Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 33 Conociéndolo

 

A pesar de los esfuerzos de Jonathan para que su mujer dejase en paz a Aria, Daira igual se había empeñado en hacerla entrar en razón, algo del todo inútil y terminaría sufriendo el colapso nervioso que Jonathan había tratado de evitar, pues si bien Arianell había conversado con su padre en los mejores términos contándole los pormenores de su relación con Jud, su desventurada madre no había corrido con la misma suerte, ya que Aria reaccionaba muy mal cuando intentaban imponerle cualquier cosa. Como Elar sabía, al igual que todo el mundo, cómo iba a terminar el asunto, se había quedado con ellas, y fue quien se encargó de administrar lo necesario a Daira y de ocuparse también de distraer a Anne que afortunadamente no tenía idea de qué hablaba su nieta o las cosas habrían podido ser mucho peores en sus actuales circunstancias.

Mientras Aria discutía con su madre, las chicas se habían hecho cargo de Jud, para disgusto de los chicos, pero como ellos le tenían verdadero aprecio a sus cabezas, guardaron sus opiniones para ellos, y decidiendo que las mencionadas cabezas corrían menos riesgo con Elijah, se fueron a fastidiarlo a él.

Como había dicho Eri, Jud sentía verdadera fascinación por las características físicas de las otras razas, de manera que su expresión era de auténtico embeleso al verse rodeado del mar de cabelleras doradas y de brillantes ojos azules o violeta, siendo éstos últimos los que parecieron atraer más su atención.

  • Puedes sentarte, Jud – le estaba diciendo Denielig
  • No estoy cansado – le dijo mientras miraba sus ojos con atención
  • No es necesario estar cansado para sentarse, también lo hacemos para conversar – dijo Evrei
  • Creo que pierden el tiempo, si quiere estar de pie, déjenlo en paz – agregó Eve y Jud la miró abriendo mucho los ojos
  • Eres…
  • Ajá – dijo ella sabiendo lo que quería decir
  • Tranquilo Jud, aquí nadie va a atacarte – le dijo Lys – pero Eve y yo, seríamos las menos inclinadas a ello, porque fuimos testigos de que nunca le hiciste nada malo a Aria

Aunque Jud la había escuchado, seguía mirando los rojos ojos de Eve y ella sonrió en forma maligna.

  • Escucha amigo, así como tú no puedes cambiar tu naturaleza, yo no puedo cambiar la mía, pero no voy a atacarte ni ahora ni nunca, aunque esté muriendo de hambre ¿estamos?
  • ¿Por qué estás molesta? – preguntó él – No te he hecho nada
  • Jud – intervino Denielig atrayéndose su atención – Ella no está molesta, solo habla así
  • Como Erk – dijo él, aunque solo las trillizas y posiblemente Denielig, parecían recordar quién era Erk

Las chicas habían rodeado a Jud e intentaban preguntar diversas cosas, de modo que el pobre Jud estaba más confundido que de costumbre. Las únicas que no estaban participando eran las gemelas Haider que ni siquiera estaban en el salón, pues seguían histéricas por la sospechosa desaparición de Mael, y las trillizas que primero habían invertido algún tiempo en escuchar al uzky y luego dos de ellas en tranquilizar a Gamariel, pues en opinión de ésta última, aquel fulano iba a traerle muchos problemas a su hermano. Un momento después, Aria entró al salón con Lirc saltando alrededor de ella.

  • A un lado, chicas – dijo abriéndose paso – Aclaremos algo, primas
  • Primero deberías deshacerte de tu pequeño amigo – puntualizó Eurielle – Sabemos que tía Sam es genial, pero dudo mucho que le agrade tener a tu amiguito yendo por ahí destrozándolo todo
  • No seas necia, Eurielle, si nos ha soportado a nosotros y a tío G, ciertamente Lirc le será hasta simpático
  • ¿Lirc? ¿Esa… cosa tiene nombre? – preguntó Megan que hablaba poquísimo y en ese momento deseó haber seguido callada
  • Lirc, no-es-una-cosa – silabeó Aria mirándola con ira
  • Nell – dijo Jud sujetando su brazo – no lo conocen. Tú no estabas contenta tampoco cuando lo mandé a verte

Aquella honesta intervención de Jud, hizo que Gamariel bajase un poco la guardia, y que Aria se mostrase menos recelosa, pues por increíble que pudiese parecerle a los demás y con seguridad así sería teniendo en cuenta que Jud era un uzky, ella pensaba que cualquiera podía hacerle daño y se sentía en la obligación de protegerlo, algo que, por cierto, no cambiaría jamás.

La curiosidad de las chicas se centró en Lirc, así que Jud procedió a explicarles todo lo relacionado con él, y aunque Aria se había enterado en forma reciente de que los gistat eran mascotas uzkys, en esta ocasión Jud fue más explícito en cuanto a las características de los mismos.

En mitad de la desordenada conversación, Eurielle que era una adicta al chocolate, para desesperación de Derian, tanto por el hecho en sí como porque su novia vivía asaltando los bolsillos de Zoran, le ofreció uno a Jud, lo que hizo que Aria casi se lo tirase de la mano.

  • Él no come eso, prima
  • ¿No te gusta? – pregunto ella
  • No lo sé – contestó él y todas miraron a Aria
  • Veamos chicas…
  • Puedo probar – la interrumpió Jud y Aria lo miró con incredulidad, aunque no podría decir nada, pues ya Eurielle le había dado el dulce – Sabe a… Sur, pero más… dulce
  • ¿Y qué es Sur? – preguntó Sasha
  • Mmm… una planta – le dijo y se puso de pie – Puedo ir a buscar y…
  • Eh, eh – lo detuvo Aria – de momento es mejor que no salgas de aquí, Jud – y como él en verdad no quería ir a ninguna parte, volvió a sentarse




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