Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 36 Mejor yo

 

Con mucho pesar y si ningún deseo de hacerlo, Mael tuvo que dejar a Lizzy en cuanto recibió el llamado de Eowaz, de modo que después de un apresurado beso, corrió hacia el estudio, y en su precipitación chocó con Gail.

  • ¿Estás bien, Nena? – preguntó sujetándola por los hombros
  • Hombre, fue a mí a quien aporreaste – dijo Gail

Mael lo sabía, pero también sabía que no le había hecho ningún daño, mientras que por algún motivo que solo él sabría, había relacionado aquel urgente llamado con Sam.

  • Claro, y si no fuese así, tú lo sabrías – dijo ella mirándolo con extrañeza
  • Bueno, bueno, dejen su manía de preocuparse neciamente el uno por el otro y vayamos a ver qué demonios está sucediendo ahora – dijo Danny avanzando hacia la puerta

A pesar de que a Sam también le había preocupado el llamado, no pudo evitar sonreír al escuchar a Danny, pues mal le quedaba a su hermano quejarse de Dreo y por ese mismo camino de Darien, pues tanto al uno como al otro, evidentemente les había legado la delicadeza.

  • Señor – dijeron los cuatro al entrar
  • Gracias por venir tan pronto

Aunque nominalmente el jefe de la orden era Iván, todos, incluido éste, seguían viendo y considerando a Eowaz del mismo modo. Eowaz los miró a todos antes de comenzar y esto aumentó la aprensión de los presentes.

  • ¿Y bien? – preguntó Giulian cuyo nivel de paciencia era muy discutible
  • ¡Giulian! – exclamó Iván con disgusto
  • Armel – dijo Eowaz y todas las miradas se clavaron en el arzhaelí
  • Recibimos un mensaje de Ioan – dijo mirando a Iván que se tensó de inmediato

A pesar de que Armel solo había dicho eso y aún no había dado el mensaje, pensó que tal vez era mala idea, pues los ojos de Iván habían enrojecido. Sin embargo, era su deber transmitirlo y lo hizo.

  • El mensaje solo se limitaba a decir que quiere que vayas a hablar con él en caso de que queramos de vuelta a Peter y a Kelan
  • ¡No! – exclamó Sam hiriendo dolorosamente los oídos de Mael

No obstante, por primera vez, al menos desde que todos podían recordar, Iván no le prestaría atención a Samantha y, de hecho, la apartó casi sin mirarla. Como cabría suponer, ese fue un pésimo movimiento, porque un segundo después estaba enfrentándose a dos pares de enfurecidos ojos, unos esmeralda y otros idénticos a los suyos, pero adicional a ello, tenía la punta de un Athame a milímetros de su cuello.

  • ¡Danny! – dijeron Dan y Eowaz
  • Aunque no queremos hacerlo, nos obligarás a lastimarte si no te sientas y dejas de pensar y hacer estupideces, padre – siseó Gail en tono helado que se les hizo muy extraño a todos
  • Habla por ti, hermano – dijo Mael, pero mirando a Iván – porque a pesar de estar dispuesto a defenderte con mi vida, en este momento sí quiero hacerte mucho daño por tratar de ese modo a la Nena
  • Mael por favor – dijo Sam con voz sollozante – él nunca me haría daño

Aunque los ojos de Iván seguían estando rojos, lo que estaba escuchando lo hizo preguntarse qué había hecho, y por encima de eso, no podía creer que le hubiese hecho algo a Samantha, pero cuando iba a moverse para averiguarlo y para disculparse, sintió la punta de la hoja en su cuello, pues Danny no había obedecido a su padre y no se había movido.

  • Piensa bien lo que vas a hacer, porque, aunque odiaría hacerlo, sabes que lo haré
  • Danny

Armel miraba todo el asunto con sorpresa y más que por la reacción de los jóvenes, por la no participación de Dan y Giulian, pero cuando los vio moverse, pensó que se había apresurado a pensarlo.

  • Sé que no la lastimarías… – comenzó Dan
  • Y yo lo sé aún mejor que el enano – lo interrumpió Giulian
  • … pero nos preocupa lo que estás pensando, así que cálmate y buscaremos una solución
  • ¿Solución? – preguntó Iván volviéndose – ¡La única solución es ir a sacarle el corazón al muy bastardo! – vociferó – ¡Y es lo que voy a hacer!

Sin embargo, se encontraría en la misma situación de imposibilidad de antes, pues los Athames de Danny y Gail apuntaban a su pecho y la actitud de Mael seguía siendo decididamente amenazante.

  • Iván… por favor, no soportaría perderte – dijo Sam con los ojos llenos de lágrimas

Aquello destrozó el corazón de Iván, pero independientemente de lo que pensase hacer, que con seguridad era estrecharla en sus brazos, miró hacia la puerta y los chicos interpretaron el gesto como les pareció lanzando a continuación un rayo que inmovilizó a Iván.

  • ¡Déjenlo! – les gritó Samantha
  • Obedezcan – dijo Mael – Solo miró hacia la puerta, porque alguien que no debería estar escuchando, lo está haciendo




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