Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 42 En Rejett

 

Cuando Iker y Nat abandonaron la habitación, se encontraron con Velkan, de modo que Nat juntó las cejas mientras que Iker clavaba los ojos en los del vampiro. Velkan registró la violenta intromisión y tuvo deseos de acomodarle un puñetazo, porque si bien él era muy antiguo, no era un originario y suponía que solo éstos podían hacer lo que estaba haciendo aquel odioso sujeto, lo que en realidad ya no había era lugar para la sorpresa después de todo lo que habían presenciado. Nat por su parte se sintió molesto por la presencia, porque recordaba haber visto a Velkan en alguna oportunidad, pero como él solo hablaba con Ioan, Izek y ocasionalmente con Ruslam, no entendía qué hacía aquel individuo allí.

  • Fenség – dijo Velkan y Nat lo miró mal
  • ¿Qué?
  • Solo estoy aquí para tu seguridad

Sin embargo, el pobre infeliz se esforzaba con los sujetos equivocados, porque por una parte Iker sonrió en forma maligna, y por la otra Nat lo miró con ira.

  • Pues si aprecias la tuya, entonces te largarás ahora mismo y pondrás mucho empeño en que yo no te vea cerca de ningún miembro de mi familia – le dijo – Sé que ustedes no son especialmente brillantes, pero por poco que lo seas, habrás notado que, si intentas cualquier cosa con este tipo, terminarás en el Niflheim que, en cualquier caso, es donde deberían estar todos ustedes – agregó – Vamos Iker

A Iker siempre le habían divertido los discursos que Nat les largaba a aquellos necios, aunque en realidad era a tres de ellos, pues como ya se dijo, Nat no hablaba con nadie más, pero como Iker era Iker, no podía dejar de fastidiar, de manera que sonrió con más amplitud antes de seguir a Nathaniel.

  • Si tu dueño quiere mi cabeza, que venga él mismo por ella, aunque sabemos que es un cobarde y no lo hará
  • ¡Iker! – exclamó Nat y el aludido solo sonrió con más amplitud, pero fue tras él

En cuanto Nat entró, experimentó una curiosa sensación de familiaridad que no había sentido cuando estuvo en Averdeen, y como esto no le fue ajeno a Iker, enseguida lo podría en palabras.

  • Debes estar muy loco si sientes esta prisión – acentuó – más tu casa que aquella donde naciste

Como Nat sabía que no valía la pena discutir con aquel cofre de acidez, decidió ignorarlo y se dedicó a pensar en cómo enfrentar los muchos problemas en los que estaban Iker y su propia hermana, problemas que no eran de ningún modo pequeños.

Entre tanto, Iker que no parecía para nada preocupado, se sentó y cerró los ojos. Él sabía que el sueño era algo inalcanzable, podía relajarse hasta alcanzar un estado muy parecido al que lograba el cerebro con el sueño, y en ese momento lamentó no haber tenido más tiempo y en realidad casi ninguno para preguntarle a Iván todo lo que quería saber. Sin embargo, aquel chico era muy particular, aunque él mismo no lo supiese del todo, y no se cumplía en él nada de aquello comúnmente asociado a su nueva raza, de modo que, si bien no tenía la instrucción práctica, lo que sí tenía era una grosera cantidad de horas de biblioteca y un archivo mental inconsciente, de manera que hizo memoria y se aplicó a lo que necesitaba con sorprendente e inesperado resultado.

A pesar de que no lo había hecho antes, alcanzó el estado de relajación con mucha rapidez, pero si bien había podido esperar sentirse tranquilo y como máximo con una pesadez parecida a la del sueño, en ningún caso lo que en realidad estaba experimentando y viendo.

Inicialmente pensaría, de forma inconsciente, que su cerebro lo había ubicado en un lugar que siempre le había gustado, un bosque por el que caminaba sin aprensión alguna. No obstante, después de un rato de solitaria caminata, sintió la presencia, aunque ésta no lo alteró en principio, pero en cuanto se giró sí se sobresaltó, la cuestión fue que demoraría algunos segundos en determinar la razón. La mencionada razón para el sobresalto, no tenía por qué haberlo sido en principio, pues a quien estaba viendo era a Iván y ya aquello le había sucedido antes, el problema fue que, de ser Iván pasó a ser Eve, de ésta a Nat y así continuó hasta estacionarse en quién menos esperaría ver, es decir, Ioan. 

  • Esto no tiene por qué alterarte – le dijo el desconocido que ahora era Iván nuevamente
  • ¿Quién eres tú y por qué finges ser quien no eres? – preguntó en forma directa y más bien desagradable
  • No lo hago, lo que sucede es que no tengo una forma específica, pues solo soy energía
  • Claro – dijo en tono irónico – muéstrate tal y como eres – agregó en tono más bien autoritario y el otro esbozó una sonrisa
  • Te acabo de decir que no tengo una forma específica
  • Escucha… quien seas, no me importa si eres especialmente horroroso, así que, o te muestras en tu forma original, y todo en el universo tiene una forma, o te largas y me dejas en paz
  • Si lo prefieres, y aunque sabemos que no es así, ya viste que puedo adoptar otras
  • ¿Acaso eres sordo? – preguntó con ira, al tiempo que se preguntaba si aquello sería un sueño especialmente absurdo
  • Bien, pero como te dije, no tengo una – escuchó Iker




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