Cuando Eve había acudido a donde sabía estaba Iván, si bien había ido con la intención de asegurarse que él estuviese bien, al ver el desastre general, se había ido derecha a arrancar cabezas. Vladi y ella habían descubierto que enfrentar vampiros transformados no era un gran reto para ellos, de manera que actuaban siempre con la misma violencia. Sin embargo, en esta ocasión y después de haber despachado a varios por la vía habitual, Eve fue consciente de estar en problemas, porque en un momento determinado notó que estaba frente a un grupo compuesto por vampiros puros, y contra esos, sabía que la tenía más difícil; de manera que extrajo con rapidez su Gwialen con la que atacó a tres que cayeron, pero antes de poder continuar, otro la había alcanzado y estaba apretando su brazo.
Aquello fue lo último que Eve escuchó y lo primero que salió disparado por su boca luego de que los recuerdos se habían colocado en su lugar.
Si bien Elar y Daira se habían alterado poco o nada al ver la ahora roja mirada de Eve, o por su tono frío; escuchar gritar a Iván y en aquel tono tan semejante al de Izek, unido al encendido carmesí de sus ojos, sí las alteró mucho. No obstante, independientemente de lo que Iván tuviese en mente, no podría ni moverse, porque Eve había cerrado su mano alrededor de la muñeca de Iván impidiéndole avanzar.
Elar, y a decir verdad todos en la familia, estaban acostumbrados en mayor o menor medida, a escuchar la linda manera en la que Eve se expresaba, especialmente cuando estaba molesta, pero si bien Elar se pasaba media vida peleando con su hija por ello, en esta ocasión no fueron las palabras sino el tono, lo que le produjo no el habitual deseo de apalearla, sino un miedo helado que se coló en sus venas.
Después de eso Eve soltó a Iván haciendo las mantas a un lado con claras intenciones.
Elar miró con angustia a Iván, pues no se suponía que ella estuviese en condiciones de abandonar la cama aún. Eve captó el pensamiento con claridad meridiana y clavó sus ojos en ella.
La frase quedaría inconclusa cuando ella miró hacia la puerta, y después de unos segundos, pero antes de que Elar pudiese preguntar, asomaron sus pelinegras cabezas los Cornwall y Dreo, pero por primera vez el último no sería el primero en hablar, sino que fue hecho a un lado por Darien que avanzó y colocó las manos en los hombros de la chica.
Elar se llevó una mano a la frente mientras que Daira disimulaba la sonrisa, porque definitivamente Darien no podía ser ni actuar de otra manera, pero, además, porque esa frase tenía un par de fallos, pues aquel muchachito la mitad del tiempo estaba diciendo barbaridades, y porque nunca en la vida se había negado a participar en una aventura por poco cuerda que pudiese parecerle, y en realidad nunca se lo parecían.
Aunque Eve se llevaba bien con todos sus primos, Darien que era el más, cabeza loca, como decía Elar, era el que nunca y bajo ninguna circunstancia se había negado y ni siquiera se había opuesto a cualquier cosa que inventase Eve, especialmente si esta era para fastidiar a Dreo, quien, en opinión del gemelo, fastidiaba a todo el mundo.
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Editado: 01.03.2024