero era la primera vez que se enfrentaba a uno de los suyos que no reconociese sus sentimientos por una mujer que, entre otras cosas, estaba enamorada a su vez de él, sino que adicional a ello, estuviese convencido de que no se enamoraría nunca. Era verdad que había tenido ciertos inconvenientes con el padre de la criatura, pero una vez enfrentado a la realidad, Mael había reconocido lo que sentía y su problema fue seguir creyendo que aquella era la chica a la que su hijo amaba, y en cuanto eso también fue superado, las cosas marcharon de acuerdo a lo esperado. No obstante, aquel chico estaba sufriendo los horrores del Helheim, porque como era natural, la pérdida de la chica en cuestión le estaba causando un dolor más allá de lo imaginable, el asunto era que él no sabía el por qué, motivo que no era el que él creía, sino el que se negaba a reconocer.

  • Elijah…
  • Esto es mi culpa
  • No, no lo es
  • ¡¿Acaso eres sordo?! ¡Mi padrino dijo…!
  • Me gustaría serlo justo en este momento – lo interrumpió con una mueca de fastidio por el volumen de su voz – Lo que él dijo fue que la señorita McKenzie está enamorada de ti – puntualizó
  • No me refiero a eso, que en cualquier caso es otra de las necedades de Arianell, sino a…
  • Ah, pero eso es lo importante, Elijah, y te aseguro que no es una necedad
  • ¡Eli! – escucharon y ambos se giraron
  • ¿Madre?

Samantha corrió hacia ellos, pero Elijah parecía no tener la voluntad suficiente ni para ponerse de pie, de modo que cuando ella llegó, se arrodilló a su lado.

  • Bien, como te iba diciendo – continuó Thorheld ignorando la llegada de Samantha y haciendo a un lado su curiosidad por saber qué había sucedido con los demás – Lo importante aquí, es que la señorita McKenzie te ama
  • Peor aún – dijo él – porque yo no podría amarla… de esa manera
  • ¿De veras? ¿Podrías decirme quién fue el individuo que ofreció y casi mata al desgraciado elfo que iba tras la señorita McKenzie?
  • Pero eso…
  • ¿Quién fue el que atacó a su propio padre por decir estupideces como la de que la señorita McKenzie estaba en su perfecto derecho a enamorarse? Y que a decir verdad así es, porque si…

Thorheld, que ya se esperaba aquella reacción, pudo detener el furioso ataque del que se vio objeto, pues apenas había mencionado aquello, el aro dorado en los ojos de Elijah había hecho peligrosa aparición y un segundo después el chico le había saltado encima.

  • ¡Eli! – exclamó Samantha
  • Tranquila… Nena, ya esperaba esto – dijo Thorheld intentando inmovilizar a Elijah – Cálmate held, pero esto… debería demostrar mi punto y es que… sí puedes amarla y de hecho lo haces, porque es un hecho indiscutible que amas a tu señorita McKenzie y justo como sostienes que no podrías




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