Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 19 Aceptación y desesperación

 

Elijah parecía perdido en sus recuerdos, pero el paseo por los mismos lo condujo directamente a entender lo que muchos parecían saber excepto él, aunque entenderlo no era necesariamente sinónimo de aceptación, y en cuanto Thorheld había notado que la razón entraba en conflicto con los instintos de Elijah, decidió que había llegado el momento de propinarle una sacudida similar a la que le había dado al padre, el único detalle era que no tenía idea de dónde estaba la muchachita, elemento importante para aquel trámite; aun así avanzó hacia el chico, pero no podría hacer nada, porque en ese momento el lugar se llenó de un resplandor que hería sus ojos.

Aunque la mayoría de los presentes no podía moverse, hicieron el esfuerzo de doblar una rodilla al reconocer que quien se había presentado, era alguien de jerarquía superior, sin embargo, sería ella quien hiciese una graciosa reverencia ante Thor.

  • Mi señor, sé que es tu creación, pero solicito tu permiso para hablar con él – dijo Freyja
  • Lo tienes – contestó él

Los arzhvaels presentes la vieron avanzar hacia Elijah, y mientras se acercaba, notaron que su tamaño disminuía hasta hacerse similar al de ellos.

  • Berserker – dijo Freyja y él elevó la cabeza
  • ¿Por qué? – preguntó

Todos, excepto Lizzy, se preguntaron a qué obedecía aquella pregunta, pero pronto iban a enterarse, y por lo menos a Samantha le dolería el corazón al escucharlo, dolor que se desbordaría a raudales por sus ojos, mientras que Lizzy cerraba los suyos, porque era la única que sabía perfectamente de qué hablaba Elijah, pues había estado con él cuando se sucedió el hecho que daba origen a la pregunta que acababa de hacer.

  • Se supone que ustedes velan por sus criaturas, que yo soy un descendiente directo del primer berserker y por tanto no solo merecía ser escuchado, sino que tenían el deber de escucharme – estaba diciendo y Darien pensó que lo acusaban a él, muy injustamente, de ser el más arrogante de sus hermanos, pero Elijah estaba demostrando serlo mucho más con aquel discurso – Te pedí que me hicieses inmune a este sentimiento, y no esperaba que lo hicieses sin una justa retribución, porque te ofrecí poner mi vida a tu servicio y hacer cualquier cosa que requirieses a cambio de lo que te pedía – y fue aquí donde Samantha se sintió sumamente miserable – ¿Qué mal les he hecho para que me hagan esto? – preguntó Elijah con los ojos anegados de lágrimas
  • Tú no querías lo que estabas solicitando
  • ¡Claro que lo quería! – porfió él

Freyja elevó su mano y por un momento pensaron, algo absurdamente, que iba a golpearlo por gritarla, pero si hizo algo, y de hecho así era, nadie más excepto Elijah, se enteró de qué era.

  • Dime, berserker – le estaba diciendo – Amando como amas a tu madre, a tu padre, a tus hermanos, a tus parientes y a la humanidad en general ¿Habrías podido vivir una vida indiferente a lo que pudiese sucederles?
  • ¡No fue eso lo que te pedí! – exclamó alarmado
  • Sí, sí fue eso – insistió ella – porque el amor es un todo indivisible, amas o no amas; a cada quien amarás según corresponda, pero si careces de esa capacidad, no podrías amar a nadie.

Vieron que Elijah se llevaba las manos a la cabeza y pensaron que lo estaba castigando de alguna otra forma, pero como nadie podía moverse, nada podían hacer.

  • Lo que pedías era sumamente egoísta y cobarde, porque solo hablaba de tu temor al dolor, a tu dolor, solo estabas pensando en ti y en nadie más, porque aun suponiendo que se te hubiese concedido, ¿qué seguía? ¿suprimir los sentimientos en los demás? Porque, aunque tú no pudieses amar, ciertamente ellos podrían amarte lo mismo.

Elijah se sintió sucesivamente furioso, alarmado y miserable al escucharla, porque él solo había querido evitar pasar por el dolor que sabía podía causarles el amor a los de su especie, pero tampoco quería que nadie sufriese por su causa, pues había visto lo que le sucedió a Itrais, pero efectivamente cuando había hecho su petición, la había hecho a nombre propio y sin incluir a nadie más, pues no pensó en nadie más, lo que a sus ojos demostraba que Freyja tenía razón y era un ser sumamente egoísta. Sin embargo, lo que diría a continuación, demostraría que aún no aprendía la lección.

  • Soy un error que ustedes permitieron – le dijo elevando los ojos hacia ella – y como no quiero que nadie más sufra por mi causa, toma mi vida y…

Sin embargo, no podría concluir, aunque pensaría equivocadamente que la diosa le estaba concediendo su petición, porque sintió un terrible dolor en el pecho que le impediría seguir hablando.

  • ¿En verdad piensas que tu muerte solucionaría algo, o que le evitaría sufrimiento y dolor a alguien? – le preguntó haciéndolo mirar a sus parientes

Lo primero que Elijah vio fue la expresión de horror de sus primos y hermanos, pero a continuación captó también el dolor que sus palabras les había producido; y finalmente en realidad quiso morir al notar que el dolor que había sentido no era porque lo estuviesen matando, sino el de su madre que había caído de rodillas con las manos en el pecho y expresión de una pena más allá de las palabras.

  • Mamá – dijo con la garganta atenazada por las lágrimas
  • Eres el último descendiente de una raza de guerreros valerosos; hombres dispuestos a dar sus vidas en defensa de midgard y de sus criaturas, pero además eres hijo de un hombre que amó tanto que estuvo dispuesto a sacrificarse de cualquier forma para proteger la vida de la mujer que amaba, pero eso nunca incluyó renunciar a la vida, pues solo quería ser capaz de estar a su lado, de seguirla amando sin causarle daño ni a ella ni a su descendencia. También eres hijo de una mujer a la que le fueron concedidos todos los poderes de los elementos, pero que nunca los ha utilizado para dañar a nadie, sino para defender a una humanidad que en principio ni siquiera la trató bien, pero aun así estuvo y está dispuesta a dar su vida por todas y cada una de las criaturas que pueblan el universo sin pedir nada a cambio. De modo que por tus venas corre la sangre de dos razas valerosas, algo que te da derecho a sentirte orgulloso, pero también a asumir la responsabilidad que conlleva ser quien eres y además portador de un poder superior. Levántate y demuestra que eres merecedor no solo del amor que te profesan todos, sino de todos los dones que te fueron concedidos – Freyja colocó una mano en el pecho de Elijah y agregó – Amar no es una maldición como te has empeñado en verlo, y, aunque podría entender que así lo pensaras, no es necesariamente cierto, de modo que acepta tus sentimientos como lo que son, una parte integral de lo que eres.




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