Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 20 La vida continúa

 

Cuando Eve había acudido a donde sabía estaba Iván, si bien había ido con la intención de asegurarse que él estuviese bien, al ver el desastre general, se había ido derecha a arrancar cabezas. Vladi y ella habían descubierto que enfrentar vampiros transformados no era un gran reto para ellos, de manera que actuaban siempre con la misma violencia. Sin embargo, en esta ocasión y después de haber despachado a varios por la vía habitual, Eve fue consciente de estar en problemas, porque en un momento determinado notó que estaba frente a un grupo compuesto por vampiros puros, y contra esos, sabía que la tenía más difícil; de manera que extrajo con rapidez su Gwialen con la que atacó a tres que cayeron, pero antes de poder continuar, otro la había alcanzado y estaba apretando su brazo.

  • No debes atacar a los de tu propia raza – escuchó Eve la helada voz muy cerca de su oído, pero Eve era Eve
  • ¿Mi raza? – preguntó en tono burlón – Ya quisieras tú. Ustedes son unos salvajes y yo no. Ustedes se divierten desangrando y matando inocentes y yo no. Así que no, estúpido, yo estoy muy por encima de ustedes.
  • Eso último es indiscutible, hersiri, pero lo otro puede arreglarse
  • ¡Ruslam, no!

Aquello fue lo último que Eve escuchó y lo primero que salió disparado por su boca luego de que los recuerdos se habían colocado en su lugar.

  • Ruslam – dijo llevándose la mano al cuello
  • ¡Voy a matar a ese…! – estaba gritando Iván, quien había estado siguiendo con atención los recuerdos de su hija

Si bien Elar y Daira se habían alterado poco o nada al ver la ahora roja mirada de Eve, o por su tono frío; escuchar gritar a Iván y en aquel tono tan semejante al de Izek, unido al encendido carmesí de sus ojos, sí las alteró mucho. No obstante, independientemente de lo que Iván tuviese en mente, no podría ni moverse, porque Eve había cerrado su mano alrededor de la muñeca de Iván impidiéndole avanzar.

  • No, papá
  • Eve…
  • Si alguien va a matar a ese hijo de perra, voy a ser yo
  • Eve, Ruslam…
  • No me vengas con que tiene más años y toda esa porquería, porque no me importa si está en este mundo desde el principio de los días, y lo que es seguro es que no verá el hipotético final de los mismos, porque te juro que ese bastardo desgraciado va a arrepentirse mucho de haberse cruzado en mi camino.

Elar, y a decir verdad todos en la familia, estaban acostumbrados en mayor o menor medida, a escuchar la linda manera en la que Eve se expresaba, especialmente cuando estaba molesta, pero si bien Elar se pasaba media vida peleando con su hija por ello, en esta ocasión no fueron las palabras sino el tono, lo que le produjo no el habitual deseo de apalearla, sino un miedo helado que se coló en sus venas.

Después de eso Eve soltó a Iván haciendo las mantas a un lado con claras intenciones.

  • ¿Dónde está mi ropa? – preguntó mirando a su madre

Elar miró con angustia a Iván, pues no se suponía que ella estuviese en condiciones de abandonar la cama aún. Eve captó el pensamiento con claridad meridiana y clavó sus ojos en ella.

  • Evidentemente puedo, madre
  • Pero dijiste que te sentías…
  • Y eso no me impide ni caminar ni apalear al primer cretino que…

La frase quedaría inconclusa cuando ella miró hacia la puerta, y después de unos segundos, pero antes de que Elar pudiese preguntar, asomaron sus pelinegras cabezas los Cornwall y Dreo, pero por primera vez el último no sería el primero en hablar, sino que fue hecho a un lado por Darien que avanzó y colocó las manos en los hombros de la chica.

  • Bueno vampi, espero que ahora y siendo oficialmente una, no quieras desangrarme cada vez que diga una barbaridad o cuando no me parezca cuerdo lo que planeas

Elar se llevó una mano a la frente mientras que Daira disimulaba la sonrisa, porque definitivamente Darien no podía ser ni actuar de otra manera, pero, además, porque esa frase tenía un par de fallos, pues aquel muchachito la mitad del tiempo estaba diciendo barbaridades, y porque nunca en la vida se había negado a participar en una aventura por poco cuerda que pudiese parecerle, y en realidad nunca se lo parecían.

Aunque Eve se llevaba bien con todos sus primos, Darien que era el más, cabeza loca, como decía Elar, era el que nunca y bajo ninguna circunstancia se había negado y ni siquiera se había opuesto a cualquier cosa que inventase Eve, especialmente si esta era para fastidiar a Dreo, quien, en opinión del gemelo, fastidiaba a todo el mundo.

  • No estoy muy segura que se buena idea que justo ahora – puntualizó – pongas tu cuello tan cerca de mí, Darien
  • ¡Wow! Con esa voz tan sexy, el cuello, la cabeza y… – estaba diciendo el incordio aquel cuando fue bruscamente apartado
  • A un lado y cierra la boca, Darien Cornwall – dijo Dreo empujándolo
  • Si antes era mal asunto molestarme, supongo que estarás al tanto que ahora será mucho peor, Dreo Samuel
  • Estoy bastante seguro que mis posibilidades de vivir se redujeron en forma drástica, pero independientemente del tiempo que eso sea, será contigo tanto si quieres como si no, pero suponiendo que no… – se detuvo y parecía no saber cómo continuar, pero eso le duró poco – bueno… solo me matarás más pronto




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